Las estadísticas por barrios de la ciudad de Málaga ponen de manifiesto de manera drástica la desigualdad, de los 438 habitantes por km2 de la zona Este, pasamos a 21.096 en Huelin que, en solo 2,23 Km2, alberga a 47.119 personas”

OPINIÓN. Charlas con Nadie

Por Manuel Camas
. Abogado

09/04/24.
Opinión. El conocido abogado Manuel Camas escribe su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre la desigualdad: “Me espanta la desigualdad, es fuente de sufrimiento, injusticia y germen de violencia, me espanta la naturalidad con la que nos movemos entre ella, tan natural que ni tan siquiera la apreciamos, pero me espanta sobre todo que no la admitamos, que...

...culpemos a todos y todas de su propia situación, como si la responsabilidad de que estemos mejor o peor, el mérito solo fuese propio, sin condicionante externo alguno”.

Espeluznante

La tasa de mortalidad varía hasta un 40% entre los distintos distritos de Málaga. Las personas que viven en las zonas más pobres tienen más probabilidad de morir que las de zonas acomodadas. La muerte va por barrios es el título del artículo que menciono (Diario SUR, domingo 7 de abril, escrito por Nuria Trigueros y Encarni Hinojosa).

La desigualdad condiciona nuestra vida, tener menos recursos generalmente conlleva peores circunstancias de todo tipo, no solamente en servicios sanitarios, también en condiciones de vida, nivel educativo, trabajo, ocio, transporte, etc.

Las estadísticas por barrios de la ciudad de Málaga ponen de manifiesto de manera drástica la desigualdad, de los 438 habitantes por km2 de la zona Este, pasamos a 21.096 en Huelin que, en solo 2,23 Km2, alberga a 47.119 personas, así lo recoge el estudio Málaga: Población y Territorio, publicado por el Observatorio Municipal para la Inclusión Social en febrero de 2023 (los datos son de 2021). No encuentro en ese estudio la tasa de mortalidad por barrios, tampoco el gasto público por km2, los que viven en Huelin no tienen los medios de los que lo hacen en Manhattan, ni sus viviendas son parecidas.


Conoces tú, Nadie, los proyectos de nuestro ayuntamiento o de cualquier otro en cualquiera otra ciudad, para mitigar en lo posible estas circunstancias, conoces los planes extraordinarios de los responsables de sanidad o de educación de nuestra administración autonómica; probablemente existirá alguna llamada de atención, algún estudio, alguna previsión, pero desde luego sorprende que no ocupe un lugar destacado en el debate político, es más fácil oír hablar de Bildu que de que la gente se muere antes, dentro de nuestras ciudades, por las derivas de su nivel de renta.

La asociación de ideas leyendo la prensa dominical se multiplica.

En las páginas de economía de El País, encuentro un artículo titulado Más fe en un amigo que en un orientador: la mitad de los parados recurre a conocidos para encontrar trabajo. En principio que, para encontrar trabajo, las personas que sufren el drama del desempleo acudan a familiares, amigos, conocidos, excompañeros parece muy razonable, quizás no lo sea tanto la escasa eficacia del servicio público estatal, autonómico o local.

No todos tenemos la misma agenda de contactos, otro profundo motivo de desigualdad, el artículo destaca que a nivel directivo se accede mayoritariamente por contactos. Es fácil imaginar lo extremadamente complicado que es el ascenso social para quien, pese a la capacidad, está falto de redes familiares y sociales.

Sigo con la asociación de artículos e ideas, que se lo digan a Iñaki Urdangarin, al parecer ahora sin privilegios y sin trabajo, es un buen ejemplo de lo que significa tener una buena red de contactos, otra cosa es para lo que se utilice. Nunca dejará de tener notoriedad así que es imaginable que alguien acudirá en su ayuda. En el artículo que utilizo para este improvisado recorrido por la desigualdad, también en El País, leo que cobraba un millón y medio de euros anuales como representante de Telefónica en Estados Unidos, la gestión la hizo el rey Juan Carlos con el presidente de la compañía, César Alierta; contactillos.

Espeluznante es lo que espeluzna y espeluznar es espantar.

Me espanta la desigualdad, es fuente de sufrimiento, injusticia y germen de violencia, me espanta la naturalidad con la que nos movemos entre ella, tan natural que ni tan siquiera la apreciamos, pero me espanta sobre todo que no la admitamos, que culpemos a todos y todas de su propia situación, como si la responsabilidad de que estemos mejor o peor, el mérito solo fuese propio, sin condicionante externo alguno.

La desigualdad se puede reducir y cualquiera que se acerque al mundo con cierto espíritu de solidaridad, con algo menos de egoísmo del que habitualmente tenemos, debe desear que colectivamente ayudemos a mitigarla. La educación, la sanidad, las subvenciones, becas, ayudas, políticas de empleo, apoyos, son absolutamente necesarios para lograrlo y para eso sirven los tributos, que tenemos que exigir que se paguen, a la vez que demandar que se administren con rigor y eficacia.

Abandonemos la comodidad de pensar que cada uno tiene lo que se merece, salvo en márgenes pequeños no es verdad, para bien de pocos, para mal de muchos.

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