“Es innegable que el poder judicial tiene en su seno algunos miembros politizados, creo que lo evidente no necesita mayor comentario, eso está afectando a este poder del estado cuando se pronuncia sobre asuntos con trascendencia política”
OPINIÓN. Charlas con Nadie
Por Manuel Camas. Abogado
30/04/24. Opinión. El conocido abogado Manuel Camas escribe su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre los tres poderes, el legislativo, el ejecutivo y el judicial: “Los juegos de poder y contrapoder, los límites son distintos cuando llegamos al poder del estado que nos queda referir, el judicial. El poder judicial se controla a sí mismo, escasamente el Tribunal Constitucional lo...
...hace, solamente cuando las resoluciones de jueces y magistrados vulneran derechos fundamentales, en ese caso nos queda el recurso de amparo”.
Poder
Escribo estas líneas los domingos, para que se publiquen el martes, con lo cual las noticias del lunes las desconozco, pero esta vez he esperado a las 11 de la mañana para conocer el resultado de las reflexiones de Pedro Sánchez sobre su continuidad al frente del Gobierno de España.
A la vez que ha reflexionado el presidente es difícil evitar hacerlo nosotros, para Nadie y para mí ha sido inevitable.
La carta de Pedro Sánchez invitaba a pesar sobre muchas cosas, desde muy diferentes puntos de vista. El asunto que para Nadie y para mí ha resultado más interesante es sobre el poder, sobre su correlación, sobre los contrapoderes, su división, los poderes, también dentro del partido socialista y su propia estructura.
La Constitución institucionaliza tres poderes, el legislativo, el ejecutivo y el judicial.
Sin ánimo de ser exhaustivo ni académico, el legislativo tiene como control y contrapeso a los ciudadanos en las elecciones y también está limitado por el Tribunal Constitucional que puede, a petición de los parlamentarios, del gobierno, del defensor del pueblo, o de jueces y magistrados, resolver sobre la constitucionalidad de las leyes.
El poder ejecutivo está limitado por las Cortes, que nombran al presidente del gobierno y puede destituirlo mediante mociones de censura, además de controlar su ejercicio, por supuesto, los juzgados y tribunales, que enjuician sus actuaciones y pueden corregirlas o anularlas.
El poder ejecutivo a su vez está repartido, muchas de sus competencias a su vez corresponden a las Comunidades Autónomas.
Los juegos de poder y contrapoder, los límites son distintos cuando llegamos al poder del estado que nos queda referir, el judicial. El poder judicial se controla a sí mismo, escasamente el Tribunal Constitucional lo hace, solamente cuando las resoluciones de jueces y magistrados vulneran derechos fundamentales, en ese caso nos queda el recurso de amparo.
El órgano de gobierno de los jueces, un gobierno puramente administrativo que en absoluto puede intervenir en la función de juzgar y ejecutar lo juzgado, también está constitucionalmente conformado por mayoría de jueces y magistrados, cuando se discute sobre si intervienen las Cortes en la elección del Consejo General del Poder Judicial se suele olvidar que las Cortes eligen entre jueces y magistrados o magistradas, mayoritariamente, por obligación, y que para elegirlos, al igual que a los magistrados del Tribunal Constitucional, a los consejeros del Tribunal de Cuentas y al Defensor del Pueblo requiere una mayoría de tres quintos.
A los jueces, en su caso, los corrigen jurisdiccionalmente otros jueces y en sus responsabilidades civiles o penales igualmente otros jueces.
Es innegable que el poder judicial tiene en su seno algunos miembros politizados, creo que lo evidente no necesita mayor comentario, eso está afectando a este poder del estado cuando se pronuncia sobre asuntos con trascendencia política, no deberíamos engañarnos y negar la realidad, no por eso dejará de existir.
Creo que jueces y magistrados deberían también reflexionar sobre su relación con los otros poderes del estado y sobre su supeditación a la Ley, últimamente se ha hecho referencia a la labor del legislativo de manera apriorística, quizás deberían mirar colectivamente las influencias políticas de las cúpulas de sus asociaciones.
Existen otros poderes, no institucionales, pero sí reales, el más reconocido de todos es el llamado cuarto poder, los medios de comunicación, la prensa.
La Constitución afortunadamente conceptúa los derechos de información y opinión con tanta amplitud que la prensa es verdaderamente libre en nuestro país, así debe seguir siendo, pero eso no nos exime de preguntarnos acerca de su calidad y también si estamos midiendo bien los límites que le impone la veracidad que es la obligación de contrastar la información por sus propios medios.
La calidad de nuestra prensa deja mucho que desear, Nadie y yo también nos remitimos en esto a las evidencias; atravesada por la revolución tecnológica como pocos sectores, con herramientas muy poderosas a la vez que poco transparentes, es un poder enorme, por eso deberíamos saber quiénes son los titulares últimos de los medios, quiénes los que financian, la intervención pública en la financiación de esos medios debería ser también mucho más transparente, no esconderse en la publicidad.
La verdad es que cuando pienso en todo esto no creo que estemos ante una crisis social ni económica, obviamente los ciudadanos tenemos muchos problemas, pero nuestra convivencia y nuestra economía son robustas y vivimos dentro de un bienestar y una paz envidiables en el Mundo.
Sin embargo, estamos sumergidos en una crisis ocasionada por la lucha entre poderes, entre instituciones, pero algunas cosas deberían ser fáciles de establecer y no deberíamos olvidarlas:
Los ciudadanos eligen a sus representantes en el poder legislativo, todos los votos valen, todos los parlamentarios cuentan, piensen como piensen.
El congreso de los diputados elige al presidente del Gobierno y lo hace por mayoría de los congresistas, todas, todos.
La legitimidad de los órganos constitucionales, se la otorga el pueblo al elegir a sus miembros por medio de sus representantes, con los límites y mayorías marcados en la Constitución y las leyes.
Al final quizás una parte importante de la cuestión sea la educación y el respeto, no faltar al respeto haría que todo fuese mejor en todos los sentidos.
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