Las preguntas suelen decir mucho acerca de la forma de pensar de quien las hace y así voy constatando, pregunta tras pregunta, cuánto nos cuesta aceptar que la realidad está cambiando de manera rápida

OPINIÓN. Charlas con Nadie

Por Manuel Camas
. Abogado

08/10/24.
Opinión. El conocido abogado Manuel Camas escribe su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre el cambio que trae la inteligencia artificial: “A principios de los años 90 entraban los primeros ordenadores en los despachos de abogados, sin discos duros, sin memoria interna, había que cargar el sistema operativo y guardar los documentos en discos, el fax...

...era desconocido, buscábamos legislación y jurisprudencia en libros, tampoco había teléfonos móviles ni internet, observa el cambio Nadie, solamente han transcurrido 35 años, 35 años sin ayuda de la inteligencia artificial, cuál será la velocidad a partir de ahora”.

Pensamos en antiguo

Últimamente en las conversaciones en las que participo mi atención se centra más en las preguntas que se realizan que en las respuestas que se dan. Las preguntas suelen decir mucho acerca de la forma de pensar de quien las hace y así voy constatando, pregunta tras pregunta, cuánto nos cuesta aceptar que la realidad está cambiando de manera rápida.


Las preguntas suelen estar llenas de afirmaciones contundentes, por ejemplo, es habitual oír que siempre, por mucho que avance la tecnología, será necesario finalmente una persona, la que dé el visto bueno final, ¿verdad?

Esta afirmación vengo reiteradamente escuchándola, sin matiz alguno, aplicada a cualquier actividad. A veces me atrevo a provocar y también pregunto: ¿crees que los barcos, los aviones, los camiones, los automóviles, en el medio plazo seguirán llevando tripulaciones, pilotos, marinos, conductores? Casi siempre la respuesta es que sí que, aunque funcionen solos tendrá que llevar gente que pueda controlarlos en determinadas circunstancias. Para ilustrar el tema utilizo el ejemplo del ascensorista, una profesión existente cuando los ascensores requerían para su correcto funcionamiento operaciones manuales, abrir y cerrar las puertas interiores y la puerta de seguridad, pulsar los botones y la palanca hacia adelante para hacer bajar el ascensor y moverla hacia atrás para hacerlo subir. Según Wikipedia el ascensorista debía alinear suavemente el suelo del ascensor con el del piso al que se dirigía para lo que necesitaba una gran pericia, en caso contrario, sometía al aparato a bruscos e incómodos movimientos hasta que lo conseguía. Los ascensoristas también informaban a los pasajeros sobre la ubicación de las oficinas o los apartamentos de inquilinos a los que se dirigían.


Hoy no existen los ascensoristas, han sido sustituidos por completo por la tecnología y los ascensores son mucho mejores y más seguros.

Otro ejemplo puede ser la medicina, donde la inteligencia artificial alimentada por cantidades ingentes de datos ofrecerá diagnósticos y tratamientos mucho más eficaces. En este caso provoco la conversación comentando que las encuestas dicen que la población se siente mucho más segura con el diagnóstico de una máquina que con el de un doctor o doctora; fue precisamente una doctora quien me precisó que sí, que es verdad, pero que eso solo pasa con los jóvenes, no sé dónde le lleva el argumento, quizás crea que esa confianza desaparecerá con la edad, pero realmente se afianzará, olvida que la máquina además hablará con la voz que más confianza dé al paciente, en el lenguaje que le resulte más comprensible, dialogará con él, sin estrés, sin cansancio.

Claro que parece ciencia ficción o al menos realidades futuras aunque muy lejana; pero va muy rápido y acelerando. A principios de los años 90 entraban los primeros ordenadores en los despachos de abogados, sin discos duros, sin memoria interna, había que cargar el sistema operativo y guardar los documentos en discos, el fax era desconocido, buscábamos legislación y jurisprudencia en libros, tampoco había teléfonos móviles ni internet, observa el cambio Nadie, solamente han transcurrido 35 años, 35 años sin ayuda de la inteligencia artificial, cuál será la velocidad a partir de ahora.

Ciertamente el propio ser humano frena algo el proceso, somos nosotros mismos los que necesitamos cierto espacio para adaptarnos, por eso durante un tiempo seguiremos teniendo conductores.

El artículo que hoy me remueve tiene que ver con lo antiguo que somos, tiene que ver con las preguntas que hacemos, con la visión miope de nuestro propio pasado, el artículo, en El País del domingo, es el texto del discurso de Pankaj Mishra galardonado con el Weston International Award, en el Royal Museum de Ontario (Canadá), el 16 de septiembre:
El Sur Global ve a Israel como una potencia subrogada de Occidente que destruye cuerpos morenos, como en tiempos coloniales. Los grandes medios occidentales, que acusan a Putin de barbarie pero no aplican el mismo rasero con Netanyahu, no comprenden lo que está pasando en el resto del mundo.

El autor carga contra la prensa, el periodismo dejó de ser un filtro neutral, ha decidido construir una nueva realidad: “En el principio fue la prensa y después apareció el mundo” remitiéndose a Karl Kraus.

Afirma: Estamos destinados a ser observadores indefensos mientras una potencia que actúa al margen de toda conciencia y se basa en ficciones ideológicas es capaz de racionalizar hasta un genocidio retransmitido en directo.

Concluye que, como señaló Arundhati Roy “lo único ético que pueden hacer los palestinos, por lo visto, es morir. Lo único legal que podemos hacer los demás es verlos morir. Y guardar silencio. Si no, ponemos en peligro becas, subvenciones, sueldos y medios de vida”.

Ensimismados en Occidente Haitham Imad pone sobre la mesa otro relato del mundo, mucho más amplio, resonante y convincente: el de la descolonización, el acontecimiento fundamental del siglo XX para la inmensa mayoría de la población humana. Son quizás las que fueron colonias las que nos ven como somos.

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