“La vinculación al turismo de manera casi exclusiva nos hace poco resilientes. El crecimiento no acompasado con la inversión ha lastrado las infraestructuras de servicios públicos, se ha desconsiderado la movilidad sostenible y el medio ambiente”
OPINIÓN. Charlas con Nadie
Por Manuel Camas. Abogado25/03/25. Opinión. El conocido abogado Manuel Camas escribe su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre el agotamiento del modelo turístico de Málaga: “La afluencia turística sin embargo ha exacerbado problemas, el de la residencia convertido en drama, el de la enajenación de la ciudad al residente, algo muy doloroso y que pone en crisis la identidad necesaria, su singularidad,...
...la escasa calidad del empleo en torno al sector turístico, como antes fue el de la construcción, poco valor añadido, salarios bajos, imposibilidad de salir de ese mercado o mejorar”.
Agotamiento
El mundo actual contiene una increíble mezcla de sensaciones de agotamiento junto a exuberantes nuevas fuerzas. Hay muchas cosas que están llegando a su final, estar agotándose no es lo mismo que estar agotado. Lo agotado desaparece o se sustituye, pero lo que está agotándose aún no se ha terminado, es un proceso donde cada vez hay menos materia y energía, aunque quede aún algo. Si hablásemos de botellas muchas están vaciándose, pero aún no lo están del todo. Sin embargo la fase del agotamiento puede ser muy negativa, el empuje es mucho menor, el proyecto ya no se dirige hacia ninguna parte, se pierde en el largo camino, normalmente los objetivos alcanzados a su vez se consumen, o son insuficientes, el contexto ha cambiado, incluso lo logrado puede ser fuente de problemas, las correcciones no estaban previstas y exige el reconocimiento de errores, lo que no es sencillo.
Tenemos ejemplos cercanos y otros globales en los que observar procesos que están en fase de agotamiento, cunde el cansancio, la desgana, la fatiga, aparece la debilidad. Los proyectos empresariales, los planes estratégicos, también los proyectos políticos, tienen diversas etapas: el diagnóstico, para identificar problemas y áreas de mejora; a partir de él se definen objetivos, se diseña un plan de acción para alcanzarlos, se desarrollan esas actuaciones y finalmente se evalúan. La larga duración de los proyectos genera la dificultad añadida de que la realidad va cambiando. Por eso es tan necesaria la evaluación, porque volver a medir conlleva detectar disfunciones e incluso el reconocimiento de que el éxito quizás haya generado problemas nuevos e indeseados. La evaluación puede ser también un reinicio, pero cuando hablamos de proyectos políticos nos encontramos que se tiene una gran dificultad para evaluarlos, los autores lo hacen siempre con exagerada complacencia, lo que provoca con demasiada frecuencia diagnósticos erróneos o directamente falsos. El tribunal que evalúa está compuesto por los propios protagonistas, realizan márquetin, hacen publicidad, carecen de objetividad. Los opositores en el otro sentido pueden incurrir en los mismos defectos. La prensa podría ser, pero para encontrar objetividad hay que bucear demasiado, finalmente los ciudadanos quedamos al albur de impresiones sesgadas por la información que recibimos de unos y otros.
Me propone Nadie que apliquemos esas consideraciones tanto a lo cercano, nuestra ciudad, la comunidad autónoma, nuestro País, a la Unión Europea, al Mundo. Pero estas páginas no son el lugar para poder hacerlo con rigor, es además labor de equipos de expertos, pero sí me presto a que podemos trazar líneas gruesas, hoy por ejemplo respecto de lo más cercano.
El proyecto local de la ciudad de Málaga que lidera desde hace veinticinco años Francisco de la Torre, cuando sustituyó a Celia Villalobos, se percibe agotándose. La apuesta descarada por la ciudad turística ha traído ciertamente ventajas, Málaga tiene fáciles conexiones con casi cualquier parte del mundo, la ha hecho también más conocida, el turismo ha supuesto un motor de rehabilitación y de atracción como continente cultural, también hay inversión fuera del ámbito turístico, unida a la Universidad y al Parque Tecnológico que puede generar otro tipo de oportunidades, aunque claramente menor. La afluencia turística sin embargo ha exacerbado problemas, el de la residencia convertido en drama, el de la enajenación de la ciudad al residente, algo muy doloroso y que pone en crisis la identidad necesaria, su singularidad, la escasa calidad del empleo en torno al sector turístico, como antes fue el de la construcción, poco valor añadido, salarios bajos, imposibilidad de salir de ese mercado o mejorar. La vinculación al turismo de manera casi exclusiva nos hace poco resilientes. El crecimiento no acompasado con la inversión ha lastrado las infraestructuras de servicios públicos, se ha desconsiderado la movilidad sostenible y el medio ambiente.
Un gran olvido ha sido la necesidad de desarrollar un área metropolitana, un espacio con oportunidades de empleo, emprendimiento y desarrollo económico común que necesita una ordenación territorial coherente con ese objetivo, medios de transporte que lo conecte, etc., no lo ha sido para el propio Ayuntamiento que debía liderar, empujar, ni para la Junta de Andalucía, la competente, ninguno ha hecho mucho al respecto, el resultado es que acumulamos las desventajas de una zona metropolitana existente de hecho, perdemos mucho tiempo en desplazamientos, los niveles de contaminación crecen, la seguridad preocupa, el coste de vida se dispara, sin haber procurado sin embargo desarrollar sus ventajas: fomentar el empleo, el emprendimiento, los servicios que den calidad de vida, que permitan una movilidad de bajo coste económico y ambiental, alternativas, el intercambio. Duele cuando el alcalde, sabiendo todo eso, manda a los malagueños a vivir fura del municipio condenándolos a horas de coche, sin autobús, sin tren, sin metro.
Salvador Illa, que desde luego representa un reinicio en la sociedad catalana lo explicaba con claridad en Madrid: “Tenemos muy claro que una fiscalidad justa, unos servicios públicos fuertes y una vivienda accesible son imprescindibles para el dinamismo económico a largo plazo. Por una sencilla razón: una sociedad desigual no es económicamente competitiva a largo plazo”.
La propuesta de “prosperidad compartida” del ‘president’ de la Generalitat es muy atractiva y es aplicable en todos los niveles, también en Málaga y su área metropolitana.
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