“Pensar últimamente te vuelve peligroso, el sectarismo de las consignas, el sentimiento por encima de la razón es lo que impera: apela a los sentimientos olvida los argumentos”
OPINIÓN. Charlas con Nadie
Por Manuel Camas. Abogado30/04/25. Opinión. El conocido abogado Manuel Camas escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com algunas simplificaciones de debates públicos: “Un Papa por definición no puede ser progresista, es bastante sencillo de entender, la caridad, la piedad no son progresistas, lo que no quiere decir que no sean sentimientos nobles, la piedad, la caridad no buscan...
...cambiar el estado de las cosas, no pretenden eliminar la pobreza, no pretenden actuar contra la causa de la injusticia, la conclusión es que siempre habrá pobres entre nosotros y eso nunca puede ser un planteamiento progresista, la resignación no lo es”.
Simplificar: el Papa, Trump, Pedro Sánchez, los árbitros
Simplificar es hacer algo más sencillo o menos complicado, si recordamos un poco las matemáticas se decía simplificar una ecuación o las fracciones, se hacían más sencillas suprimiendo factores iguales en el denominador y en el numerador. Simplificar, la comprensión no significa necesariamente volver fácil un problema, significa buscar la esencia, quitar la paja que lo rodea y nos confunde, reducirlo. Simplificar es una acción por completo contraria a la simpleza, sinónimo de necedad.
No deberíamos dejar de hacer el ejercicio de simplificar todas las ecuaciones, también las sociales, las políticas, las empresariales, las personales, no será más sencillo resolver los problemas, pero sí comprenderlos y ser más coherentes en nuestra actuación al respecto.
Demasiadas líneas procrastinando para evitar entrar en la materia que Nadie y yo debatíamos, limitamos con frecuencia estos diálogos para no molestar, porque hay una parte enorme de nuestra sociedad que se molesta por lo que pienses, como si pensaras para hacerles daño y no para buscar caminos que lleven a una sociedad mejor para todos y todas. Pensar últimamente te vuelve peligroso, el sectarismo de las consignas, el sentimiento por encima de la razón es lo que impera: apela a los sentimientos olvida los argumentos.
Ejemplos hay muchos, el más arriesgado quizás sea el fútbol, terreno de lo sentimental por excelencia casi desde que se nace, la final de la Copa del Rey, el Real Madrid fiel a su leyenda, en una temporada donde el equipo no funciona, se planta en la final y la disputa a un Barça que vuelve a ilusionar como lo hacían hace unos años sus equipos también de leyenda; el Real Madrid estuvo cerca de ganar la final, la perdió en la prórroga, sin embargo sus jugadores la emprendieron con los árbitros, la posición institucional del club blanco dio cancha a algunos futbolistas para volverse locos, insultar y arrojar objetos al árbitro, la institución creó un ambiente que permite hacerlo, es así de simple, pero no será fácil arreglarlo ni reconocerlo.
Ciento treinta y tres hombres, ninguna mujer, aquí no necesito lenguaje de género, se reunirán para elegir a un hombre para tutelar la espiritualidad de millones de mujeres y hombres católicos, pero la interpretación masculina de los textos sagrados hace desigual a la mujer para gobernar la Iglesia. Por simplificar otro debate, un Papa por definición no puede ser progresista, es bastante sencillo de entender, la caridad, la piedad no son progresistas, lo que no quiere decir que no sean sentimientos nobles, la piedad, la caridad no buscan cambiar el estado de las cosas, no pretenden eliminar la pobreza, no pretenden actuar contra la causa de la injusticia, la conclusión es que siempre habrá pobres entre nosotros y eso nunca puede ser un planteamiento progresista, la resignación no lo es. Al Papa se le tachó de progresista no en sentido estricto, sino por comparación, ni lo era ni un Papa puede serlo, pero a los protagonistas de la guerra cultural los dejaba en evidencia que ya se sabe que no hay cambio climático, guerras injustas, estupideces igualitarias y con el mundo musulmán ni hablar aunque o diga el Papa.
Por seguir simplificando temas varios, cada vez me resulta más llamativa la fijación con Pedro Sánchez, al final el único argumento si pides una explicación a derecha e izquierda es que cae mal, como en el fútbol, sentimientos, fuera la razón. Si hablamos de economía no se encuentra razones para la crítica, si hablamos de presencia internacional, se nota que por fin tenemos un presidente del Gobierno que habla inglés. Ahora se le critica por no ir al entierro del Papa, lo que hace parecer que los Reyes de España rebajasen nuestra representación. Lástima que la Iglesia tardará siglos en aceptar en sus protocolos a Europa, conforme al nombre de los países en francés que ordenó la presencia en la ceremonia, Europa debería estar sentada junto a Estados Unidos, lo malo es que pese a lo simple que resulta entender que debemos constituir los Estados Unidos de Europa sea tan difícil conciliar tantos intereses nacionales para realizarlo.
Juan Gabriel Vásquez, buen novelista (Los nombres de Feliza), escribe un artículo estupendo en El País el pasado sábado: La libertad, el miedo y una vieja conversación, la relación de la extrema derecha y los medios de comunicación, la deriva autoritaria en EE.UU. destrucción de derechos civiles y libertades individuales, desaparecidos. <Habría que hablar también de la explotación de los miedos y las ansiedades de los ciudadanos… este país donde los inmigrantes haitianos se comen a las mascotas de la gente, donde todo el que lleve un tatuaje es miembro de facto del Tren de Aragua y donde hablar español se ha convertido —gracias a una elaborada campaña de propaganda xenófoba— en un primer motivo de desconfianza.>. Y no me cuesta imaginar algo parecido en España y Europa si llegase a estar influenciada decisivamente por la ultraderecha.
Los filósofos presocráticos ya buscaron reducir la complejidad del mundo a cuatro elementos, decían que todo se componía de agua, aire, tierra y fuego a partir de los cuales, por medio de los principios del amor y el odio, se componen todas las cosas, amor y odio como reactivos químicos, no estaban tan ciegos como quizás estemos nosotros.
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