“Deshacer nudos urbanísticos y resolver complicados asuntos jurídicos será más fácil con gente nueva que sepa de qué va el asunto de la gestión municipal. Aquí, si hay un problema, se le encarga a los funcionarios técnicos que lo resuelvan, o se deja hasta que el problema se pudre, como ha pasado en Limasa, o pasará con el Real Cuerpo de Bomberos”

OPINIÓN. Mascarón de proa
Por Carlos Hernández Pezzi. Arquitecto

20/07/18. 
Opinión. El arquitecto Carlos Hernández Pezzi reflexiona en su  nueva colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre el necesario cambio de Gobierno en el Ayuntamiento de Málaga ante el desgaste que asegura sufre el PP, que lleva más de dos décadas en el poder. Un desgaste que se ve reflejado en los grandes asuntos de la ciudad, como los paralizados proyectos urbanísticos en...

...los que además de viviendas privadas se incluye el ansiado Auditorio de la Música de la Ciudad de Málaga o el soterramiento del tren en el Puerto. Una parálisis a la que contribuyen según Pezzi la Junta de Andalucía y el Gobierno central. “Al Estado Español, Málaga sólo le sirve para contentar a los inversores de Catar o el Golfo Pérsico y para fomentar el turismo de masas, con negocios que dejen cifras en la macro-economía del turismo. Esa que deja 1,07 € por cada euro invertido y 13,8 empleos por cada millón de euros de inversión (la tasa más baja de éste indicador es la de Andalucía, como suele pasar con los indicadores)”, indica Pezzi.

Deshaciendo nudos

MÁS que otra cosa, la nueva Corporación Municipal que surja de las elecciones locales de 2019 ha de ser nueva, porque la mayoría de las cuestiones que están sin resolver permanecen en el ámbito de lo prometido electoralmente, antiguo, fallido y no realizado en los últimos años, por unos y otros, Ayuntamiento, Junta de Andalucía y Estado, dirigidos por la magnificiente figura del alcalde Francisco de la Torre. Especialista en liar enjambres de problemas en cuanto se encarga de cualquier hilo argumental de manejo de los problemas reales.

AHORA estamos de nuevo con el Auditorio de Música de la Ciudad de Málaga, que tendrá que salir de un esfuerzo de gestión ciudadana, porque la gestión pública no se hizo en su día, cuando estábamos sometidos al torbellino del negocio inmobiliario que tampoco se desarrolló por culpa de los sucesivos responsables de la burbuja urbanística malagueña. Y del que hoy no hablaremos por respeto a la paciencia infinita de la ciudadanía de Málaga. La sociedad malagueña está sometida a la increíble tortura de oír hablar de proyectos fallidos que nunca se van a hacer porque están lastrados, desde su concepción, por una gestión cateta del “malagueñismo local” y por una presunción regional de que aquí se hace todo lo que dice el Gobierno autonómico, lo cual es una evidente falsedad.

DEL Estado, mejor no hablar, porque el Ministerio de Fomento ha hecho oídos sordos a peticiones clave de impacto socio-económico regional, desde el Puente sobre el Guadalhorce, al soterramiento de las vías del Puerto o al Auditorio en San Andrés. Al Estado Español, Málaga sólo le sirve para contentar a los inversores de Catar o el Golfo Pérsico y para fomentar el turismo de masas, con negocios que dejen cifras en la macro-economía del turismo. Esa que deja 1,07 € por cada euro invertido y 13,8 empleos por cada millón de euros de inversión (la tasa más baja de éste indicador es la de Andalucía, como suele pasar con los indicadores). Con un porcentaje de vulnerabilidad a la pobreza de 37,8%, la provincia de la Costa del Sol es la más afortunada de las andaluzas, que superan en algún caso el 40%.

ESTAMOS satisfechos de los conflictos del soterramiento del metro al Civil porque nos desconectan de cualquier modernidad con obras faraónicas que no pueden asumirse más que bajo los criterios desarrollistas del “mejor alcalde desarrollista” que ha tenido Málaga. De la Torre no ha desarrollado más que la dependencia de las franquicias, pero los negocios inmobiliarios, que son lo suyo, lo más cercano, suelen salirle fatal a la ciudad, salvo que se dirijan por inversores foráneos que tengan todo el apoyo exterior, como los portuarios, ferroviarios, aeroportuarios y estrafalarios que no suelen caracterizarse por crear empleo, formación o bienestar local, sino todo lo contrario. O el transporte por carretera, primado por todas las administraciones y sin contrapartidas de ahorro energético, logístico o comercial. Amazon se ha quedado con el comercio de barrio sin tener aquí más que una nave provisional. Y así vamos abriendo sitio al negocio sin contraprestaciones.

DESHACER nudos urbanísticos y resolver complicados y difíciles asuntos jurídicos será más fácil con gente nueva que sepa de qué va el asunto de la gestión municipal, por ejemplo, en cultura y en el centro. Aquí, si hay un problema, se le encarga a los funcionarios técnicos que lo resuelvan, o se deja hasta que el problema se pudre, como ha pasado en Limasa, o pasará con el Real Cuerpo de Bomberos. Si hay ruido, no se contempla la autoridad municipal, sino que se le deja el chumbo a la Policía Local. Lo mismo ocurre con el nudo gordiano de la gentrificación, las terrazas pandémicas, los apartamentos turísticos,... siempre son competencia de otros, siempre se actúa sin revisar ordenanzas, planes o normas que contravengan las tendencias del turismo desmadrado o sus secuelas en la Feria, las playas o los abusos del centro histórico.

EN 2018, año de record en nudos, el Ayuntamiento de Málaga sirve para la benevolencia paternalista, para hacerse fotos en foros y para hacer propaganda que les sirva mejor a los operadores turísticos de bolsa para crear un destino barato, accesible y plenamente rentable. Las empresas se van asentando con sus logos en los sitios más insospechados, pero el municipio carece de iniciativa para redistribuir las previsibles plusvalías de esa presencia, tanto cuando hay acción urbanística como si hubiera fiscalidad moderna. Todo eso no concierne al Gobierno local más desgastado de la historia, que está echando su último aliento sobre nuestros cogotes, afirmando sin rubor que somos el mejor destino turístico inteligente del mundo, cuando las cifras de paro y la falta de expectativas de los malagueños hacen que esto se vaya pareciendo cada vez más al hogar de la jubilación callejera de europeos, cruceristas y machacados pensionistas españoles.

MÁLAGA es, en los últimos años, una ciudad a medio camino entre el espejismo y la fantasmagoría. El Festival de Cine se hace nudos constantemente. Lo mismo ocurre con los museos, atendidos con tanta eficacia y despotismo como generosos subsidios, ausencia de control y mano laboral de hierro con los empleados y contratistas. Eso sí, sin auditar cuentas, ni medir retornos de las inversiones. Desde la euforia alimentada por el orgullo por el clima hasta el maquillaje del turismo cultural, se ha pasado en una década de pobres urbanos, en la que las cifras, - tan tercas -, sólo hablan de un futuro incierto, hecho a base de visitantes “todo incluido” que pagan fuera o que no pagan más que lo justo.

LOS nudos que tenemos que deshacer son los de la falta de bienestar, de democracia urbana real y los de la insatisfacción que se ha creado porque en la última década hemos perdido la poca base productiva que nos quedaba y la hemos vendido o concedido por una escenografía de dibujos animados, para que se los crean los cruceristas más ingenuos. Eso sin desarrollar ni el PGOU, ni el Plan Especial del Centro, ni el del Puerto, ni el del Río Guadalmedina, con el Málaga C.F en segunda y la ciudad burbujeante en ventas especuladas y desbordados alquileres que nos pasarán factura en poco tiempo.

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