“El acendrado liderazgo de Daniel Pérez debe pasar de abanicarse con unos y otros, de ‘quedar bien’ con todos, a predicar con humildad y ejemplo para trabajar por un proyecto común en el que el PSOE no está solo. Pero es difícil si el aparato autonómico-local te empuja a una cosa y el aparato nacional a otra”
OPINIÓN. Mascarón de proa
Por Carlos Hernández Pezzi. Arquitecto
07/09/18. Opinión. El arquitecto Carlos Hernández Pezzi habla en su habitual colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre la oposición del PSOE en el Ayuntamiento de Málaga, cuyo alcalde es Francisco de la Torre (PP). Los populares llevan más de 20 años gobernado la ciudad. “Abanicar los problemas, sugerir soluciones imposibles de tarde en tarde, o proponer cosas como acortar...
...alturas, declarar BICs -Bien de Interés Cultural- a destiempo, hacer como si no se vieran los procedimientos y los trámites, los compromisos, olvidar la legalidad vigente, o cambiar de postura, al albur de las supuestas expectativas volátiles, es más fácil con el recurso del abanico”, indica Hernández Pezzi.
La oposición del abanico
DE la panoplia de oposiciones políticas que hay en la ciudad de Málaga, destaca la del doble aparato del PSOE. Pocos partidos tienen la suerte de tener, a la vez, aparato partidario nacional de aire acondicionado, y aparato autonómico-local manual, de abanico. Se cumplen así todos los requerimientos de una vigencia indefinida del aparato en cualquier circunstancia. Vuelven a estar así en el candelero los que se oponían y los que, simplemente, esperan de una vez a otra que -por la ley del péndulo- les toque gobernar la ciudad en la siguiente ronda. El PSOE de Málaga capital ha sacado su abanico con el logo y lo ha paseado por la Feria y por cualquier acto, entrega de premios, visita de cortesía o celebración interna que tuviera interés para la política de gestos y fotos de ese líder nato que es Daniel Pérez. Aunque sean siempre las mismas caras, el abanico cambia de manos y el logo se mueve al albor del blanco y el rojo de las siglas, como si al aventar las brisas, se aliviara la presión de la política que suele ser dura, incluido el mes de agosto.
LA metáfora del abanico también ilustra a la oposición tan fragmentaria y desorientada que tenemos en la izquierda en la ciudad, pero esta siempre se ve se ve excedida por “la oposición del abanico”, que alberga una gran capacidad de adaptación al cambio de los tiempos, a los adelantos electorales o a los cambios de política, según sea el micro-clima del aparato inmanente que gestione tal o cual asunto. Viene bien tener un abanico para airear como convenga la Torre del Puerto, el Hotel de Hoyo de Esparteros, la Academia del Jeque, o los problemas de la Feria del Centro, las Cofradías. O abanicar con el consejero del ramo, de empleo o de turismo, los “problemas” del “pensamiento único low cost”, siempre que se mantenga la posibilidad de auparse a la opinión ambigua de un aparato u otro, en unas elecciones anticipadas, o en una alternativa de gobierno que se cree caerá, como fruta madura del árbol de la política local.
Y así llevan más de veinte años (24), abanicando los problemas y haciéndose fotos con los colectivos a los que se les hace la pelota y se les mima en las precampañas de barrio, sea en Churriana, Campanillas o Carretera de Cádiz -los preferidos- para airear problemas seculares con las mismas fotografías. En 2011, cuando repartí globos con motivo de las municipales, en las que participé para intentar una hegemonía de izquierdas (con el destacable fracaso del que fui en parte responsable), la gente los rechazaba aludiendo alergias, urticarias, u otros eufemismos más o menos educados. No podía suponer que la desconfianza llegaba al extremo de que hayamos pasado del globo al abanico para airear conflictos complejos en tan poco tiempo.
PERO tiene su lógica. Abanicar los problemas, sugerir soluciones imposibles de tarde en tarde, o proponer cosas como acortar alturas, declarar BICs a destiempo, hacer como si no se vieran los procedimientos y los trámites, los compromisos, olvidar la legalidad vigente, o cambiar de postura, al albur de las supuestas expectativas volátiles, es más fácil con el recurso del abanico. Se arriesga y se vuela menos que en globo. Además es mucho más complicado construir una alternativa de izquierda (o de simple higiene mental) que acabe con estos seis interminables mandatos del alcaldable permanente y sus socios, facilitando la única vía posible, que es un pacto multilateral que lleve a la alcaldía un programa, una lista y un proyecto alternativo al estado de cosas existente. Ignorar a la oposición de IU. Podemos y Unidos Podemos haciendo sitio a C´s puede quedar muy bien con las fuerzas vivas locales, pero con eso no se gana la confianza de Málaga, ni el gobierno. Se abanica y ya está.
EL acendrado liderazgo de Daniel Pérez debe pasar de abanicarse con unos y otros, de “quedar bien” con todos, a predicar con humildad y ejemplo para trabajar por un proyecto común en el que el PSOE no está, afortunadamente, solo. Pero eso es muy difícil si el aparato autonómico-local te empuja a una cosa y el aparato nacional a otra. ¿Cómo se puede querer a dos aparatos a la vez sin acabar completamente loco?
LA gran cantidad de gente que confiamos en un acuerdo estratégico de cambio en Málaga estamos expectantes ante estas estrategias de orear los problemas sin entrar en ellos o entrar para aventar soluciones imposibles que disimulen un criterio coherente. En la Era de la extrañeza que define Salman Rusdie (2015) en su última gran novela (Dos años, 8 meses y veintiocho noches), los personajes son en parte mágicos; sus contornos son perfiles de humo, entre la razón y el fanatismo de los tiempos que nos toca vivir. Así, abanicando el humo de los espetos y las pasas, del aire y fuego de los chiringuitos, de los arroces y las migas, se va formando una especie de hoja parroquial para consumo interno, en la que hay que fotografiarse con todo colectivo cercano, guisar platos diversos o aventar cualquier brasa que pueda ser patrimonio de “todo” Málaga, por si la próxima vez toca que el aparato local-autonómico sea gobierno (o se lo crea en la campaña).
TAL vez convendría bajar de los niveles atmosféricos a la cruda realidad y tratar de poner en marcha un liderazgo compartido que haga frente a la dejadez mental que la diplomacia del abanico deja en las sufridas gentes de Málaga, cuyos barrios han sido expoliados y que no están para que les bailen el aire. Sino para buscar acuerdos racionales sobre cómo reorientar la “política del péndulo” en los cargos, que fracasó hasta 2015, por un acuerdo transversal de gobierno colectivo, en el que nadie tenga por sí solo la capacidad de dar aires para refrescarse, o la prerrogativa de elegir socios contra la voluntad de la mayoría, como ha ocurrido aquí, tan a menudo. Claro que eso que está haciendo Pedro Sánchez con Unidos Podemos, no es lo mismo que hacen Susana Díaz y Daniel Pérez con Ciudadanos, tanto en Andalucía como con el enjambre malagueño de la ciudad del paraíso.
PUEDE leer aquí anteriores artículos de Carlos Hernández Pezzi:
- 20/07/18 Deshaciendo nudos
- 06/07/18 Por primera vez en años no todo el pescado está ya vendido
- 22/06/18 El debate sobre Cupertino y otros desatinos
- 08/06/18 Galerías de arte e industria cultural malagueña
- 25/05/18 El especulador sostenible y otros tipos contradictorios
-11/05/18 El Alcalde de Málaga y el Big Data
-27/04/18 Primavera de auditorías y mariposas
-13/04/18 Málaga y Valencia, metáforas del despilfarro tolerado
-23/03/18 Auge y ocaso de las concesiones
-09/03/18 Ahora que vamos despacio, (bis) / vamos a contar mentiras, tralará, (bis) / Vamos a contar mentiras
-23/02/18 Las dudas de conciliación del alcalde de la Torre
-09/02/18 Málaga, mucho ruido y pocas nueces
-26/01/18 El PEPRI CENTRO, más que una revisión, UN CAMBIO
-12/01/18 De la LOUA de 2002 a la LUSA de 2018
-29/12/17 Málaga se la juega en tres Planes Especiales
-15/12/17 El nivel de incompetencia