“Alborania es el nombre del Museo que explica la riqueza de nuestro enclave geofísico en el Puerto de Málaga, gracias al esfuerzo concienzudo de cinco amigos que en el año 1989 fundaron una cooperativa que llamaron Aula del Mar y que sobrevivió heroicamente, durante años, en antiguas dependencias del Puerto”

OPINIÓN. Mascarón de proa
Por Carlos Hernández Pezzi. Arquitecto


05/10/18. Opinión. El arquitecto Carlos Hernández Pezzi reflexiona en su  nueva colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre el Aula del mar. Una experiencia personal que defiende nuestro ecosistema. Especialmente el mar de Alborán. “No tanta gente conoce y es consciente de la importancia del mar de Alborán, de su influencia y su relación con las Reservas de...

...la Biosfera existentes en el ecosistema mediterráneo, que van desde la Sierra de las Nieves y la Sierra de Grazalema hasta la Reserva Intercontinental creada por la Unesco el 25 de octubre de 2006”, indica Pezzi.

Aula del mar: El litoral como universo de hermandad

EL mar es un recurso inmenso que siempre se encuentra en peligro. El litoral malagueño añade a sus característicos parajes y microclimas, su situación geográfica cercana al Estrecho de Gibraltar y la influencia del Mar de Alborán, que es la parte más occidental del mar Mediterráneo.

ALBORANIA es el nombre del Museo que explica la riqueza de nuestro enclave geofísico en el Puerto de Málaga, gracias al esfuerzo concienzudo de cinco amigos que en el año 1989 fundaron una cooperativa que llamaron Aula del Mar y que sobrevivió heroicamente, durante años, en antiguas dependencias del Puerto en la Avda. de M. Agustín Heredia: Juan Jesús Martín, Cristina Moreno, José Luis Mons, Francisco López y Juan Antonio López iniciaron el camino, trabajando con escasos medios y mucho respeto por el conocimiento, la difusión y salvaguardia de los recursos marinos y las especies amenazadas. Ese esfuerzo dio pronto resultados como la recuperación de tortugas bobas y peces que fueron rescatados y sanados por entusiastas equipos voluntarios de biólogos y científicos marinos. En 2012, el centro de interpretación se instaló en uno de los pabellones del Palmeral de las Sorpresas y así se constituyó en referencia obligada de la ciudad, el puerto y la provincia de Málaga.

NO tanta gente conoce y es consciente de la importancia del mar de Alborán, de su influencia y su relación con las Reservas de la Biosfera existentes en el ecosistema mediterráneo, que van desde la Sierra de las Nieves y la Sierra de Grazalema hasta la Reserva Intercontinental creada por la Unesco el 25 de octubre de 2006 por unanimidad del Buró del Programa MaB (Hombre y Biosfera): La Reserva de la Biosfera Intercontinental del Mediterráneo Andalucía (España)-Marruecos, promovida por la Consejería de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente y el Reino de Marruecos. En enero de 2010 fue aprobado el Programa Operativo de Cooperación España Fronteras Exteriores (Programa POCTEFEX), el proyecto “Desarrollo integral - agrario, rural, medioambiental, cultural y turístico - en el ámbito de la Reserva de la Biosfera Intercontinental del Mediterráneo" (IntegraRBIM) que, además de los fundadores, cuenta con la Unión Internacional por la Conservación de la Naturaleza (UICN).

EL mar de Alborán, sumergido como un volcán geológico del arco de Gibraltar, abarca unos 180 km de ancho en dirección N-S y unos 350 km de longitud en dirección E-O, cuyo fondo medio es de unos 1.000 m,  superando los 2.200 m de máxima profundidad en la zona oriental. Es un espacio de regulación de corrientes oceánicas, de intercambio atmosférico y de regulación climática, de vital importancia para la fauna y flora del mediterráneo en tierra y en el mar. El impacto del mar de Alborán en el mantenimiento y protección de nuestro clima es crucial para que sobreviva la civilización milenaria que ha poblado las costas que lo limitan desde tiempos inmemoriales. Cuando decimos civilizaciones, decimos culturas y es ahí donde el Museo Alborania es un pequeño gran ejemplo de lo que debería ser la atención oceanográfica y medio ambiental a la costa andaluza, la más impactada por sus desarrollos inmobiliarios y turísticos; la más afectada por fenómenos de erosión, vertidos, desaparición de especies y praderas de posidonia, plagas de medusas y otros procesos de impacto severo.

EL de Alborán es, por muchas razones, un mar con una importancia trascendental en el clima y el calentamiento global, es una zona sensible en términos migratorios, geoestratégicos y oceanográficos: limita al norte, con la costa de España; al sur, con las costas de MarruecosEspaña —por Ceuta, Melilla, Chafarinas, Alhucemas y Vélez de la Gomera— y Argelia; al oeste, el estrecho de Gibraltar, que lo conecta con el océano Atlántico; y al este, por una línea virtual que varía desde los cabos de Gata o Palos, en España, hasta el cabo Fegalo, en Argelia, al oeste de Orán.

EN la ciudad cosmopolita de Málaga, Alborania es un museo a preservar, cuidar y a promover. Se trata de un equipamiento de vital importancia para formar y comprometer a las nuevas generaciones en el en sostener nuestros ecosistemas más preciados. El objetivo que se propusieron sus fundadores no puede quedar a merced de la rentabilidad económica que le exijan sus arrendadores, porque se trata de un centro trascendental, que se mantiene con muchos menos dinero y medios que la mayoría de los museos que despilfarran dinero público de la Ciudad de Málaga.

LA vinculación de Málaga con el Centro Oceanográfico se remonta a 1908, aunque la sede se trasladó en 1983 a Fuengirola, donde continúa. Por eso, el puerto debe cuidar de Alborania, ya que es el precursor del nuevo Oceanográfico que superará los 5 M€ con un edificio de unos 5.000 m2 de superficie, donde trabajará una plantilla de 66 a 80 personas, investigadores, técnicos y funcionarios. Museo-germen fundamental que contrasta con la torre de 135 m de altura que pretende arruinar el paisaje de la bahía, justo enfrente.

HAY que mimar Alborania, porque está volcado en cuestiones esenciales: ecología marina, biodiversidad, ecosistemas bentónicos que se combinan con los recursos atlánticos, biología y comportamientos de las especies marinas, pesca e impactos sobre el mar. La evolución de los litorales ribereños del mediterráneo nos hermana con nuestros vecinos de Marruecos, Túnez y Argelia. Hermanarse en el litoral significa cuidarlo, compartirlo en paz, no "crucerificarlo", ni mucho menos matarlo con el turismo masivo.

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