La realidad es que da vergüenza ajena el descuido administrativo y la penosa intervención política que han dado lugar a que sea la asociación de vecinos quién tenga que protagonizar el esfuerzo de consenso y de gestión en materias tan sensibles de la competencia en salud y/o de la acción urbanística de la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento”

OPINIÓN. Mascarón de proa
Por Carlos Hernández Pezzi. Arquitecto


02/11/18. Opinión. El arquitecto Carlos Hernández Pezzi reflexiona en su  nueva colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre “la tenaz campaña de los paleños por conseguir la ampliación del Centro de Salud de El Palo”, que “se centra últimamente en retomar una moción presentada en 2016 de IU-Málaga para la Gente y adoptar con ella una moción compartida y acordada...

...por todos los grupos municipales, de forma que se presente por unanimidad la posible ampliación a costa del aparcamiento que limita con el actual centro”, denuncia Hernández Pezzi.

Jugando con la salud en el litoral Este

EN las trayectorias de las reivindicaciones vecinales El Palo tiene una larga tradición como demostraron hace poco, con la celebración de los 40 años que lleva trabajando la AAVV en defensa de los derechos de los vecinos, precisamente en un territorio que ha recibido muy poco en relación con su contribución y con las necesidades que se detectaron en la transición al ayuntamiento democrático: lo que pareció presagiar la gloriosa etapa de cambio del alcalde Pedro Aparicio. Salvo unos pocos proyectos y las feas plazas remodeladas en el centro del barrio, aceras, equipamientos, parkings, saneamientos, paseos marítimos y playas siguen sin ejecutarse al nivel de exigencia del siglo XXI. Inexplicablemente para la mayoría, siguen sin recibir la debida atención del equipo de gobierno del PP que gobierna la ciudad desde hace más de 20 años. Tampoco la reciben de la administración andaluza, lenta y burocrática como pocas, en este preciso lugar.

LA tenaz campaña de los paleños por conseguir la ampliación del Centro de Salud de El Palo se centra últimamente en retomar una moción presentada en 2016 de IU-Málaga para la Gente y adoptar con ella una moción compartida y acordada por todos los grupos municipales, de forma que se presente por unanimidad la posible ampliación a costa del aparcamiento que limita con el actual centro AQUÍ. La argumentación de que la política sanitaria de atención primaria está desfasada de la actual realidad del barrio (y del distrito) parece venir de la mano de los desplazamientos innecesarios a otros centros, de la obsolescencia y de la falta de innovación para la atención local de este tipo (radiografías y otros procedimientos de prevención de salud, ampliación de la asistencia, etc.), además de la situación compartida de funcionarios de El Palo que prestan también en otros centros  sus servicios  y de las escasas mejoras que se han producido en materia de salud. Situación que viene siendo denunciada (e interrumpidamente denunciada ahora, para no distraer la precampaña) por los sindicatos de sanidad, en función de las disponibilidades electorales que ofrece la siempre cambiante situación política de la Junta de Andalucía, hoy más devaluada que nunca en materia de fusiones hospitalarias, atención primaria y, en el caso de Málaga, en el debate interminable sobre la solución del tercer hospital.

DE manera que los vecinos aquí tienen que hacerlo todo, buscar el consenso, llegar a los acuerdos con los grupos municipales para que la institución municipal ceda los terrenos, gestione el proyecto y los ofrezca a la administración de la Junta de Andalucía. Eso para ampliar el centro antes de que pasen de nuevo los más de 30 años transcurridos desde que se inauguró. Lo malo de esta forma de actuar es que deja todo el trabajo a los vecinos y casi ninguno a los responsables políticos, aliviados de la presión sindical por unos sindicatos que han dejado dormidas sus demandas, dispuestos a esperar, tranquilamente, el largo período post-pre-electoral que se abrirá, en todo caso, tras el 2 de diciembre hasta fin de año.

CCOO hacía de insólito portavoz de la Junta de Andalucía, al anunciar hace unos días en la prensa[1] que el gobierno regional "estudia" la ampliación del centro. Es un tópico corroborado por los hechos aquel de que, - en momentos preelectorales, la Junta estudia de todo -, desde el Auditorio de Málaga, hasta el tranvía al Materno, el tercer hospital o la retahíla de reivindicaciones sanitarias que afectan a Málaga, como ciudad que muere de pura inteligencia, en ruido, expulsión de los vecinos, gentrificación y todo tipo de acosos que se hacen a la ciudadanía en nombre del turismo. Pero El Palo parece seguir sujeto a otra agenda, dilatada en el tiempo, en la que la reivindicación de exigencias de modernidad puede retrasarse hasta donde los políticos quieran. Sin menospreciar el hecho de que en El Palo hace falta suelo público para satisfacer necesidades, equipamientos e infraestructuras de todo tipo y que algunos opinamos que eso requiere de un plan estratégico del barrio para no morir en la próxima década y de que no se consideren aislados los problemas de playas, turismo, empleo, vivienda, Casa Pedro, estacionamientos disuasorios, carriles bici, rehabilitación paisajística, etc., y se doten de una vez de los itinerarios integrales e inter-conexiones a los espacios públicos y se mejore sustancialmente el espacio comunitario de este barrio. Para eso hace falta incorporar los mecanismos modernos e innovadores, que ya son ostensibles en la zona Oeste de Málaga, la realidad es que da vergüenza ajena el descuido administrativo y la penosa intervención política que han dado lugar a que sea la asociación de vecinos quién tenga que protagonizar el esfuerzo de consenso y de gestión en materias tan sensibles de la competencia en salud y/o de la acción urbanística de la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento. No se sabe para qué están los funcionarios, concejales y consejeros que marean la perdiz, jugando con la salud, el tiempo y los escasos recursos de la población del barrio, haciendo más difícil la vida cotidiana de padres y, especialmente de niños y ancianos, de la comunidad periferia más estructurada de la capital malagueña, que no se merece el maltrato que recibe, planteando hasta las más nimias reivindicaciones como si se tratara de grandes batallas, como diría Bertolt Brecht, para hacer visible lo evidente, poniéndolo en práctica en un tiempo razonable.

SOLO basta saber que en seis meses habrá dos o tres convocatorias electorales, para ver cómo otra vez se quedarán en agua de borrajas las legítimas aspiraciones vecinales, sea en el alero de la Casona o en las estribaciones de los despachos de Sevilla y sus impotentes delegados malagueños. El problema es que luego nos extraña que calen los discursos demagógicos o escépticos de la política, que lleguen al poder líderes ultraderechistas a hacer lo que les venga en gana, o que tengamos que acudir al sector privado de la sanidad para resolver sencillos problemas cotidianos, sin recurrir a la movilidad urbana, a contaminar, estropear y colapsar los servicios que tienen que prestarse con eficacia y cercanía en el sitio donde están las personas, y no dónde dicen los memorandos de los jefes de gabinete.

ESOS parásitos, que tan bien viven de olvidarse de la gente que les paga su obligación de planificar, están de más, si no se dedican a acordar, gestionar y ejecutar la política al servicio de la ciudadanía, y no al revés, como sucede desde hace décadas en El Palo.

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