“Ha habido soberbia localista desde el  fatuo orgullo "malagueño" por lo que no es sino la suerte de tener un clima tan benigno, con el que se ha acaparado el poder de una "marca" creada para lucimiento del PP y de su alcalde”

OPINIÓN. Mascarón de proa
Por Carlos Hernández Pezzi. Arquitecto


03/05/19. Opinión. El arquitecto Carlos Hernández Pezzi reflexiona en su  nueva colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre la situación sociopolítica que se da en Málaga tras las elecciones generales. “Ahora se ha demostrado a las claras que los malagueños saben escrutar a sus representantes y discernir entre las urnas que se llenan, de distintas opciones diversas, incluso el...

...mismo día. Nos abandonen quienes nos abandonen, tenemos que valernos por nosotros mismos, porque el recurso del caimán se ha demostrado inválido para acometer los retos de futuro y, "si se puede", no es "por la gracia de Dios", o de sus inicuos representantes en la tierra, sino porque hay entendimientos comunes y fraternales de los horizontes y de la inteligencia de lo que hay que hacer”, pronostica Hernández Pezzi.

Cura de humildad

A los que hemos tenido que ver con la política local malagueña nos toca hacer una dilatada cura de humildad. En muchos sitios hay turistificación, despedidas de soltero y alquiler turístico, el "modelo" de Málaga no significa más que un "nicho" en un mercado subsidiario, monopolizado por un partido que no tiene nada que enseñar. En casi todos los ámbitos, la responsabilidad tiene muchos niveles. Ha habido soberbia localista desde el  fatuo orgullo "malagueño" por lo que no es sino la suerte de tener un clima tan benigno, con el que se ha acaparado el poder de una "marca" creada para lucimiento del PP y de su alcalde. El regidor, - que ya está próximo a dejar el cargo de la forma que él menos se esperaba -, se ha quedado con un tercer puesto de partidos de derechas, fustigado por la corrupción, sin prestigio y sin sucesor viable para un mandato demasiado codicioso que lo ha alejado definitivamente de la  moderación y del centrismo que eran sus pretendidas señas de identidad.


EN su entorno, las sorpresas que se llevará la derecha desarrollista van a ser mayúsculas, porque el espectro del cambio de ciclo es un hecho, - al PP le ha llegado su hora muy tarde, con muchos fracasos sin asumir -, dejando en cueros a sus sucesores más directos, las alcaldías más consolidadas y su provincia "trampolín". La baja cotización de los alcaldes y equipos del PP en Málaga va a dar al traste con cabeceras de comarca y capitales y va a teñir la provincia de otros colores como Cs. Las izquierdas mayoritarias, aquejadas también del "susanismo" suicida no caben en sí de gozo, pero no miran dónde debieran. Creen en la ley del péndulo y no hacen autocrítica. El PSOE que ha ganado estas elecciones es diferente de los locales, de la vieja escuela. Algo de humildad y cambio de estilo debe llegar al Ayuntamiento de la mano de Nacho López Cano y Josele Aguilar. Después de las experiencias desgraciadas de 2011 y 2015, la solución no está en las corrientes de un partido u otro, o en las coaliciones pintorescas o las primarias banales, sino en políticos consecuentes (incluidos los de Podemos en la capital) que articulen la unidad necesaria para hacer una civilidad progresista y una Málaga inteligente en lo social, en la innovación productiva y en la cultura del siglo XXI.

AFORTUNADAMENTE
, se extienden la lucha feminista y se expande la conciencia crítica sobre el cambio climático, cosas en las que hay mucho riesgo de retrocesos en cualquiera de las combinaciones de la fragmentación política municipal que se avecina. Pero también parece que vamos a depurar las agrupaciones sin sentido, que tanto han contribuido a desnaturalizar el proyecto de progreso de la ciudad y a los soberbios sin programa, que tanto quieren imponer a sus conciudadanos, a base de despotismo cateto y desprecio a sus aliados, a sus funcionarios y a sus vecinos. Tanto abusar de la piqueta y de la especulación tiene que terminar para que nos podamos mirar en el espejo de la bahía sin que se nos caiga la cara de vergüenza. El Senado también ofrece una cara renovada y la Corporación Local debe empezar por hablarse para hacer algo positivo con el cambio de alcalde. Con el voto repartido y con los problemas estratégicos que tiene esta ciudad, despoblada de residentes y reprogramada de oportunidades desaprovechadas y clanes auto-satisfechos.


DE tanto ser usados como moneda de cambio para la política reaccionaria autonómica y nacional y de tanto loar a la legión, hasta los legionarios se han cansado y han denunciado que les metan en un saco impresentable. La responsabilidad máxima es del máximo responsable, que ejemplifica aquella máxima de Groucho Marx de que estos son mis "principios" centristas, "...pero si no le valen"... tengo otros de recambio como depredador extremo. Ahora se ha demostrado a las claras que los malagueños saben escrutar a sus representantes y discernir entre las urnas que se llenan, de distintas opciones diversas, incluso el mismo día. Nos abandonen quienes nos abandonen, tenemos que valernos por nosotros mismos, porque el recurso del caimán se ha demostrado inválido para acometer los retos de futuro y, "si se puede", no es "por la gracia de Dios", o de sus inicuos representantes en la tierra, sino porque hay entendimientos comunes y fraternales de los horizontes y de la inteligencia de lo que hay que hacer.

PENSAR
que sin una hegemonía culta y abierta de la izquierda esta ciudad, "de vallas" tiene futuro, es un error de proporciones mayúsculas. Ninguna lista electoral nos gusta del todo, pero hay mucha gente válida, muchos ciudadanos, muchos servidores públicos que quieren ayudar, muchos vecinos hartos de postergación y abandono. Casi todas las rémoras, sin embargo, están en la increíble lista menguante de Francisco de la Torre, que ya no nos representa, porque ha sabido llenarse de pasado, prepotencia y chulería con sus apoyos de su última etapa, al frente de un equipo de trepas que se han colocado antes del naufragio del Titanic. Ya no quedan lanchas de salvamento, ni en Málaga ni en la provincia, de manera que el hundimiento deberá maquillarse, disimulando los informes de daños, y haciendo creer que la victoria postrera  del PP aún es posible, lo que es rotundamente incierto. Casado echa a de la Torre. Como él no sabe irse, tenemos, por fin, un cambio de verdad, en los últimos veintitantos años.

SE
sabe que hay que retirarse a tiempo, pero, por lo visto, esa es una práctica que sólo se aprende desde la humildad. Algunos de los que podemos ayudar debemos saber estar en el segundo plano, en el tercero, o en la reserva que ya nos toca, pero hay gente que se cree imprescindible hasta muerta. De esos hay que prescindir por higiene;  de los salvadores de la patria, como nos demuestran las últimas elecciones, también. Hay que saber pactar, conciliar, ayudarse y acordar; concertar por el bien de la ciudad, que ha sido tan consumida y expoliada en los últimos años.

HAY
que estar atentos para sumar y no restar, para aumentar la humildad para el servicio público y coordinar a los que son partidarios de una comunidad malagueña basada en otros principios y otros valores. El "pan y circo" ya ha tenido un desarrollo notable. Ahora la ciudad necesita basarse en reglas de funcionamiento más democráticas, trabajar por la ciudad más solidaria, verde y justa. Sobre todo, olvidarse de los prepotentes que se han creído que Málaga es Jauja; de aquellos que la han convertido para las funciones de divertir al público en su jaula particular, mientras los negocios legítimos son minoría, frente a las especulaciones de la tierra prometida a los amigos, que se hacen a cielo abierto.

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