“Por todos nosotras, por las flores muertas y las que están creciendo, por las que nacerán en un futuro. Por todas las flores, por todas nosotras, que aunque entre estiércol, crecemos y creceremos”
OPINIÓN. Caleidoscopio. Por Laura Martínez Segorbe
Cofundadora de la Asociación Enjipai para mejorar las condiciones de vida de los masái de la aldea de Mfereji, Tanzania
25/11/24. Opinión. La cooperante internacional Laura Martínez, en esta colaboración por el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com, escribe sobre la violencia: “Gisèle Pelicot fue drogada por su esposo y violada durante más de una década por unos indeseables. Hace años el silencio milenario...
...habría sido el protagonista o como mucho, a Gisèle la hubieran convertido en árbol. Hoy ha salido de los juzgados en medio de aplausos, ovaciones y flores. Siempre las flores”.
De Dafnes y Eros. Y flores
La violencia en todos sus ámbitos, pero especialmente la que se ejerce contra la mujer, es un tema difícil de abordar, de asumir, frenar y denunciar. Se necesita mucho valor por más que una crea en una misma. La mente además, suele ser traicionera: ¿qué fue lo que no vi? ¿por qué nadie me protegió? Preguntas que atosigan, angustian y lo peor, culpabilizan. Y el miedo, siempre el miedo, que paraliza y anula.
Tal vez estamos demasiados dormidos.
Tal vez no queremos despertar.
Y mientras, la violencia
ha cobrado prestigio
y eso duele.
La violencia contra la mujer
ocurre a cada minuto.
Ahora mismo está ocurriendo.
Detrás de alguna puerta.
En el despacho de una oficina.
En el colegio.
Ocurre desde tiempos inmemoriales.
¡Padre, padre mío, por favor, ayúdame!
Dafne imploraba a su padre.
La violencia, si, ha cobrado prestigio
y eso duele.
La primavera es violenta
y las rosas crecen atroces
y los jazmines están cubiertos de fango.
Las flores piden auxilio
mientras la violencia
con su mecánica obsesiva
asoma con el silencio milenario
y se posa sobre cuerpos devorados,
incansable
sin tregua
y solo queda la esperanza
de dar cuerda otra vez al corazón
para poder soportar tanta violencia
mientras nos vamos desgastando.
En Mijas, a 25 de noviembre de 2024.
40 mujeres asesinadas en España en lo que va de año. Sin hablar de la violencia doméstica y violencia de género, de la trata y explotación sexual. Parece que hay demasiado Eros y demasiadas Dafnes.
Algunos casos recientes: Íñigo Errejón, político de primera línea, ha sido cesado de su partido por aceptar haber tenido comportamientos machistas y haber acosado a algunas mujeres. Estamos a la espera de su juicio. Este año también se ha celebrado el juicio contra unos individuos: es el caso Pelicot.
Gisèle Pelicot fue drogada por su esposo y violada durante más de una década por unos indeseables. Hace años el silencio milenario habría sido el protagonista o como mucho, a Gisèle la hubieran convertido en árbol. Hoy ha salido de los juzgados en medio de aplausos, ovaciones y flores. Siempre las flores.
Dentro de la sala se han oído frases como estas: “no sabía que la estaba violando”, “creí que estaba participando en un juego erótico”, “no tengo corazón de violador”, “sin intención de cometer una violación no hay violación”. Frases pronunciadas por los acusados, que son bomberos, médicos, periodistas, etc., enfermizos indeseables que desde la antigüedad nos acechan, con esa violencia extrema.
Por todos nosotras, por las flores muertas y las que están creciendo, por las que nacerán en un futuro. Por todas las flores, por todas nosotras, que aunque entre estiércol, crecemos y creceremos. Por todas nosotras que no queremos vivir guardando el frío en el corazón.
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