“Las vigilias veganas son verdaderos actos de amor y de respeto hacia los animales que realizan su último viaje: el camino hacia el matadero. No son una moda. Son la escenificación de un acto de compasión hacia otro ser vivo al que se le va a arrebatar la vida. Una vida individual que le pertenecía como ser único”
OPINIÓN. Animales en sociedad. Por Rosario Monter
Abogada especializada en maltrato, Derecho y Bienestar Animal, y asesora jurídica de la Fundación Nacional A Salvo23/01/19. Opinión. La abogada especializada en maltrato, Derecho y Bienestar Animal, Rosario Monter, reflexiona en su nueva colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre las vigilias veganas a raíz de un programa de televisión que habló sobre este tema recientemente. Monter explica al lector en qué consiste esta actividad en la que personas se acercan a los camiones donde se...
...transporta a los animales que van a entrar en el matadero y les dan agua o los acarician. “Las vigilias también muestran un cambio de concienciación hacia los animales de producción, los que yo llamo ‘los olvidados’, por el hecho de que se conciben para el consumo del ser humano desde su nacimiento”, señala Monter.
Vigilias veganas: el poder de la compasión
HACE unos días en televisión se emitió un programa (de cuyo nombre no quiero acordarme) donde se debatía sobre las vigilias veganas.
LA pregunta del debate era “Vigilias veganas, ¿humanidad o soplapollez?”.
HE visto varias veces el vídeo del programa. Primero, con mucha pena. Segundo, con mucha rabia.
HA quedado patente la gran ignorancia de los que debatieron y que, por respeto a los animales, ni voy a nombrar. También, las faltas de respeto continuas y mofas hacia las personas que dedican parte de su tiempo a realizar estos actos de humanidad.
LAS vigilias veganas, de las que se mofaron en dicho programa, son actos de compasión hacia animales no humanos. Verdaderos actos de amor y de respeto hacia los animales que realizan su último viaje: el camino hacia el matadero.
EL origen de estos actos de vigilia está en Canadá y en los países nórdicos, si bien cada vez se extienden más a nivel mundial, en países como Australia, Austria, Bélgica, Bolivia, Brasil, Argentina, Francia o Alemania, entre otros, y recientemente en España.
PRECISAMENTE fue en Canadá, en junio de 2015, donde una activista en defensa de los derechos de los animales, Anita Krajnc, fue acusada de un delito criminal por el que podría haber sido condenada a seis años de cárcel al haber liderado una acción en Toronto en la que se facilitó agua a los cerdos que eran transportados al matadero de Burlington. Durante el juicio, Anita Krajnc defendió su acción como una respuesta humanitaria ante el sufrimiento de 190 animales hacinados en un camión a altas temperaturas. El juez del caso, David Harris, la absolvió de los cargos, y su acción sentó un precedente de unión a nivel mundial por los derechos de los animales.
LAS vigilias no son una moda. Suponen la escenificación de un acto de compasión hacia otro ser vivo al que se le va a arrebatar la vida. Su vida. Una vida individual que le pertenecía como ser único. Y aunque aparecen amontonados en los camiones hacia la muerte, y aunque parecen todos iguales, cada uno es un ser diferente y único.
LAS vigilias también muestran un cambio de concienciación hacia los animales de producción, los que yo llamo ‘los olvidados’, por el hecho de que se conciben para el consumo del ser humano desde su nacimiento. Olvidados, y no paradójicamente por las leyes que los declaran como animales sintientes, y que de alguna manera, están protegidos por las leyes pero desprotegidos ante el mundo. Siendo su mundo, las granjas industriales, el único que conocen y el que en muchos y terribles casos se olvida de lo que son.
SON animales que sienten, pero su ‘estatus de sintiencia’ queda totalmente devastado por las macro-granjas donde el animal se convierte en producto. El producto en producción, y la producción en miles de millones de euros.
DINERO que proviene de una madre, que nació de otra madre, violada repetidamente, que fue estabulada, recluida en una celda de gestación, sometida a tratos vejatorios, alejada de su entorno natural, para llegado el momento adecuado llevarla al matadero y con suerte, darle una muerte digna. Aunque su dignidad les fue arrebatada a lo largo del camino de su irrespetada vida y aun cuando no hay muerte digna para un ser vivo que no quiere morir.
Y es precisamente durante el camino al matadero, durante el transporte, donde estos animales sufren altos niveles de estrés físico, fisiológico y psicológico, que inciden negativamente en su bienestar y que por ende incumplen las normas del propio bienestar del animal.
AVANZANDO por la carretera, en el interior de los camiones, estos animales detectan su destino. Un destino impuesto, y no elegido. Predicen entre ellos, en un lenguaje mudo, la terrible e inevitable última parada del trayecto. Se miran y se entienden entre ellos, pero no pueden ayudarse. He visto llorar a terneros, he visto el terror en los ojos del cerdo, he visto temblar a las vacas y hasta vomitar de miedo.
LO saben. Su destino está marcado como las señales de la carretera. Como en sus crotales.
EL miedo se apodera de ellos conforme los kilómetros avanzan. Y en un momento dado del camino, antes de llegar a su destino, el poder de la compasión les alcanza.
VARIAS manos que se convierten en una sola. Varios ojos que también lloran sus lágrimas. Varios corazones que se aceleran a sus ritmos, componiendo una canción de humanidad.
LES llevan simplemente agua, para aliviar su sed, a la vez que les acarician. Pues también están sedientos de cariño. Les miran con respeto y les escuchan, entendiendo lo que ellos quieren que sepamos.
Y entendiéndoles…
LES piden perdón.
¿NO es este el mayor acto de humildad del ser humano ante un animal que va a morir?
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