“La destrucción posterior de los periódicos liberales y constitucionalistas cuando regresó Fernando VII ha inducido a que se perpetúen las posiciones absolutistas de ese periodo hasta nuestros días a través de las informaciones contenidas en los periódicos considerados patrióticos, que son los únicos que generalmente han sobrevivido”
OPINIÓN. Viejos periódicos. Por Julio Fernández-Sanguino
Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales
06/03/19. Opinión. Julio Fernández-Sanguino, doctor en Ciencias Económicas y Empresariales, estrena colaboración en el EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com bajo el título Viejos periódicos. Una columna en la que realiza un repaso por la prensa histórica y su importancia para conocer cómo era la vida de generaciones pasadas. En este primer artículo Fernández-Sanguino se...
...centra en el caso de la Gazeta de Málaga, del que solo se conserva un ejemplar. “Lo expuesto sirve de ejemplo para poner de manifiesto la necesidad de preservar para generaciones futuras toda la numerosa prensa editada en nuestro país al margen de sus tendencias y poder así mantener los diferentes puntos de vista sobre las cuestiones sociales o políticas en cualquier periodo histórico”, indica el nuevo colaborador de esta revista. Además de sus publicaciones vinculadas con el sector empresarial y financiero, en el que ha desarrollado su actividad profesional, Fernández-Sanguino es autor de diversos estudios sobre temas históricos y culturales; entre ellos, cinco libros relacionados con la prensa histórica. Como es el caso de La prensa editada en Málaga durante la Guerra de la Independencia, editado por la Fundación Cultural Unicaja.
La prensa histórica como fuente de investigación. El caso de la ‘Gazeta de Málaga’ (1810-1812)
LA Gazeta de Málaga se editó desde el 6 de marzo de 1810, tras la entrada de las tropas napoleónicas, hasta agosto de 1812. La destrucción de los ejemplares de esta publicación cuando los franceses abandonaron la ciudad, al igual que la llevada a cabo con los periódicos constitucionalistas y liberales cuando se instauró el absolutismo en el país con la entrada de Fernando VII, ha privado, al margen de cuestiones políticas o militares del momento, de poder conocerse una valiosa información acerca de la historia local de aquellos años, perpetuándose, en cambio, a través de los periódicos considerados patrióticos, las posiciones absolutistas de Fernando VII hasta nuestros días.
TRAS la entrada de las tropas napoleónicas en las Andalucías, al inicio del año 1810, se editaron en las principales ciudades gacetas promovidas por los nuevos gobernantes afines a José I. Sin embargo, de muchas de estas publicaciones no se han conservado ejemplares que permitan ver actualmente sus características y contenidos. Cuestión que ha generado imprecisiones a la hora de referenciarlas, tanto en las catalogaciones tradicionales de la prensa histórica como en otras más recientes. Dando lugar a reseñas que se estiman poco objetivas a pesar de que aparentemente no se haya podido ver ningún ejemplar.
UN claro ejemplo de este asunto se puede apreciar en la Gazeta de Málaga, ya que la falta de ejemplares y las observaciones que sobre ella han llegado hasta nuestros días han dificultado un análisis riguroso de la publicación. No obstante, en el estudio realizado sobre La prensa editada en Málaga durante la Guerra de la Independencia, libro editado por la Fundación Cultural Unicaja, han aflorado datos de interés que ponen de manifiesto las características e importancia que debió tener un periódico que, inexplicablemente, ha sido condenado al ostracismo.
SE ha podido concretar que la Gazeta de Málaga se editaría desde el 6 de marzo de 1810 hasta agosto de 1812 cuando los franceses abandonaron la ciudad, teniendo dos etapas diferentes con cuatro directores. Fue impulsada por Pedro Estala, canónigo de la catedral de Toledo, que dejó el periódico a cargo del abogado Romualdo Mazariego cuando salió de Málaga con José I. Su segunda fase comenzaría el 15 de noviembre de 1811 bajo la redacción del maestro Andrés Baylón, prosiguiendo esta labor hasta el cese de la publicación el Reverendo Padre Carrera.
PEDRO Estala era considerado como una de las mentes más preclaras del periodismo español de aquellos años. El 21 de marzo de 1809 había editado El Imparcial de Madrid en la confianza de que: “El nuevo gobierno constitucional de José Napoleón que debían a la Providencia, como se fundaba en la Justicia, lejos de amar las tinieblas, procuraba con el mayor ardor esparcir las luces de la razón”. Parece lógico deducir que estas ideas impulsasen igualmente la Gazeta de Málaga que, por otro lado, se pueden apreciar igualmente en la comedia sobre los Sucesos de Málaga que reprodujo la siguiente frase que había publicado el periódico malagueño, aunque para criticarla: “Hasta cuándo, ciegos, sordos y endurecidos vuestros corazones, no habéis de dar lugar a ver y oír las voces de la razón y de la verdad”.
ESTE último párrafo puede definir la finalidad de la Gazeta de Málaga, cuyo inicio se podría intuir igualmente en el primer número de la editada en Granada por aquellas fechas al llegar las tropas napoleónicas, que comenzaba señalando: “Nada ciertamente es más difícil que hablar en el lenguaje de la razón y del amor a la verdad a un pueblo al que se ha tratado de engañar por muchos años”. Con estos contenidos las nuevas autoridades napoleónicas trataban de ganarse a la población, siendo habituales, por otra parte, en este tipo de publicaciones que seguían el camino emprendido por la Ilustración en el siglo anterior y trataban de aportar las luces de la razón.
POR otro lado, se ha podido constatar en el estudio realizado que la publicación malagueña tuvo un gran número de colaboradores, ya que, además de los responsables de su redacción y de militares participantes, conocido es el afán de José I de rodearse de reconocidos literatos que escribieron en las publicaciones consideradas afrancesadas. Entre ellos, se puede citar a Francisco Antonio de Zea que estuvo en Málaga como Prefecto; con anterioridad, había sido director del Real Jardín Botánico de Madrid y uno de los principales responsables del Semanario de agricultura, el primer periódico español dedicado a mejorar y modernizar la agricultura y que fue impulsado por Godoy, que entre otros títulos ostentaba el de Regidor Perpetuo de Málaga otorgado por la ciudad en 1796.
POSIBLEMENTE, debió de colaborar igualmente en la Gazeta de Málaga Fernando Sor, que en 1810 ocupó el cargo de Prefecto de Policía en la ciudad. Este ilustrado, como José de Gálvez y que anteriormente había sido Administrador de la Fábrica de Naipes de Macharaviaya, es conocido como el Beethoven de la guitarra y tendría que exiliarse cuando regresó el absolutismo de Fernando VII, lo que no fue obstáculo para que alcanzase grandes éxitos en su carrera musical en Europa. Al igual que otros ilustres españoles de entonces, como Goya, tuvo que ser enterrado en Francia.
DESPUÉS de que las tropas napoleónicas abandonasen la ciudad, la Gazeta de Málaga sufriría los rigores anti franceses al igual que otros periódicos de la misma tendencia. Cuestión que dificulta poder analizar sus contenidos como se ha podido realizar con otras publicaciones de aquella época, especialmente con el Diario de Málaga. Periódico afín a Fernando VII que se editó desde el 9 de junio de 1808 hasta el 21 de diciembre del año siguiente y del que se han podido localizar en diversos archivos todos los ejemplares para su estudio.
DE la Gazeta de Málaga solo se ha podido encontrar el ejemplar del 15 de noviembre de 1811, que se estima como una muestra representativa de lo que pudo ser el periódico malagueño durante la presencia francesa. Las finalidades expuestas y los escasos contenidos que han sobrevivido, así como la incuestionable calidad humana y el altísimo nivel cultural de los ilustrados que en ella participaron, no encajan con las descalificaciones que con posterioridad se escribieron sobre la Gazeta de Málaga sin aparente fundamento. Asimismo, la destrucción posterior de los periódicos liberales y constitucionalistas cuando regresó Fernando VII, como el Minerva Constitucional editado en Málaga a finales de 1813 y que, por otro lado, requiere una exposición más amplia en otro contexto, ha inducido a que, incluso de buena fe, se perpetúen las posiciones absolutistas de ese periodo hasta nuestros días a través de las informaciones contenidas en los periódicos considerados patrióticos, que son los únicos que generalmente han sobrevivido.
AL analizar la prensa de ese periodo se aprecia que, al margen de las noticias sobre la guerra que en las publicaciones afines a Fernando VII constituían la base de las informaciones ofrecidas, en los periódicos considerados afrancesados destacan las numerosas disposiciones oficiales que se dictaron por las nuevas autoridades napoleónicas para tratar de gobernar y modernizar el país junto con otras noticias locales de interés que permiten sustentar la historia de aquellos años en la zona donde se editaron lo periódicos.
AHORA bien, al destruirse los ejemplares de la gaceta impresa en Málaga tras la salida de las tropas francesas de la ciudad se ha privado, al margen de cuestiones políticas o militares del momento, de poder conocerse una valiosa información acerca de la vida cotidiana de aquellos años recogida en las habituales reseñas que detallaban el precio de los productos en los mercados, el desarrollo de la agricultura, las operaciones comerciales a través del puerto de la ciudad, los negocios existentes, la actividad cultural del momento y otras muchas cuestiones que podrían precisar la historia local de ese periodo.
LO expuesto sirve de ejemplo para poner de manifiesto la necesidad de preservar para generaciones futuras toda la numerosa prensa editada en nuestro país al margen de sus tendencias y poder así mantener los diferentes puntos de vista sobre las cuestiones sociales o políticas en cualquier periodo histórico. Asimismo, parece evidente que se debe defender en todo momento la existencia de una prensa plural e independiente que recoja la realidad cotidiana, especialmente a nivel local. En consecuencia, estas dos condiciones son necesarias para que la prensa pueda ser considerada como fuente primaria de investigación por historiadores futuros, estimándose que esta cuestión alcanza una especial relevancia en los momentos actuales.