“Asistimos a una bochornosa propagación de bulos y fakes, por no decir mentiras y calumnias, que llenan de odio las redes en plena emergencia por el Covid-19 para desgastar al Gobierno”
OPINIÓN. Viejos periódicos. Por Julio Fernández-Sanguino
Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales07/04/20. Opinión. Julio Fernández-Sanguino, doctor en Ciencias Económicas y Empresariales, realiza una nueva colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com en la que habla sobre la actuación de parte de la prensa durante la crisis del coronavirus: “Las informaciones de algunos medios no apaciguan a la población. Todo lo contrario. Crean una injustificada alarma social con sus sesgadas...
...opiniones acerca de las medidas del Gobierno o dando versiones distintas para un mismo hecho según se refieran a unos o a otros. No les importa, o tal vez es lo que se persigue, que los más perjudicados sean curiosamente las personas de su ideología, sus lectores, cada vez más radicalizados por las falsedades difundidas”.
La buena prensa y el coronavirus
La voz de Iñaki Gabilondo se centraba recientemente en el tema que nos debería preocupar en estos momentos a todos los españoles y lanzaba una reflexión con el título “Y en medio del drama, los buitres”, en referencia a que una minoría, que calificaba de carroñera, se había puesto en acción aprovechando el desvalimiento de una sociedad paralizada por el coronavirus.
Del mismo modo, aparecían denuncias sobre la política de tierra quemada emprendida por algunos en su feroz acoso al Gobierno, tema que estiman prioritario por encima de las cuestiones sanitarias, que pasan a un segundo plano en sus discursos, dando la sensación, para muchos, de que no les importa, aparentemente, que se estén muriendo miles de personas.
En estos momentos, aparecen políticos dispares. Unos piden solidaridad, pero que no se bajan el sueldo; otros se acantonan en sus castillos de pan de azúcar y algunos critican sin parar y sin querer ver que sus medidas han sido ineficaces y sus recortes los causantes de la precariedad existente, lo que no es óbice para que pretendan volver a gobernar otra vez, escudándose en la irresponsabilidad e improvisación del Gobierno.
En este batiburrillo, se pide sin tapujos la intervención del ejército para perpetrar un golpe de Estado después de romperse el leal consenso que deberían mantener algunos en el estado de alarma, se clama por la dimisión del presidente del Gobierno y la creación de uno de emergencia nacional o salen de las tinieblas políticos, calificados por algunos como rosas marchitas que solo conservan un seco tallo con espinas, que proponen un gobierno de coalición.
Paralelamente, asistimos a una bochornosa propagación de bulos y fakes, por no decir mentiras y calumnias, que llenan de odio las redes en plena emergencia por el Covid-19 para desgastar al Gobierno. Estas prácticas infectan a más personas que el propio coronavirus y llevan la angustia a los hogares de los confinados, que ya tienen bastante con las malas noticias de la TV.
Por otro lado, se aprecia que el solar patrio sigue oscurecido por negros nubarrones tormentosos impulsados por una serie de periodistas y tertulianos que, a pesar de que estos momentos precisan de sosiego y calma, siguen con sus cuestionables prácticas periodísticas en contra del Gobierno, pero cambiando Venezuela por el coronavirus.
Las informaciones de algunos medios no apaciguan a la población. Todo lo contrario. Crean una injustificada alarma social con sus sesgadas opiniones acerca de las medidas del Gobierno o dando versiones distintas para un mismo hecho según se refieran a unos o a otros. No les importa, o tal vez es lo que se persigue, que los más perjudicados sean curiosamente las personas de su ideología, sus lectores, cada vez más radicalizados por las falsedades difundidas, que, por otro lado, producen la indignación o la hilaridad a un número cada vez mayor de personas, consiguiendo la desunión de los españoles.
De la misma manera, no interesan las voces críticas que van apareciendo dentro de los propios partidos conservadores, tanto en España como en Europa; se desoyen las informaciones de periódicos extranjeros que indican que las tensiones políticas se han dejado a un lado excepto en nuestro país o que las evidencias visuales, pues una imagen vale más que mil palabras, desmientan las mentiras difundidas y pongan en ridículo a sus propagadores, apareciendo titulares como: “La caverna mediática pulveriza su récord de dar vergüenza ajena en plena emergencia por la pandemia”.
No pretendo hacer crítica, y menos en estos momentos, manteniendo dudas razonables por si las reseñas empleadas son correctas para no caer en sectarismos, aunque sean tan evidentes. Solo he referenciado algunos de los numerosos titulares de prensa que circulan en estos momentos, muchos nos los hubiera visto en condiciones normales, pero que he leído por no tener otra cosa que hacer.
Se puede pensar que las medidas empleadas por los conservadores españoles se enmarcan en la lucha política. Ahora bien, en otros momentos se podrían cuestionar, pero ahora no tienen justificación, señalando algún medio al respecto: “Lealtad crítica, sí. Sabotaje, no”.
Cuando se repasa la historia del periodismo español, se aprecia que este proceder se ha empleado desde sus inicios. La conocida como Guerra de la Independencia es buen ejemplo de ello, al utilizarse la prensa como un arma más en la contienda como se puede apreciar en las publicaciones editadas en Málaga en ese periodo histórico. Destacan especialmente el Diario de Málaga y el Atalaya Patriótico en los que aparecen descalificaciones, insultos y toda clase de bulos contra Napoleón como se ha señalado en artículos anteriores. Se debe precisar que enjuiciar unas evidentes malas prácticas periodísticas, criticadas por algún lector de entonces, no significa justificar la presencia de las tropas napoleónicas en nuestro país, son dos cosas diferentes que requieren también dos exposiciones diferentes.
Por otro lado, los periódicos denominados afrancesados fueron destruidos cuando las tropas napoleónicas abandonaban las ciudades donde se editaban. Asimismo, cuando se acabó la contienda la Inquisición mandó recoger y destruir los periódicos liberales y constitucionalistas. Hechos que nos deberían hacer recapacitar acerca de que se metieran en el mismo saco del silencio y del olvido a todas estas publicaciones.
De esa manera, ha quedado para la posteridad solo una versión de aquellos años, la que impuso la parte que deseaba el absolutismo de Fernando VII. Sin embargo, los pocos ejemplares de las publicaciones afrancesadas, liberales y constitucionalistas que han sobrevivido y que se van poniendo en conocimiento de todos gracias a su digitalización nos muestran otra versión de la historia muy distinta a la oficial que nos han enseñado.
Se puede poner como ejemplo el caso de la Gazeta de Málaga editada por los franceses. A su redactor se le llamaba cuando las tropas napoleónicas abandonaron la ciudad “servil, falso y miserable”; sin embargo, hay que poner en duda estas descalificaciones. Su impulsor fue Pedro Estala, que había fundado El Imparcial, señalando la Gazeta de Madrid editada por el gobierno de José Napoleón que era “canónigo de la santa iglesia catedral de Toledo”, utilizando un tono respetuoso, como era norma habitual, tanto para la Iglesia como hacia una de las personas de mayor peso en la cultura y el periodismo de aquellos momentos. Pedro Estala cuando fundó el periódico madrileño en 1809 lo hizo confiando en un estado de justicia que, lejos de amar las tinieblas, procuraba con el mayor ardor esparcir las luces de la razón, por lo que es de suponer que ese mismo espíritu le guiaría cuando editó la gaceta malagueña.
Aunque no hay ejemplares de la Gazeta de Málaga para poder ver sus contenidos, su finalidad se podría intuir en el primer número de la Gazeta del Gobierno de Granada, de la que sí se han podido recuperar los ejemplares. Esta publicación comenzaría siguiendo el camino emprendido por la Ilustración en el siglo anterior con la finalidad de aportar las luces de la razón e informar acerca de las reformas tan necesarias en el país. Es elocuente la siguiente frase inicial del periódico:
«Nada ciertamente mas dificil que hablar en el lenguaje de la razon y del amor á la verdad á un pueblo, al qual se ha tratado de engañar por muchos años. Ha mas de medio siglo, que todo hombre medianamente sensato estaba reclamando del modo que le era posible la necesidad de romper las odiosas barreras que la estúpida política de nuestro antiguo gobierno, y el egoismo de las clases privilegiadas en el Estado, habian levantado contra el interés y la conveniencia general».
Estas finalidades se pueden apreciar en otros periódicos, como el Eco de Reus de abril de 1814 y que se reeditó en Málaga. Se puede destacar un artículo sobre “Desengaños que da un verdadero patricio a los españoles seducidos por los malos compatriotas”, en el que el redactor se preguntaba hasta cuándo los desventurados españoles serían el juguete de los que denominaba “despreciables diaristas” que se dedicaban a engañar, pues para sublevar a la gente se valían de engañosos pretextos y sembraban infundios, así como que el tiempo había “desmentido tantas imposturas”.
Se puede pensar que la Guerra de la Independencia queda muy lejos y que las mentiras y descalificaciones empleadas por los partidarios de Fernando VII estaban justificadas en aquellos momentos, pero lo preocupante de todo este asunto es que este tipo de comportamientos se han generalizado a lo largo de los años y por lo que parece han llegado a nuestros días dadas las reseñas señalas con anterioridad.
Este tipo de comportamientos han hecho caer a gobiernos en el Siglo XIX, tema que requiere una mayor exposición en otro artículo. Es evidente que las mentiras y falsedades, que antes se podían camuflar, hoy día afloran dados los medios existentes. Comentando esta cuestión con un amigo, persona nada revolucionaria y sensata, me señaló, ante las evidentes barbaridades vertidas por algunos políticos y periódicos: Si esto se hace en pleno siglo XXI, no puedo imaginar lo que se diría en la Segunda República.
Puede leer aquí anteriores artículos de Julio Fernández-Sanguino:
- 03/04/20 Nuevas prácticas políticas con motivo del coronavirus
- 04/03/20 Poemas a la Batalla de Talavera de 1809. Referencias en el Diario de Málaga
- 12/02/20 Gneisenau vs. C-3
- 20/12/19 El Atalaya patriótico de Málaga de 1809 o las fake news de la época
- 14/11/19 Manipulaciones informativas. El caso de los periódicos editados en Málaga al inicio de la Guerra de la Independencia
- 18/10/19 El Eco de Reus, periódico constitucional reeditado en Málaga en 1814
- 13/09/19 La cátedra de Constitución en Casabermeja en 1820
- 01/07/19 El recuerdo de Bernardo de Gálvez tras el desastre de Cuba en 1898 hasta nuestros días
- 23/05/19 Limitaciones al desarrollo de una prensa plural e independiente
- 29/03/19 El ‘Minerva constitucional’ editado en Málaga en 1813
- 06/03/18 La prensa histórica como fuente de investigación. El caso de la ‘Gazeta de Málaga’ (1810-1812)