Al mismo tiempo que los articulistas de El Correo Nacional lanzaban sus ataques contra Espartero, se avisaba del peligro republicano ante la delicada situación de la Monarquía en aquellos momentos y el auge que estaba alcanzado el nuevo partido

OPINIÓN. Viejos periódicos. Por Julio Fernández-Sanguino
Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales

08/06/23. Opinión. Julio Fernández-Sanguino, doctor en Ciencias Económicas y Empresariales, escribe una nueva colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre la prensa y la política en el siglo XIX: “Tras el fin de la Primera Guerra Carlista, el inicio de la década de los años cuarenta del siglo XIX estaría marcado por la entrada del general Espartero en la política española, provocando duros ataques...

...de la prensa conservadora por sus posiciones progresistas, que se incrementaron en 1841 cuando alcanzó la Regencia del Reyno”.

Prensa y política

En un anterior artículo se exponía que en las últimas fases de la contienda conocida actualmente como Guerra de la Independencia irrumpió una prensa ultraconservadora afín a Fernando VII que cambió sus ataques iniciales hacia los franceses por otros similares contra los liberales y constitucionalistas españoles al no ser ya las tropas napoleónicas un enemigo a batir.


En etapas posteriores, esas prácticas periodísticas se repetirían en el país, aunque cambiando su estrategia en función de los considerados enemigos según las épocas. Así, tras el fallecimiento de Fernando VII se reinicia la actividad constitucional y la prensa vuelve a florecer con publicaciones que nos muestran las diferentes tendencias que surgieron y su influencia en la sociedad de aquellos años.

Como ejemplo de la política de entonces, se puede destacar el Discurso del Jefe Político de Cáceres publicado en diciembre de 1839 en el que se aleccionaba sobre lo que se debería de votar en los comicios que se iban a celebrar, mostrándose defensor de la clase política que unos años más tarde ocuparía el poder en la conocida como Década Moderada e incluyendo una serie de consideraciones que se pueden considerar retrógradas, incluso en aquellos tiempos.

Nicomedes-Pastor Díaz finalizaba su escrito refiriéndose al "fanatismo estúpido y el imperio del terror, que afortunadamente solo invocan y proclaman dos monstruos: Cabrera y el Eco del Comercio", metiendo en un mismo saco lo que consideraba como el terrorismo carlista y las informaciones del periódico progresista.

Para contrarrestar al Eco del comercio, fundado en 1834 por seguidores del liberalismo avanzado, se impulsaría El español al año siguiente como el periódico del liberalismo moderado. Para ello se creó la primera empresa editorial de la prensa española con capital aportado por nobles y terratenientes.

Tras el fin de la Primera Guerra Carlista, el inicio de la década de los años cuarenta del siglo XIX estaría marcado por la entrada del general Espartero en la política española, provocando duros ataques de la prensa conservadora por sus posiciones progresistas, que se incrementaron en 1841 cuando alcanzó la Regencia del Reyno. Paralelamente, en ese año los moderados incitaron el levantamiento militar de O'Donnell y se generalizó el enrarecimiento de la vida política, teniendo lugar unos infaustos sucesos en el país hasta el exilio del Regente.


Ante los nuevos acontecimientos, la prensa se potenció como medio indispensable de intervención en la política de esos años. Tras El Conservador, se fundó en 1842 El Heraldo al servicio del general Narváez y contra el partido progresista de Espartero, manteniendo un eminente carácter político y polémico con la prensa progresista, el Eco del comercio y El clamor público, principalmente. El Heraldo, que se convirtió en el órgano del Partido Moderado y sería el continuador de El español y de El correo nacional, nacería bajo el subtítulo de “político, religioso, literario e industrial”. Junto a su posicionamiento monárquico-constitucional, se mostraría en contra de progresistas y de otros demócratas, erigiéndose en aglutinador del conservadurismo más puro, atrayente incluso para algunos sectores del carlismo.

Asimismo, la instrumentación de la prensa se puede ver a través de la actividad periodística de Nicomedes-Pastor Díaz. Tras asentarse en Madrid, colaboró con su amigo Pacheco, con el que sería ministro con posterioridad. Este político y periodista, que había dirigido La Abeja en 1835, fue uno de los fundadores en 1841 de El Conservador junto con el escritor vivariense, que en esa publicación expuso sus posicionamientos contra lo que consideraba como las rancias preocupaciones revolucionarias, las teorías modernas que trastornaban la sociedad y las exageraciones democráticas.

Años más tarde, su labor sería reconocida por otros periódicos, como El Católico que el 31 de octubre de 1844 le calificaba como uno de aquellos adalides, muy conocido en el mundo periodístico por sus valientes y enérgicos artículos que aparecieron en el Conservador, el Sol y el Correo Nacional ".

Por otro lado, al mismo tiempo que los articulistas de El Correo Nacional lanzaban sus ataques contra Espartero, se avisaba del peligro republicano ante la delicada situación de la Monarquía en aquellos momentos y el auge que estaba alcanzado el nuevo partido, precisándose que para poder combatirlo era necesario reconocer su existencia y las fuerzas que habían alcanzado. Asimismo, el escritor vivariense utilizaría la prensa para mostrar su apoyo incondicional a la Corona, publicando en El Sol la necesidad de declarar la mayoría de edad de Isabel lI.

En biografías de Nicomedes-Pastor Díaz se destacan igualmente las valientes campañas contra Espartero en las que intervino activamente, tanto en su labor periodística como en el campo político.

En 1843 Espartero se vería obligado a disolver las Cortes, generándose un cambio político en España tras el pronunciamiento militar encabezado por Narváez y Serrano. Las intensas campañas llevadas a cabo contra Espartero por la prensa conservadora de entonces abonaron la opinión pública en contra del Regente y allanaron el camino para las intervenciones que terminaron con su exilio en Londres. El lector puede ver en las publicaciones de aquellos años, que están disponibles en la Biblioteca Nacional, las diversas tendencias de entonces y sacar sus propias consideraciones sobre la cuestión tratada.

Con la salida de Espartero se inicia la fase conocida como la Década Morada, periodo en el que hubo una estrecha relación entre los ámbitos político y financiero, con un papel destacado del malagueño José de Salamanca junto con los periodistas señalados.

Puede leer aquí anteriores artículos de Julio Fernández-Sanguino