Alguien tendría que decirles que el andalucismo no es más que el nacionalismo andaluz, que no es sólo una bandera o un escudo. Es un sentimiento. Una esperanza. Una lucha

OPINIÓN. Boquerón en vinagre
. Por Francisco Palacios Chaves
Programador informático


27/02/20. Opinión. El programador informático Francisco Palacios continúa con su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com con un artículo sobre el andalucismo: “El nuevo andalucismo, como afirma nuestro flamante presidente, no ha de ser solidario, constitucional, moderno e igualitario, porque ya lo era desde su nacimiento. El andalucismo mira a los andaluces desde Andalucía, no puede...

...tener sus riendas ni un centímetro más allá de Despeñaperros, no puede ser sucursal ni franquicia de ningún partido centralista”.

El nuevo andalucismo

Andalucismo es la palabra de moda, un descubrimiento para todos aquellos que llevan despreciándolo desde que llegaron a la política, un mantra del que esperan sacar el suficiente número de votos para seguir viviendo de, y no por, los andaluces.


Se aferran a sus cinco sílabas con la garra acerada del buitre carroñero, sin entender qué significa, sin tener ni pajolera idea de lo que trasciende tras sus letras, sin importarles el sonrojo y la vergüenza ajena que provocan al verles abrazar la arbonaida. Ellos, los herederos de aquel mítico slogan que rezaba “Andaluz, este no es tu referéndum”, los derrotados por la voluntad férrea del pueblo andaluz de tener los mismos derechos que el resto de naciones históricas del Estado, los que, en connivencia con socialistas, esconden bajo secreto de Estado al asesino de Caparrós, vienen ahora a erigirse en líderes del nuevo andalucismo.

Alguien tendría que decirles que el andalucismo no es más que el nacionalismo andaluz, que no es sólo una bandera o un escudo. Es un sentimiento. Una esperanza. Una lucha. Ya me gustaría verlos defendiendo con el mismo énfasis al nacionalismo abertzale, catalán o gallego. Pero a esos no se acercan ni a empujones. Más bien, le rehuyen como alma que lleva el diablo, o como deberían huirle a Arrimadas.

Alguien debería explicarnos como se puede llamar andalucista a alguien que tiene como socio en la sombra a aquellos que tildan de deficiente mental al Padre de la Patria Andaluza, a los que, si se les dejara, desmantelarían nuestra autonomía para volver a constituirnos en la colonia interior que siempre hemos sido, y nos dejarían sin posibilidad de elección, de auto gestión, de auto gobierno.

Quieren, desde el agravio comparativo, defender a los andaluces. Un agravio que no tiene dos direcciones, puesto que, cuando los gobiernos estaban sentados en los extremos opuestos de la cuerda, no existía para ellos. Todo estaba bien. Es más, éramos una panda de chupones, vividores del dinero ajeno, amantes subvencionados de la feria y el jolgorio, que no se merecían ni un soplo en el ojo.

Dicen muchos que no cabe un andalucismo de izquierdas, como si pudiera ser de derechas. Lo dicen los mismos que no ven el mismo problema de espacio en el nacionalismo vasco, catalán, gallego, balear, turolense o de cualquier rincón del Estado. En esos caben todos los que se necesiten. Pero aquí no. Porque, si fuera por ellos, con el PP y el PSOE ya tendríamos más que suficiente: siempre estaría la finca vigilada por el mismo perro, con distinto collar pero los mismos feroces dientes. Aquí cabe todo el andalucismo que se quiera. Lo que no caben son más fascistas.

El nuevo andalucismo, como afirma nuestro flamante presidente, no ha de ser solidario, constitucional, moderno e igualitario, porque ya lo era desde su nacimiento. El andalucismo mira a los andaluces desde Andalucía, no puede tener sus riendas ni un centímetro más allá de Despeñaperros, no puede ser sucursal ni franquicia de ningún partido centralista. El andalucismo no es una cadena de supermercados que vende humo envuelto en banderas fabricadas en Madrid, verdiblanco pero oliendo a bocata de calamares. El andalucismo huele a salmorejo y a ajoblanco, habla en un perfecto andaluz y no un mal castellano, suena a gritos de guerra en Astilleros y no a “a por ellos”. El andalucismo no quiere rebaja del IVA en las sillas para ver la Semana Santa, sino más colegios y médicos, un Corredor Mediterráneo que llegue hasta el Puerto de Algeciras y un campo que sea una fábrica de empleo y no de poemas.

Sobre todo, tengan en cuenta que cuando un andalucista de verdad grita “Viva Andalucía Libre”, lo que pide es liberarse de vosotros, andalucistas de los días señalaitos.

Feliz 28-F.
VIVA ANDALUCIA LIBRE

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