“Para ellos, es mejor la discrepancia, la bronca, las trincheras, cuando lo que más necesitamos es el sentirnos acompañados, sabernos parte de un todo que lucha codo con codo en pos de un mismo y esperanzador resultado”
OPINIÓN. Boquerón en vinagre. Por Francisco Palacios Chaves
Programador informático
23/04/20. Opinión. El programador informático Francisco Palacios continúa con su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com con un artículo sobre la política de la pesadumbre: “Se nos martillea desde la derecha con lo más sombrío, y no hay día que no nos recuerden todo lo negativo y oscuro que sus mentes negativas y oscuras son capaces de pergeñar. Y no se limitan al ahora,...
...sino que amplían su oscuridad al futuro cercano, negros augures de desastre, hambre y miseria”.
Política de la pesadumbre
No se puede negar. Es indiscutible que, a pesar de que su número desciende paulatinamente, la cifra de fallecidos por esta pandemia es sobrecogedora. Y ya llegará el momento en el que se señale a los responsables de no haber gestionado la crisis de la forma más adecuada. Sea cual sea su ámbito de acción. Desde el Gobierno hasta los responsables autonómicos que han convertido las residencias de ancianos en lugares de abandono. Desde la Presidencia del Gobierno hasta aquellos que tienen el nefando récord de triplicar en sus áreas de control las cifras medias del Estado.
También habrá tiempo de dar cumplido homenaje a las víctimas, a sus parientes y familiares, así como a todos aquellos que con su denodado servicio han estado al pie del cañón, barriendo las calles, haciendo labores de apoyo, construyendo hospitales de campaña, cuidando a los enfermos. Todos se lo merecen, sin la más mínima duda.
Lo que no entiendo son las prisas, las bullas, las carreras por llenar España de balcones enlutados, de lazos negros y banderas a media asta, como si la pena no fuera por dentro, como si la ausencia de luto llevara consigo la falta de dolor. No comprendo ese afán de mostrar la muerte día tras día, machacona, insistente, ese ansia de llenar portadas con ataúdes, patrios o importados, que eso importa bien poco para los que creen que tienen derecho a mentir.
Se nos martillea desde la derecha con lo más sombrío, y no hay día que no nos recuerden todo lo negativo y oscuro que sus mentes negativas y oscuras son capaces de pergeñar. Y no se limitan al ahora, sino que amplían su oscuridad al futuro cercano, negros augures de desastre, hambre y miseria.
Parece que no interesa que este país salga de la crisis unido, esperanzado en un bien común, solidario con los que menos tienen y los que han salido peor parados. No quieren que todos seamos partícipes de un mismo proyecto que lime las asperezas que ellos mismos crean para su propio beneficio. Para ellos, es mejor la discrepancia, la bronca, las trincheras, cuando lo que más necesitamos es el sentirnos acompañados, sabernos parte de un todo que lucha codo con codo en pos de un mismo y esperanzador resultado: doblar la curva de la miseria, de la desigualdad, del paro, del desastre económico.
Necesitamos saber que vamos a salir de esto, reforzados en una idea de bien común, orgullosos del sacrificio que todos hemos puesto al servicio del resto. Orgullosos de todos los que cosen mascarillas en sus casas. De los que ponen sus empresas al servicio del Estado, fabricando respiradores, trajes EPI o guantes. De los que investigan, a marchas forzadas, intentan encontrar la manera de hacernos inmunes al indeseable bichito de las narices. Y que lo vamos a hacer todos juntos, sabedores que hemos salido siempre airosos de los golpes que la Historia nos ha propiciado.
Precisamos ese mensaje de que pronto llegará el día en que podamos abrazar al amigo, besar al hermano, compartir una caña y una tarde de playa. Que, con todas las precauciones y cambios en nuestro estilo de vida, volveremos a ser un pueblo festivo, trabajador, amistoso, empático. Y eso no es incompatible con el dolor de los que no están, no es irreconciliable con el merecido homenaje hacia ellos. Pero habrá tiempo para todo. A pesar de aquellos que sólo quieran oscurecer y pintar un futuro dantesco. Porque en caso contrario, podríamos llegar a pensar que su única visión de este país es esa, la de una tierra triste, llorosa y asustada, y que su único proyecto es la de seguir sirviéndose de la muerte y la tristeza para sus fines.
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