“Un parlamentario andaluz, en un arriesgado ejercicio de lógica, traza una pirueta que sería la envidia de cualquier trapecista del desaparecido Circo del Sol, y afirma que “en la bandera de España, ya está recogida la andaluza”

OPINIÓN. Boquerón en vinagre
. Por Francisco Palacios Chaves
Programador informático


10/12/20. Opinión. El programador informático Francisco Palacios escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com un artículo sobre la casual ausencia de la bandera de Andalucía en el Parlamento andaluz: “Por la mañana, en la sede del Parlamento de Andalucía, se advierte una ausencia. No la de trabajadores, porque es festivo, es domingo y es un Parlamento. No nos vayamos a...

...volver locos. Tres mástiles son los que reciben a todos aquellos que traspasan la verja que separa el lugar donde reside la soberanía del pueblo andaluz de la calle, tres mástiles que deben enarbolar la bandera del Estado en el centro, flanqueada a ambos lados por la europea y la arbonaida, respectivamente. Y hay una que brilla por su ausencia. Les dejo unos segundos para que adivinen cual”.

Diversión con banderas

Síganme a través de esta historia, una historia de casualidades, causalidades, mal tiempo y contenedores.


Domingo, 6 de diciembre. Se celebra el Día de la Constitución Española, una efeméride en la que deberíamos festejar lo que nos acerca, las cuestiones que todos compartimos y las que nos pueden ayudar a tender puentes, pero que últimamente no es más que una nueva ocasión en la que señalamos lo que nos separa, echarnos en cara los fallos y carencias del otro y, de paso, insultarnos con poca fineza y grandes dosis de chabacanería. Otro día más en la oficina.

Por la mañana, en la sede del Parlamento de Andalucía, se advierte una ausencia. No la de trabajadores, porque es festivo, es domingo y es un Parlamento. No nos vayamos a volver locos. Tres mástiles son los que reciben a todos aquellos que traspasan la verja que separa el lugar donde reside la soberanía del pueblo andaluz de la calle, tres mástiles que deben enarbolar la bandera del Estado en el centro, flanqueada a ambos lados por la europea y la arbonaida, respectivamente. Y hay una que brilla por su ausencia. Les dejo unos segundos para que adivinen cual.

¿Ya? Si han pensado que la que faltaba era la verdiblanca, han acertado. Comienzan a llegar las primeras fotografías a las redes sociales, que empiezan a llenarse de opiniones y comentarios acerca de la casualidad de que haya sido la arbonaida la que ha sufrido daños, y otros que hablan de una ausencia nada casual. Desde el propio Parlamento se explica que las condiciones meterológicas partieron las cuerdas que la sostenían y que iba a ser reparada rápidamente. Horas más tarde, alrededor de las dos de la tarde, unos operarios consiguen arreglar el mástil y, de nuevo, las tres banderas vuelven a ondear, no como un capricho estético, sino como marca la ley. Hasta aquí, todo normal.

A partir de aquí comienza lo que se aleja de lo que podemos considerar como habitual o común. No les hablo ya de los medios que señalan como poco más que “batasunos” a todos aquellos que exigían la reparación de la ausencia, o que desconfiaban de la verdadera causa de la misma. Un parlamentario andaluz, en un arriesgado ejercicio de lógica, traza una pirueta que sería la envidia de cualquier trapecista del desaparecido Circo del Sol, y afirma que “en la bandera de España, ya está recogida la andaluza”. Ea, con un par.

Es decir, como está la rojigualda, las demás sobran. Son redundantes. Son una repetición, un eco innecesario, un gasto de tela innecesario. Habría que decirle a este parlamentario que, aparte de que debería leerse la legislación vigente acerca de la presencia y uso de los símbolos en los organismos oficiales, que en la sede del Parlamento de Andalucía falte la bandera de aquellos a los que se supone que representa es como quitarle a un jardín las flores, a una obra sus jubilados, a un roscón de Reyes la fruta escarchada. Y el roscón.

Si seguimos la lógica de su señoría, también sería redundante la presencia de la bandera española, puesto que la europea contiene a todas. Pero claro, lo más probable es que si la bandera afectada por las inclemencias del tiempo hubiera sido la del Estado, a primera hora de la mañana se habría removido cielo y tierra para alegrar su correspondiente mástil, y además estaríamos viviendo un diluvio de denuncias, de acusaciones veladas, o sin velo, y dedos acusadores que señalarían a las formaciones andalucistas batasunas y abertzales de su desaparición. Eso, o que una borrasca narco comunista bolivariana, producto de la deriva a la que nos lleva el Gobierno, la ha arrancado de cuajo, a petición de los que quieren romper España a cambio de firmar los PGE.

¿Mi propuesta? En realidad son dos. La primera, sensibilidad con los símbolos que nos representan a todos, más allá de los posicionamientos políticos de cada cual. La segunda, olvidarnos de todas las banderas y colocar sólo una: la de la Federación Unida de Planetas. Un poco friki, pero puestos a usar contenedores…

Puede leer aquí anteriores artículos de Francisco Palacios