“No se puede ser andalucista sin ser nacionalista, puesto que el andalucismo tiene su base en la reivindicación de la soberanía política y económica para, por y desde Andalucía”
OPINIÓN. Boquerón en vinagre. Por Francisco Palacios Chaves
Programador informático11/02/21. Opinión. El programador Francisco Palacios escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com un artículo sobre el andalucismo: “Ser nacionalista no es tener como objetivo último y único la independencia de un pueblo. Se puede ser federalista, confederalista, autonomista, y seguir siendo nacionalista. Nadie tiene culpa de que años de propaganda centralista, de...
...adoctrinamiento desde los medios y las aulas hayan calado hondo, de manera que la asimilación entre nacionalismo y separatismo sea casi automática”.
Andalucismo para cuñaders
Tengo la no sé si buena o mala costumbre de intercambiar pareceres y opiniones con mucha gente en redes sociales. En la mayoría de las ocasiones, estas charlas son productivas, enriquecedoras y forman parte del aprendizaje diario que tiene consigo cualquier cruce de ideas.
Sin embargo, en otras se convierte en un triste y lastimoso paseo por un páramo seco y estéril, un intento inútil de establecer un diálogo con personajes que, tras obtener el diploma del curso CCC de guitarra o tener enmarcada una etiqueta de Anís el Mono, creen que automáticamente se les han convalidado los estudios de Ciencias Políticas o que pueden autoproclamarse como politólogos.
Una de estas figuras sostenía que se podía ser andalucista sin ser nacionalista, puesto que él quería mucho a su tierra, y que, para más inri, su concepto de nacionalismo era el del separatismo. Partimos de una base errónea, que es la de que los conceptos son como una camisa o un pantalón hecho a medida, al que se le puede meter de cintura o de dobladillo para que se ajuste a nuestras ideas. Pues no, querido militante del cuñadismo, las cosas no son así. Los conceptos son lo que son, una forma de definir una idea dotándola de un significado consensuado por todos. Es decir, uno no puede definirse como vegano y ponerse hasta las trancas de chorizos parrilleros y chuletas los fines de semana porque mi concepto de veganismo es ese. Pues va a ser que no.
No. No se puede ser andalucista sin ser nacionalista, puesto que el andalucismo tiene su base en la reivindicación de la soberanía política y económica para, por y desde Andalucía, sin intermediarios capitalinos ni mando en otras plazas, allende Despeñaperros. Un Andalucismo centralista es oximoron, autocontradictorio, y tan absurdo como que un rapero de color sea miembro del Ku Kux Klan. O que Álex Ubago cante el Himno de la Alegría.
Tampoco. El amor a la tierra en la que uno nace no le convierte en andalucista. No creo que ninguno de los políticos que ocupan cargos de representación en los distintos estamentos del poder ejecutivo odie a Andalucía, al contrario. Pero ello no los convierte en andalucistas, puesto que no es el amor el que etiqueta nuestra ideología, sino el cómo se manifiesta ese amor, cómo se le defiende, cómo se entiende, cómo se manifiesta.
Y por supuesto, ser nacionalista no es tener como objetivo último y único la independencia de un pueblo. Se puede ser federalista, confederalista, autonomista, y seguir siendo nacionalista. Nadie tiene culpa de que años de propaganda centralista, de adoctrinamiento desde los medios y las aulas hayan calado hondo, de manera que la asimilación entre nacionalismo y separatismo sea casi automática, sin haberse tomado la molestia de gastar un minuto en leer, aunque fuera por encima, alguna de las innumerables páginas que los historiadores y teóricos del Andalucismo han escrito al respecto. Craso error. Craso y común.
En resumen, estimado politólogo por la Universidad de Memes, el andalucismo no es un saco en el que todo tiene cabida. No es un trastero ideológico en el que los rebotados de cualquier partido político creen que tienen hueco por el simple y arbitrario hecho de nacer en esta tierra. No es un comodín para ser usado una vez al año, o una rampa de lanzamiento hacia otros sillones, cercanos al Manzanares. Ni, por supuesto, es un concepto arcilloso, moldeable y maleable al antojo de cualquiera para que se adapte a su mundo de fantasía. Andalucismo es Soberanía. Es Poder Andaluz. Es Poder en Andaluz. Si no es así, llámelo como quiera, pero no es Andalucismo.
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