“Sin pudor, lo más rancio del machismo patrio se atreve a dejar el rastro de su pestilencia a grito pelado, a micrófono abierto y con cámaras delante, para que quede constancia de que la berrea se extiende más allá de Cazorla”
OPINIÓN. Boquerón en vinagre. Por Francisco Palacios Chaves
Programador informático25/03/21. Opinión. El programador informático Francisco Palacios escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com un artículo sobre el machismo: “Hace unos días, el diputado Diego Movellán se permitió el lujo de insinuar que la ministra Yolanda Díaz, una de las más valoradas de este Gobierno, ocupa ese sillón porque en UP “las mujeres solo suben en el escalafón si se...
...agarran bien fuerte a una coleta”. Días antes, el diputado en la Diputación de Burgos Ángel Guerra, mandó a la cocina a una edil del PSOE. Toda una lección de argumentario bien armado, razonado y de centro. De centro becerrismo”.
Asideros y rodilleras
Ya no se esconden. Lo que antes podría ser un rumor en voz baja o un chascarrillo entre dientes, ahora son gritos desaforados, bramidos de machito venido a menos, o de mastuerzo venido a más. Sin pudor, lo más rancio del machismo patrio se atreve a dejar el rastro de su pestilencia a grito pelado, a micrófono abierto y con cámaras delante, para que quede constancia de que la berrea se extiende más allá de Cazorla.
Hace unos días, el diputado Diego Movellán se permitió el lujo de insinuar que la ministra Yolanda Díaz, una de las más valoradas de este Gobierno, ocupa ese sillón porque en UP “las mujeres solo suben en el escalafón si se agarran bien fuerte a una coleta”. Días antes, el diputado en la Diputación de Burgos Ángel Guerra, mandó a la cocina a una edil del PSOE. Toda una lección de argumentario bien armado, razonado y de centro. De centro becerrismo.
Es triste que a estas alturas del S. XXI algunos personajillos sigan pensando que cuando un hombre ocupa un puesto de responsabilidad, lo hace por méritos propios, sin necesidad de que deban ser demostrados, tomados como un acto de fe, mientras que si es una mujer, es porque un hombre ha puesto ahí, sin tener en cuenta su valía, o, en el mejor de los casos, teniendo que demostrarla. Los más atrevidos y cavernarios suelen, además, dejar traslucir que lo han hecho agarradas a una coleta o a peores asideros.
Si siguiéramos los esquemas mentales, si es que existen, de estos individuos, habría que preguntarse adónde se agarraron ellos para ascender en su carrera política, cuando no se les conoce oficio ni beneficio. Porque, visto el nivel, se me hace dudoso que algunos cargos públicos estén donde están por sus logros al servicio de lo público. Antes bien, uno piensa si, de tanto andar acuclillado, han gastado más en rodilleras que un skater.
Me preocupan dos cosas sobre este asunto. La primera es que si esto es lo que se les escucha en público, no como producto de un calentón del momento, sino leído en un discurso preparado de antemano, miedo da pensar en lo que no dirán cuando no haya luz ni taquígrafos que dejen constancia de sus perlas. La segunda es que estos bufidos, que ruborizan al más pintado, siempre suele venir de las mismas bancadas. Yo me lo haría mirar.
Lo más gracioso de este caso, si es que tiene algo de risible, es que luego quieran arreglarlo, intentando hacernos pasar por analfabetos funcionales que malinterpretamos un improperio como “vete a la cocina”. Exactamente, no sé que parte de la frase hemos tergiversado. Tampoco creo que lo hagamos. Lo que sucede es que algunos hacen gala de su impudicia, y se dejan llevar por una bravuconería rancia y cromañona.
No se confundan. Aunque estemos en Semana Santa, si ven a alguien con su traje de chaqueta de rodillas, no tiene por qué estar rezando o haciendo estación de Penitencia. A lo mejor está haciendo méritos para ascender.
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