Casado sigue empeñado en intentar vociferar más y más fuerte que la extrema derecha. A este paso se va a quedar sin voz

OPINIÓN. Boquerón en vinagre
. Por Francisco Palacios Chaves
Programador informático


24/06/21. Opinión. El programador informático Francisco Palacios escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com un artículo sobre los indultos del procés: “Casado, ese hombre que cada frase que pronuncia contiene un oximoron, anda bastante mosqueado porque sus planes se tuercen como cable de cargador de móvil. Las declaraciones de la patronal, en las que ve con buenos ojos...

...esta medida si con ello se llega a una nueva situación de estabilidad, deja al líder conservador con el nalguerío al aire, que se piensa que los empresarios deben hacer y decir lo que haga y diga el PP”.

Paz o victoria

Cuando caigan estas letras ante tus ojos, estimado lector, es más que probable que se haya indultado y excarcelado a los políticos catalanes independentistas condenados por el procés, una prerrogativa perfectamente legal del Gobierno, por mucho que algunos insistan en su ilegalidad.


Como era de esperar, tanto el bloque de la derecha como los independentistas más radicales están en contra de la medida. Los últimos, porque de un plumazo le resta y elimina buena parte del relato victimista al que se aferran como a un clavo ardiendo para sus reivindicaciones. Los primeros, porque siguen enquistados en su postura de confrontación, interesados en que el problema catalán quede sin resolverse y siga enquistado, ya que constituye buena parte de su programa: dejar que un problema se pudra para usarlo como arma electoral.

Casado, ese hombre que cada frase que pronuncia contiene un oximoron, anda bastante mosqueado porque sus planes se tuercen como cable de cargador de móvil. Las declaraciones de la patronal, en las que ve con buenos ojos esta medida si con ello se llega a una nueva situación de estabilidad, deja al líder conservador con el nalguerío al aire, que se piensa que los empresarios deben hacer y decir lo que haga y diga el PP. Sus posteriores declaraciones en las que compara a la CEOE con un club de tenis ponen de manifiesto su mosqueo.

Añadamos que la recogida de firmas contra los indultos ha sido un tremendo fracaso, no llegando ni a alcanzar a la mitad del número de afiliados del PP. Habla de desacatos a la legalidad, desfalco de la soberanía y de intento de cambio de régimen. Sobre la legalidad, no hay prácticamente ningún experto constitucionalista que vea visos de que se esté saltando ninguna norma. Acerca del desfalco de la soberanía, que reside en el Parlamento, ya tenemos una negativa del mismo a oponerse a los indultos. Lo del cambio de régimen es una amenaza que asoma ante cualquier medida, ya sea ésta última o cualquier otra. Se repite más que el pepino.

Ahora no le valen la opinión de los empresarios, de la Iglesia o de la sociedad civil, cuando el propio PP ha usado las manifestaciones para hacer oposición al Gobierno, cuando ha usado a la curia como ariete en contra de medidas y leyes tales como las del matrimonio homosexual o la eutanasia, cuando la opinión de la CEOE era, antes, prácticamente el Oráculo de Delfos y ahora “no representan a nadie”. O conmigo o en contra mía.

Casado sigue empeñado en intentar vociferar más y más fuerte que la extrema derecha. A este paso se va a quedar sin voz. Siguen confundiendo negociar con torcer el brazo, ceder y tender puentes con rendición, diálogo con negación y confrontación. En todo este tiempo no ha propuesto un plan B para ninguno de los problemas que asolan a este país, una solución alternativa a las que plantea el Gobierno, buenas o malas, acertadas o erradas, pero soluciones que con el tiempo, veremos si llegan a buen puerto. Si no es así, hablarán las urnas. Como siempre ha sido. Como siempre ha de ser.

En una confrontación con posturas inamovibles no hay vencedores ni vencidos. Todos son perdedores. En estas ocasiones, siempre recuerdo algunas frases del final de “Las bicicletas son para el verano”, en la que padre e hijo departen mientras fuman un cigarrillo.

- Hay que ver... Con lo contenta que estaba mamá porque había llegado la paz...
- Pero no ha llegado la paz, Luisito: ha llegado la victoria.

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