“Esos padres a los que no les importó dejar a sus hijos, algunos menores de edad, que se fueran de vacaciones a las Baleares pero ahora ponen el grito en el cielo porque los tienen confinados en un hotel”
OPINIÓN. Boquerón en vinagre. Por Francisco Palacios Chaves
Programador informático01/07/21. Opinión. El programador informático Francisco Palacios escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com un artículo sobre el confinamiento de los jóvenes que han viajado a Mallorca: “Esos padres están dando una impagable clase de civismo y ciudadanía a sus hijos, haciéndoles ver que, frente a la prudencia, la empatía y la responsabilidad, está el hacer lo que les salga...
...de sus santos cojones porque ellos se lo merecen todo. Aunque pongan la vida de otros en riesgo”.
Luisvi
Está muy mal y muy feo criminalizar a determinados grupos de edad por su comportamiento en estos tiempos de pandemia. Porque debemos recordar que la pandemia sigue existiendo, aunque algunos piensen que es cosa del pasado. Pero…
Pero el hecho de no criminalizar no implica que se señale el comportamiento irresponsable de unos pocos, o no tan pocos, que ponen en peligro a otros muchos, que han antepuesto su seguridad y la de los demás a su derecho de irse de fiesta hasta las tantas y emborracharse como pelirrojo británico aspirante a campeón de balconing.
Ahí los tenemos. Confinados en hoteles de Mallorca, sufriendo las consecuencias de unos viajes que para nada tenían que ver con el turismo de fiesta y juerga. Posiblemente, esos miles de jóvenes fueron a las islas a disfrutar de la visión de las estalactitas de las cuevas del Drach, o a un concurso de cata a ciegas de ensaimadas. Pero la mala suerte los implicó en un contagio masivo que se ha propagado por el resto del estado como una mancha de aceite. Quién podría saber que podía suceder algo así.
Ahí están, encerrados en condiciones tercermundistas, en un hotel de no se cuantas estrellas en un lugar con una temperatura desapacible. A los pobres no les dejan ni hacer sus camas. Es tal la presión carcelaria a la que les someten que deben pedir alcohol a los establecimientos de la zona, que los mantienen bien surtidos de todo lo necesario para poder sobrellevar una cuarentena como cualquier luchador por la libertad se merece.
El hecho de que ya haya contactos directos de estos jóvenes en UCI, incluido uno de ellos, no debe ocultarnos el bosque. Que la fiesta y el descontrol tenga como consecuencia que las incidencias de determinadas comunidades autónomas se haya disparado no es importante. Lo que realmente importa es que no os ponen langosta todos los días para almorzar.
Los padres. Esos padres a los que no les importó dejar a sus hijos, algunos menores de edad, que se fueran de vacaciones a las Baleares pero ahora ponen el grito en el cielo porque los tienen confinados en un hotel. Esos padres que han estudiado Derecho en el CCC y que han interpuesto un habeas corpus porque consideran que se está produciendo una detención ilegal, confundiendo detención con confinamiento. Esos padres que están facilitando la huída de algunos adolescentes para que vuelvan a sus casas en la península, pasándose por el forro de sus caprichos la cuarentena, el confinamiento, la responsabilidad y un mínimo de empatía hacia el resto de los ciudadanos. Esos padres están dando una impagable clase de civismo y ciudadanía a sus hijos, haciéndoles ver que, frente a la prudencia, la empatía y la responsabilidad, está el hacer lo que les salga de sus santos cojones porque ellos se lo merecen todo. Aunque pongan la vida de otros en riesgo.
Ahí andan todos. Protestando por la comida, por no poder ir a misa (sic), por el esfuerzo de subir el cubo con las botellas de vodka por las ventanas, porque les ponen malas caras por sus fiestas hasta las tantas de la mañana, por su libertad. La Cayetano Borroka. Si me paro un minuto a pensarlo, estos jóvenes son los que van a pagar en años venideros mi pensión.
Mañana me hago un plan de jubilación.
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