“Hay personas que han nacido para ser diplomáticos, y aunque ya hayan dejado ese papel atrás, aún les queda ese tic que ha supuesto su día a día laboral”
OPINIÓN. Boquerón en vinagre. Por Francisco Palacios Chaves
Programador informático
23/09/21. Opinión. El programador informático Francisco Palacios escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com un artículo sobre la solidaridad: “Vivimos tiempos en los que la solidaridad y la empatía son dos eriales resecos y abandonados. Tiempos en los que el Parlamento es un estercolero de insultos e improperios, en los que un político se permite el lujo de llamar bruja...
...a una vecina de escaño, y encima se niega a abandonar la sesión después de ser expulsado”.
Solana
Hay personas que han nacido para ser diplomáticos, y aunque ya hayan dejado ese papel atrás, aún les queda ese tic que ha supuesto su día a día laboral.
Ahí tenemos a Javier Solana, ex ministro de Exteriores, ex Secretario General de la OTAN y ex de muchos más altos cargos dentro de la UE. Hace unos días se descolgó con uno de los tuits más genéricos que se recuerda en años: “Mi solidaridad con todos”. Evidentemente, se refería a los damnificados por la erupción del volcán de La Palma, pero ahí ha quedado, una frase que tiene la misma usabilidad que una navaja suiza y una vida tan longeva como la de medio limón en la nevera. Pasarán los años, vendrán otras catástrofes, pero tendrá la misma validez.
Aparte del cachondeo que ha provocado en redes, le hace a uno pensar. Es mejor ofrecer solidaridad con los que sufren que preguntarse por qué hay gente que vive en una zona volcánica. Como si Japón no tuviera el mismo problema, o en Arizona sólo vivieran los amantes de los huracanes. Es infinitamente mejor ser solidario que buscar conspiraciones para provocar las erupciones volcánicas, rayos provenientes de satélites y ondas haarp.
Vivimos tiempos en los que la solidaridad y la empatía son dos eriales resecos y abandonados. Tiempos en los que el Parlamento es un estercolero de insultos e improperios, en los que un político se permite el lujo de llamar bruja a una vecina de escaño, y encima se niega a abandonar la sesión después de ser expulsado. Tiempos en los que un grupo de desalmados se permite el lujo de pasearse por un barrio a decirle a sus vecinos que los van a echar de allí, porque no aman como ellos, no sienten como ellos, porque no son como ellos. Por cierto, tampoco son muy arios, aunque ellos se vean así. En realidad, son más parecidos al turco que regenta un kebab. Pero ya se darán cuenta.
Tenemos el no anclado en nuestras cabezas, porque es más fácil culpabilizar al otro que salirse de la zona mental de confort y buscar la raíz de los problemas. Es mucho más sencillo señalar, estigmatizar y volcar basura sobre el diferente que ponerse en sus zapatos y caminar con ellos un rato, y todos cometemos ese error, en mayor o menor medida. Encima, si acometes ese ejercicio de solidaridad con el otro, se te acusa de buenismo, como si el malismo fuera el camino correcto, o de superioridad moral. Pues lo siento, pero defender ciertas posturas son moralmente superiores a defender las opuestas. Porque no se debe confundir la solidaridad con la asunción del todo vale o del todo es respetable. Va a ser que no.
Amigo Solana, gracias por tu solidaridad. Sólo eran gases.
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