“El ecosistema de figuras patrias es un zoo con una fauna autóctona digna de ser conservada y protegida (…) Pero, por si no nos bastara, importamos especies de otros ecosistemas”

OPINIÓN. Boquerón en vinagre
. Por Francisco Palacios Chaves
Programador informático


07/10/21. Opinión. El programador informático Francisco Palacios escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com un artículo sobre la convención del Partido Popular y sus invitados: “Uno de los recién incorporados es Vargas Llosa. Nadie puede dudar de su calidad como escritor y la valía de alguien que ha ganado un Premio Nobel. Hasta ahí, perfecto. Lo malo viene cuando...

...le ponen un micrófono cerca y se dispone a pontificar desde un altar construido a base de ego y bombones forrados en papel dorado. Se permite el lujo de dar lecciones de lo que él cree que es democracia”.

Zoo ilógico

El ecosistema de figuras patrias es un zoo con una fauna autóctona digna de ser conservada y protegida. Disponemos de especímenes que, sin haber pasado jamás por una empresa privada y teniendo el mismo conocimiento de la electricidad que un labriego de la Edad Media, acaba siendo vicepresidente una compañía eléctrica. Otros, con 84 años, son capaces de afirmar que han leído 30000 libros durante su vida. Una pequeña operación matemática les llevará a una de estas dos conclusiones: o miente más que habla o lee con la misma rapidez con la que Casado aprueba asignaturas de su carrera. Hablando del presidente del PP, habría que avisarle que el que hizo el casting de invitados a su convención es el peor de los enemigos posibles; sólo han faltado Bonnie, Clyde, el Vaquilla, el Torete, ese tesorero del que usted me habla y el mejor ministro de economía que ha pasado por Soto del Real.


Pero, por si no nos bastara, importamos especies de otros ecosistemas, con el riesgo que ello supone al no disponer de depredadores naturales, como la plaga de cotorras argentinas que sufrimos en esta ciudad: durante un rato son simpáticos, pero luego se convierten en algo molesto. Ahí tenemos a Guaidó, un tipo que huye de una dictadura narco comunista bolivariana y viene a refugiarse en lo que es, según sus amigotes, un país gobernado por una coalición en la que participan narco comunistas bolivarianos. Con la de países que hay en el mundo, también es mala suerte.

Uno de los recién incorporados es Vargas Llosa. Nadie puede dudar de su calidad como escritor y la valía de alguien que ha ganado un Premio Nobel. Hasta ahí, perfecto. Lo malo viene cuando le ponen un micrófono cerca y se dispone a pontificar desde un altar construido a base de ego y bombones forrados en papel dorado. Se permite el lujo de dar lecciones de lo que él cree que es democracia, dejando perlas como la de que “lo importante de unas elecciones no es que haya libertad en esas elecciones, sino votar bien”. Es decir, en las próximas elecciones no piensen, no se dejen llevar por las consignas, los programas, los mítines. Apaguen sus televisores y no vean los debates, no escuchen las opiniones de los politólogos. Lo único que deben hacer es preguntarle al ínclito escritor y él les guiará. Loado sea.

Todo el que no vote como él es un lerdo, un analfabeto funcional, o un estómago agradecido. Posiblemente, Vargas Llosa sería feliz en un mundo en el que la única opción para ir a las urnas fuera la del partido de su elección; el resto sobraría, y debería ser eliminado para, de esa manera, evitar que el pobre y despistado ciudadano de a pie que no tiene su intelecto, pueda despistarse, equivocarse y votar mal. Un demócrata de manual.

La libertad no es eso. Es poder elegir, tener opciones y escoger la que se nos antoje. Y si erramos no pasa nada, porque siempre podremos rectificar, pedir rendición de cuentas, quitar y poner a los que nos gobiernan. El escritor podría dar menos lecciones de libertad y aplicarse más a la hora de saber en qué país debe tributar y pagar sus impuestos.

Quizás Vargas Llosa desconoce que la libertad nos da derecho, incluso, a equivocarnos.

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