“Luego están los que ven lo que quieren a su antojo, los que interpretan la realidad que a todos nos entra por los ojos a su manera, capaces de deducir y entender el mundo de una manera tan distinta al resto que deja a los demás con complejo de ceguera”
OPINIÓN. Boquerón en vinagre. Por Francisco Palacios Chaves
Programador informático16/12/21. Opinión. El programador informático Francisco Palacios escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com un artículo sobre como hay personas que “deforman la realidad a su gusto, adaptándola a su manera de ser y pensar, si se diera el caso. Que por mucho que queramos, verán satanismo en la Crucifixión de San Pedro, de Caravaggio, un peligroso delincuente...
...en un niño preadolescente porque tiene la piel más oscura y violencia doméstica donde no hay más que asesinatos machistas”.
Lo que el ojo no ve
Hay gente con tal poder de observación que es capaz de detectar los detalles más nimios, fragmentos de la realidad que al resto de los humanos se nos escapan por mucho que nos fijemos, como, por ejemplo, un fuera de juego por centímetros o un gesto de cariño entre Ayuso y Casado.
Luego están los que ven lo que quieren a su antojo, los que interpretan la realidad que a todos nos entra por los ojos a su manera, capaces de deducir y entender el mundo de una manera tan distinta al resto que deja a los demás con complejo de ceguera.
Valga como ejemplo esos que llevan una semana bramando porque las luces navideñas de la capital granadina no son guirnaldas sino cruces invertidas, un llamamiento satánico al aquelarre en fechas tan señaladas, una señal de la conspiración judeo-masónica-comunista que quiere, no ya sólo romper España, sino traer al propio Belcebú para que no deje piedra sobre piedra.
Curiosamente, son los mismos que siguen viendo terrorismo en las calles a pesar de que han pasado ya un buen montón de años desde que se produjo el último atentado, pero no son capaces de ver asesinatos machistas aunque se produzcan, desafortunadamente, con mortal periodicidad. Los mismos que hablan de chiringuitos y de su destrucción pero no ven que sus líderes llevan viviendo toda la vida de ellos. Los mismos que ven vida en los nonatos, pero no ven la misma vida ni sienten el mismo respeto cuando se trata de niños alojados en centros para menores en situación de desamparo. Los mismos que ven cultura en ser un matavacas, que ven progreso en enseñar a los chavales a pegar tiros en el monte, pero que montan en cólera cuando lo que se intenta es introducir en las escuelas conceptos como los de igualdad o feminismo.
Creo que uno ve, al final, lo que quiere ver. Que la mente del observador es la que deforma la realidad a su gusto, adaptándola a su manera de ser y pensar, si se diera el caso. Que por mucho que queramos, verán satanismo en la Crucifixión de San Pedro, de Caravaggio, un peligroso delincuente en un niño preadolescente porque tiene la piel más oscura y violencia doméstica donde no hay más que asesinatos machistas. Verán a Anguita alabando sus posiciones, a Lorca votándolos en las elecciones o al Papa Francisco con una cruz y un martillo bajo su casulla.
La mente dirige la mirada, y si sólo ves mal a tu alrededor… Una pena que no haya gafas para eso.
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