“Lo del PSOE tiene bemoles. Han perdido hasta los imperdibles; los feudos en los que la victoria se daba por asegurada de partida por resultados anteriores han quedado reducidos a cenizas”
OPINIÓN. Boquerón en vinagre. Por Francisco Palacios Chaves
Programador informático
23/06/22. Opinión. El programador informático Francisco Palacios escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com un artículo sobre los resultados de las elecciones autonómicas: “Desde el lunes por la mañana, AA y xA llevan lanzándose navajazos, culpándose unos a otros de la pérdida de votos, de escaños, pero no del pudor y la vergüenza. La unidad de la izquierda, pero...
...para matarse vivos, para arrancarse el pellejo en medio de la calle, para que todos los vean y dejen aún más claro el por qué la gente no ha confiado en ellos”.
El Bonillazo
Bueno, pues ya está. Las urnas hablaron. Y supusieron un Bonillazo en toda regla que ha removido los cimientos de todo el espectro político andaluz, desde un extremo a otro. Vaya por delante mi enhorabuena a Juanma Moreno por su mayoría absoluta. Pasar de ser un candidato de circunstancias al barón referencia dentro del PP tiene su mérito.
El Presidente in pectore de la Junta ha demostrado que se pueden ganar unas elecciones sin abrazar a la extrema derecha, sin la eterna y estéril disputa con el gobierno central, sin alegatos de “cañas y libertad”. Eso sí, escondiendo el logo de su partido, pidiendo a todos los santos que Feijoó no abriese más la boca y que ningún otro dirigente del PP se acercara a echarle una mano. Con un mensaje más transversal ha sabido ganarse al votante más centrado, que a la postre son los que hacen ganar elecciones.
Los demás pierden todos. Sin ambages ni paños calientes. No se salva nadie. El efecto Macarena se ha quedado en un bluff de botella de gaseosa puesta al sol. Han realizado una campaña penosa, rayana en lo infantil, con la misma estrategia que la del guapo de 2º de Primaria que se presenta a delegado. Desconocedora de la tierra a la que se supone venía a presidir, de su forma de pensar, de su legislación, con un programa electoral que no venía a resolver ninguno de los problemas que asolan a Andalucía, a no ser que no te guste Juan y Medio. El Macarenazo ha quedado en dos accidentes de coche y en un ya veremos si me quedo o si vuelvo a coger el AVE a Madrid.
Lo de Ciudadanos era de esperar. La tendencia era, y es, imparable, y los denodados esfuerzos de Marín de demostrar que lo poco bueno que había hecho el PP en estos años era gracias a ellos, han caído en saco roto. Le alaba su decisión de dejar el cargo la misma noche electoral, aunque, vista su trayectoria, uno no sabe si es para hacerle hueco en el fondo de armario a otra chaqueta más. Alguien desde Génova debería darle las gracias a Rivera por su labor de destrucción en diferido de lo que vino a jugar de bisagra para terminar siendo pestillo. O de paso intermedio entre votante de PSOE y votante de PP, para que escueza menos.
Lo del PSOE tiene bemoles. Han perdido hasta los imperdibles; los feudos en los que la victoria se daba por asegurada de partida por resultados anteriores han quedado reducidos a cenizas. La elección de un candidato de perfil tan plano, más parecido a un Gabilondo a medio despertar que a alguien que venga a confrontar cifras y datos con Moreno Bonilla, capaz de destrozar la losa de un pasado de EREs y corrupción, ha traído unos resultados que rozan el esperpento. Cuando basas toda tu campaña en preguntarle a tu rival con quién va a pactar, estás lanzando un mensaje de perdedor desde el principio. En eso sí que han acertado.
Para remate, los de más allá del PSOE. Desde el lunes por la mañana, AA y xA llevan lanzándose navajazos, culpándose unos a otros de la pérdida de votos, de escaños, pero no del pudor y la vergüenza. La unidad de la izquierda, pero para matarse vivos, para arrancarse el pellejo en medio de la calle, para que todos los vean y dejen aún más claro el por qué la gente no ha confiado en ellos. Eso, cuando no tildan de poco menos que de deficientes mentales a los votantes andaluces porque no han votado sus opciones. ¿Se imaginan al jefe de una campaña de publicidad llamando imbéciles a sus probables compradores por no confiar en su producto? Pues en esas estamos. Esa supuesta izquierda es tan andalucista que echa la culpa a la playa, a la siesta o a la ignorancia sus fracasos. No soy muy entendido en estrategia política, pero no termino de verlo. En eso coinciden con sus compañeros del otro extremo; podrían cogerse de la mano, comerse la boca y contarse el uno al otro sus patéticas excusas antes de reconocer que no han sabido vender su producto, o directamente que lo que han intentado meter en el mercado no valía ni un pimiento.
Déjense de esa chorrada de mantra de la unidad de la izquierda. Es una falacia tan grande como algunos de los egos que la dejan caer. La derecha ha ido dividida en tres partidos y uno de ellos ha obtenido mayoría absoluta. En Catalunya coinciden ERC, la CUP, Catalunya en Comú y JuntsxCat, y nadie clama por una especie de Santa Alianza cuando llega la ocasión. De qué unidad de la izquierda me hablan si han pasado horas desde el escrutinio de los votos y La Boda Roja de Juego de Tronos es un episodio de Pocoyó comparado con lo que uno lee en redes sociales.
Hagamos todos un poco de autocrítica, miremos en que hemos fallado, no a nosotros, sino al votante, que no hemos sido capaces de movilizarlos en masa a las urnas, ilusionarlos y hacer que las colas les dieran la vuelta a los colegios electorales. Pensemos en qué hemos acertado para potenciarlo, en qué erramos para no repetirlo, analicemos, hagamos números y dejemos de dar vergüenza ajena, que las carcajadas en Génova resuenan desde el cabo de Gata hasta Punta Umbría, que tenemos las municipales a la vuelta de la esquina.
Seguimos en la brecha. Sea por Andalucía Libre, Los Pueblos y la Humanidad.
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