“Era de esperar que, tanto tiempo sin una limpieza a fondo, llegase el momento en que rezumara por todas partes, dejando ver toda la basura que llevamos tragando con gula durante décadas”
OPINIÓN. Boquerón en vinagre. Por Francisco Palacios Chaves
Programador informático
14/07/22. Opinión. El programador informático Francisco Palacios escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com un artículo sobre las cloacas del Estado: “Las cloacas del Estado han reventado porque no pueden absorber más. Porque no cabe más basura en ellas. Porque el volumen de excrementos es mayor del que son capaces de manejar. Pero nada pasará; todo sigue...
...atado y bien atado. El corporativismo cierra filas, cuando no guarda silencio. Todos hacen mutis, porque tienen que guardar silencio”.
El Estado de las Cloacas
Siempre pasa; cuando llueve mucho, siempre que los cielos se abren y descargan con violencia sobre nuestras ciudades cientos de litros en poco tiempo, las alcantarillas no dan a basto y no son suficientes para absorber todo ese agua sobrante, y lo que eliminamos a escondidas, casi con vergüenza y pudor, sale a la luz.
Este país lleva tragando excrementos muchos años ya. Sus cloacas han trabajado a pleno rendimiento desde lo que se llama la Transición, uno de mis animales mitológicos favoritos, junto con el PSOE de izquierdas y Olona viviendo en Salobreña. En este país mucha gente se acostó franquista y se levantó democrática. Los grandes empresarios, los políticos de paseo bajo palio, las grandes familias, jueces, fiscales, comisarios policiales, directores de periódicos, columnistas, constructores… Todos ellos, una noche se durmieron abrazados a una fotografía del dictador, y al día siguiente eran demócratas cristianos, liberales o mediopensionistas, pero demócratas de libro.
Una democracia atada y bien atada. Controlada por las mismas fuerzas vivas de siempre, con los mismos manejos bajo el asfalto, fontaneros que apañaban lo que fuese necesario para mantener el status quo, que nada se saliera del guión preestablecido. Manejando toda la basura habida y por haber, basura que calla bocas, que tuerce voluntades, que engaña, tergiversa, retuerce y crea una realidad paralela.
Todo en manos de unos pillos sacados de la pluma de Ibáñez o de Berlanga, respaldados por los gobiernos de turno que han tirado de sus servicios uno tras otro, para torpedear al adversario político, al rival económico. Malversando lo público con fines espurios para mantenerse en el poder.
Era de esperar que, tanto tiempo sin una limpieza a fondo, llegase el momento en que rezumara por todas partes, dejando ver toda la basura que llevamos tragando con gula durante décadas. Ahora nos enteramos, como si no lo supiésemos, como si no lo intuyéramos, que esas cloacas inventaron e idearon campañas de descrédito, ingeniando burdos documentos que no sostienen el más leve análisis, pero a los que se les ha dado visos de realidad sin rubor. Todo un aparato en el que han participado medios de comunicación, dando bombo y platillo a noticias que no se sostenían en pie ni sujetas por los arbotantes de una catedral gótica, pero que eran usadas para atacar a quien podía hacer sombra. Invenciones que daban armas a un lawfare como no se ha visto jamás en este país, a un acoso y derribo que, junto con una inocencia prístina y un cúmulo de errores, le ha dado la vuelta a lo que parecía que iba a ser y murió casi antes de llegar a nacer.
Las cloacas del Estado han reventado porque no pueden absorber más. Porque no cabe más basura en ellas. Porque el volumen de excrementos es mayor del que son capaces de manejar. Pero nada pasará; todo sigue atado y bien atado. El corporativismo cierra filas, cuando no guarda silencio. Todos hacen mutis, porque tienen que guardar silencio. Ya lo dijo el ciego del Lazarillo: Sé que comes de tres en tres, porque yo como de dos en dos y callas.
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