“Hay una casa, que es la de todos, repleta de una buena cantidad de elementos inútiles, que sólo hacen bulto y que podrían ser fácilmente sustituibles. En el Parlamento, tenemos a 61 diputados cuya labor es imperceptible, casi invisible”
OPINIÓN. Boquerón en vinagre. Por Francisco Palacios Chaves
Programador informático
10/11/22. Opinión. El programador informático Francisco Palacios escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com un artículo sobre los diputados andaluces en el Parlamento nacional: “Que lo que importan son las acciones, no las palabras. Sus señorías volvieron a demostrar que su utilidad es directamente proporcional a su labor parlamentaria o al número de interpelaciones que...
...hacen en defensa de aquellos a los que se suponen que deben el ejercicio de su labor. En resumidas cuentas, cero patatero”.
Inutilidades
Todos tenemos en casa un montón de artilugios que, en su momento, pensamos que serian imprescindibles en nuestra vida diaria y nos harían cada jornada más fácil, pero con el tiempo se convierten en cacharros inútiles que hemos usado un par de veces y que no hacen más que ocupar espacio, acumular polvo y abigarrar estanterías y encimeras. Ahí tenemos la bicicleta estática, reconvertida en tendedero plegable con pedales, el microondas transformado en un calienta leches o guarda sartenes, o la batidora, perfecta maqueta de un nuevo hotel de Moneo.
Hay una casa, que es la de todos, repleta de una buena cantidad de elementos inútiles, que sólo hacen bulto y que podrían ser fácilmente sustituibles. En el Parlamento, tenemos a 61 diputados cuya labor es imperceptible, casi invisible, tan oculta a los ojos de los andaluces como Wally en el Molinón. Aparte de calentar el cuero de sus asientos, no se les conoce una acción que podamos reconocer claramente como defensa de los intereses de los millones de votantes que los pusimos en Madrid. Tanto es así que los diputados de la CUP y de Compromis fueron los que llevaron a la Cámara baja 41 enmiendas a los Presupuestos Generales del Estado en clave puramente andaluza. Diputados que, aparte de defender los intereses propios de sus territorios, tuvieron a bien recoger y abogar por los intereses de los andaluces, tomando el papel de esos 61 sordomudos que ocupan escaño en la capital del Estado y que, aparte de dar sombra, no se les conoce otra acción. Tiene gracia que aquellos a los que se acusa de querer romper el Estado sean los que más piensan en la comunidad que ocupa el vagón de cola de cualquier estadística económica, laboral o social.
Ahora que tanto se habla de andalucismo, se hace cada vez más manifiesto que no basta con autocolgarse una etiqueta para que se convierta en realidad. Porque el repollo no es dos veces pollo. Porque la RDA no era democrática, por mucho que lo dijeran sus siglas. Que no vale decir que tu partido es andalucista por el simple hecho de decirlo o aparecer en una foto con Alejandro Rojas Marcos. Que lo que importan son las acciones, no las palabras. Sus señorías volvieron a demostrar que su utilidad es directamente proporcional a su labor parlamentaria o al número de interpelaciones que hacen en defensa de aquellos a los que se suponen que deben el ejercicio de su labor. En resumidas cuentas, cero patatero.
Pero tranquilos, que todo tiene solución, y que podemos buscar alternativas más baratas, capaces de realizar el mismo trabajo por un costo mucho menor. Bastaría con sustituirlos por 61 gatos chinos de la suerte, de esos que se pasan el día subiendo y bajando el brazo a voluntad. Basta con colocarlos frente a la botonera de votación y orientarlos hacia el pulsador que la cúpula de sus respectivos partidos consideren conveniente. Lo mismo, por cantidad, nos hacen hasta descuento.
Eso, o elegir andalucismo. Pero del real, no del de Aliexpress.
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