“Mientras los emires sigan teniendo petróleo y nuestras economías continúen dependiendo del oro negro, nos van a importar un pito los derechos humanos, las mujeres, los homosexuales, los muertos, los ajusticiados, los ahorcados, los quemados”
OPINIÓN. Boquerón en vinagre. Por Francisco Palacios Chaves
Programador informático
24/11/22. Opinión. El programador informático Francisco Palacios escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre el Mundial de Qatar: “¿No es una mijita hipócrita tirarnos de los pelos con una mano ante la ausencia de los derechos humanos en las dictaduras saudíes, mientras con la otra los abrazamos, les rendimos pleitesía en cada una de sus visitas o nos damos...
...de hostias por conseguir concesiones cono la del AVE a la Meca, entre otros grandes contratos?”.
Petropelotas
El mundo del deporte nunca ha estado alejado de la política. Se han celebrado olimpiadas y mundiales en países bajo regímenes dictatoriales y se han boicoteado juegos olímpicos por ambas partes del telón de acero antes de que cayera. Se han disputado grandes finales entre países políticamente antagonistas que han pasado a la Historia. Un atleta de color humilló al genocida más grande que ha conocido la Humanidad en su propia capital. Desde que los medios de comunicación y la retransmisión de estos eventos alcanzaron un nivel global y planetario, las grandes celebraciones deportivas han servido como una plataforma ideal de propaganda, además de ser una ocasión magnífica para modernizar grandes infraestructuras del país organizador y una fuente de ingresos de enorme calado.
Pero lo que se está viviendo en este Mundial es lo nunca visto. En primer lugar, la concesión de éste al país organizador está rodeada de penumbras, comisiones millonarias, presunta compraventa de votos y todo el abanico de chanchullos imaginable. Ahora, una vez comenzado, nos encontramos con las amenazas de la FIFA de sancionar a los capitanes de las selecciones que luzcan el brazalete arco iris, una reivindicación pro derechos del colectivo LGTBI, una acción que iban a llevar a cabo, entre otras, la selección inglesa.
Le doy vueltas a todo este tema y la cabeza me va a explotar. Cantantes que no actúan en la ceremonia de apertura, organizaciones deportivas poniendo límites a la libertad de expresión e incluso marcas que retiran la esponsorización de selecciones por no querer participar en el evento pelotero. A todos nos parecen magníficas las acciones que intentan censurar el régimen catarí. Pero…
De entrada, todos los países tragaron con su elección. Tragaron con el número de muertos durante las obras de construcción de los estadios, ejecutadas en unas condiciones que no se pueden desear ni al peor de tus enemigos. Tragan con las limitaciones, las prohibiciones, con todo. Unas tragaderas equiparables a las de la protagonista de Garganta Profunda o al de un tragasables en Got Talent. Pero creo que deberíamos ir más allá.
¿En serio la selección inglesa quería tirarse el pisto de la banda arco iris cuando su propia liga tiene equipos en el que sus dueños son los mismos a los que quieren criticar ahora? Cuando reciben esas ofertas mareantes y firman contratos de un montón de cifras, ¿no se acuerdan de los derechos de las mujeres o de los homosexuales? ¿No es una mijita hipócrita tirarnos de los pelos con una mano ante la ausencia de los derechos humanos en las dictaduras saudíes, mientras con la otra los abrazamos, les rendimos pleitesía en cada una de sus visitas o nos damos de hostias por conseguir concesiones cono la del AVE a la Meca, entre otros grandes contratos?
Todo esto es un puñetero postureo, un lavado de conciencia que en nada va a blanquear el doble rasero que tiene Occidente ante los regímenes del Golfo; me refiero al Pérsico, no personalicemos en nadie que les conozco. Mucha banda arco iris, mucha protesta y mucha bravuconada, pero luego, a la hora de la verdad, doblamos la cerviz con tal vehemencia que luego faltan las pomadas analgésicas en las farmacias. Seamos consecuentes y sinceros; mientras los emires sigan teniendo petróleo y nuestras economías continúen dependiendo del oro negro, nos van a importar un pito los derechos humanos, las mujeres, los homosexuales, los muertos, los ajusticiados, los ahorcados, los quemados.
Para redondear semejante despliegue de hipocresía, sólo faltan las fotografías de los jugadores en sus hoteles de cinco estrellas con playas artificiales, con la etiqueta de “Aqui, sufriendo”.
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