“El feminismo no es la defensa de un extremo sino todo lo contrario, la búsqueda del centro, de la equidad, de la igualdad. Aunque muchos parecen no entenderlo, o no querer comprenderlo”

OPINIÓN. Boquerón en vinagre. Por Francisco Palacios Chaves
Programador informático


09/03/23. Opinión. El programador informático Francisco Palacios escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre el machismo: “Otro futbolista, vaya por dios, ha sido acusado de violación por una chica de 24 años que acudió a su casa. Hasta ahí, nada anormal. Pero hete aquí que un afamado escritor y tertuliano afirma que “¿Para qué fue la chica a su casa?”...

...Es decir, desde el momento en que una mujer atraviesa el marco de la puerta de entrada de tu casa, es susceptible de que la violes y abuses de ella”.

El problema

No le den demasiadas vueltas, porque no las tiene. El problema no son las leyes, aunque ayuden por su carácter coercitivo; no son las penas, su dureza y su duración, a pesar de que siempre darán que pensar a quien delinque.


El verdadero problema es que éste es un país machista, que conserva en su memoria colectiva comportamientos que repetimos consciente e inconscientemente, perpetuando esa imagen del macho ibérico que huele a Varon Dandy, fuma Ducados, bebe Soberano y que mira a la mujer por encima del hombro. Sirvan un par de ejemplos de rabiosa actualidad para ilustrar ese tipo de actitudes.

El primero de ellos es el de un afamado futbolista acusado de violar a una chica en una afamada discoteca de Barcelona. Sí, el pelotero no es español, pero sí los comentarios del personal. Las declaraciones del supuesto violador tienen más versiones que un disco de Pitingo, cada una de ellas distinta de la anterior; las pruebas recabadas por la Fiscalía recogen restos de semen, secuencias de video, declaraciones de testigos que corroboran, palabra por palabra, la denuncia de la chica, sin la más mínima contradicción. ¿Y qué podemos encontrarnos por ahí? A una caterva de machirulos que, a pesar de la fuerza de las pruebas, siguen clamando por la inocencia del futbolista y poniendo en solfa la versión de la denunciante, una chica que, incluso, ha renunciado a recibir ningún tipo de compensación monetaria, por mor de evitar que se la señale como una busca fortunas, estando en todo su derecho de percibirla.

El segundo es, sin duda, aún peor. Otro futbolista, vaya por dios, ha sido acusado de violación por una chica de 24 años que acudió a su casa. Hasta ahí, nada anormal. Pero hete aquí que un afamado escritor y tertuliano afirma que “¿Para qué fue la chica a su casa?”. Es decir, desde el momento en que una mujer atraviesa el marco de la puerta de entrada de tu casa, es susceptible de que la violes y abuses de ella, porque es tu casa, y en tu castillo, machote, mandas tú, tienes derecho de pernada y la que venga ya sabe lo que le espera. Lo vergonzante es la cantidad de muestras de apoyo a este comentario, no ya sólo de hombres sino, más sangrante aún, el de buena cantidad de mujeres.



A ver, voy a intentar explicarlo despacio, a ver si nos enteramos. Aunque ella haya ido con intención de acostarse con el futbolista, aunque se desnudara, lo besara y le hiciera más trabajos manuales que los que salen en toda una temporada de Bricomanía, si después decide que no quiere seguir, no se sigue. Si decide parar, se para. Si se le pasa por la cabeza dejarlo para otro día, o se arrepiente, hay que dejarlo estar. Si no lo entiende, tiene un serio problema. Y sus amigas, más aún.

Esos comentarios rezuman machismo por cada una de sus letras, y todos y cada uno de los aplaudidores es otro machista más, aunque sea mujer. Conviven y han convivido con nosotros toda la vida, de forma anónima en el pasado, pero con el auge de las redes sociales, la equidistancia de algunos medios y el blanqueamiento de otros, se han quitado las caretas hasta dejar ver esa superficie mohosa que ninguna mano de pintura es capaz ya de ocultar.

La solución no puede venir de otro lado que desde la educación, dotando a los niños de herramientas que les permitan discernir lo que es un comportamiento normal entre personas del mismo sexo y lo que es el abuso de un sexo sobre otro, basado en una posición de fuerza labrada por la fuerza de siglos de supremacía del hombre sobre la mujer en todos los aspectos de la sociedad. Educar no es aleccionar. Educar es promocionar el pensamiento crítico, la adquisición de valores reconocidos por todos, básicos para la convivencia. Aleccionar es decirle a un chaval que los niños no lloran, que las muñecas y el rosa es cosa de niñas, decirles que hay trabajos de hombres y otros de mujeres. Aleccionar es obligar a tu hijo a escuchar “mujer tenías que ser” si tarda en aparcar, o “vete a tu casa a fregar” si es una árbitro y no pita lo que te gusta. Aleccionar es que tenga que aguantar que su padre se pregunte por qué no hay un Día Mundial del Hombre.

En resumen, el feminismo no es la defensa de un extremo sino todo lo contrario, la búsqueda del centro, de la equidad, de la igualdad. Aunque muchos parecen no entenderlo, o no querer comprenderlo. Mientras llega el día en que erradiquemos esos tics machistas que nos siguen rodeando, espero que el afamado escritor y tertuliano no me invite a su casa ni a recoger billetes de 500 euros del suelo. Cualquiera se agacha.

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