“No es de recibo que, elección tras elección, las víctimas de actos terroristas sean utilizadas como arma política, como elemento electoral”

OPINIÓN. Boquerón en vinagre. Por Francisco Palacios Chaves
Programador informático


18/05/23. Opinión. El programador informático Francisco Palacios escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre el uso de ETA como arma política: “Es evidente que Bildu se ha pasado de frenada y ha cometido un acto lamentable y vergonzoso al presentar esas listas. Pero también me lo parece el uso partidista que se hace de una época de nuestra historia...

...que sólo trae recuerdos de tristeza, miedo y muerte”.

Ilegales

Olvídese, no le de más vueltas. El 28 de Mayo, aunque piense que se celebran elecciones locales y autonómicas, no es así. Todo se va a leer el clave estatal, como si la mugre que cubre las aceras de su barrio que quiere quedarse con la planta de sus zapatos, la proliferación de viviendas de alquiler turístico o la escandalera nocturna diaria de los que esperan que se abra el Museo Picasso tomando cañas fuese asunto de algún ministerio.


La oposición se ha empeñado en, como siempre, meter en la batidora un puñado de churras y otro de merinas, para obtener la ganancia de los pescadores, revolviendo el río. En esta ocasión han aprovechado el vergonzoso gesto de Bildu de incluir en sus listas a condenados por delitos de sangre, medida revocada por el partido abertzale que se compromete a que ninguno de esos individuos acepte el acta de concejal, en el caso de que sean elegidos.

Es evidente que Bildu se ha pasado de frenada y ha cometido un acto lamentable y vergonzoso al presentar esas listas. Pero también me lo parece el uso partidista que se hace de una época de nuestra historia que sólo trae recuerdos de tristeza, miedo y muerte. No es de recibo que, elección tras elección, las víctimas de actos terroristas sean utilizadas como arma política, como elemento electoral. Lo peor es el cinismo de quienes se rasgan las vestiduras desde que la izquierda nacionalista vasca se convirtiera en socio del Gobierno, un miembro de lo que ellos llaman Frankenstein y el resto del mundo apoyo y negociación.


Porque hemos de recordar que un ex presidente llamó a ETA “movimiento vasco de liberación”, que un joven político, que ahora ocupa el cargo de portavoz, dijo que “el futuro de Euskadi se tiene que construir también con Bildu”, o que un ex alcalde de Vitoria afirmó que “no le temblaban las piernas para llegar a acuerdos con nadie, ojalá cunda el ejemplo”. Por no mencionar las negociaciones con la banda terrorista o el acercamiento de presos a Euskadi cuando ETA no había dejado de asesinar. El cinismo no tiene pies ligeros, sino alas de charrán.

Como era de esperar, a los que les estorban todos los partidos menos el suyo bramaron por la ilegalización de Bildu. Incluso alguna baronesa genovesa se apuntó a la medida, como el verso libre que es, a contracorriente de su propia organización y de la normalidad. Creo, sinceramente, que no pensaron bien esa medida. Ya que, si queremos ilegalizar un partido por tener en sus listas a condenados por terrorismo, no deberíamos quedarnos ahí. Lo justo sería ampliar el horizonte legal que permitiera esta medida.

Porque no tendría que ser legal un partido que en su seno tiene cargos públicos acusados de narcotráfico, condenados por fraude, o por violencia de género. No debería serlo un partido que acoge en su seno a ex militantes de formaciones fascistas. Tampoco merecen ser legales aquellas formaciones condenadas por poseer cajas B, C y D, por casos de corrupción, por mordidas, comisiones y demás latrocinios. Ya que estamos, ilegalizaríamos a los que dilapidaron el dinero destinado a los parados para su propio provecho.

Si somos estrictos y queremos unas listas limpias, unos partidos virginales y prístinos, y una política situada en las antípodas de la sinvergüencería, nos quedaríamos con el Partido de Amigos del Bar o la Coalición de Terraplanistas Unidos. Yo me sigo quedando con los Ilegales. Será porque soy un macarra.

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