“Sánchez, hermano mayor de la Cofradía del Clavo Ardiendo, superviviente profesional, sabe que su única baza para rebajar la distancia perdida y recuperar el paso es el debate cara a cara con el líder de la oposición”

OPINIÓN. Boquerón en vinagre. Por Francisco Palacios Chaves
Programador informático


08/06/23. Opinión. El programador informático Francisco Palacios escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre los debates de los candidatos: “Los debates, ya sea cara a cara o en grupo, deben ser obligatorios para todos, sea cual sea su circunstancia. Porque los mítines no son más que una llamada a los propios; donde se les ven las costuras a los candidatos,...

...sus renuncios y su falta de conocimiento es debatiendo. Pero en un debate real, no en esta especie de pantomima medida, limitada y encorsetada que nos ofrecen las televisiones cada cuatro años”.

Excentricidades

Aún faltan más de cuarenta días para que vayamos a darle caña a las urnas, y ya la tenemos liada por doquier. Aún resuenan los ecos de todos los palmeros del partido de la oposición, empecinados en que la fecha del 23J no va a traer más que el enojo de todos los españoles por fastidiarles las vacaciones. Aunque hay algo que no me termina de cuadrar; si resulta que vamos tan mal, si no hay ni un euro en las alcancías, si olemos a tieso y a menú del día, a producto de marca blanca y a aceite refrito, ¿qué vacaciones son las que hace la pascua el día elegido para las elecciones? ¿Quién puede permitirse el lujo de pasar semanas a mesa puesta?


Tras esto, el presidente del Gobierno sale a palestra pidiendo 6 debates cara a cara con su rival. 6 debates, 6, rezarían los carteles si de tauromaquia se hablara. Como no, la oposición se opone, dando rienda suelta a ese vicio sobrevenido de negarse a todo. Alguno, como Borja Semper, se deja caer declarando que no es el momento de excentricidades.

Hombre, Borja, qué quieres que te diga. Sánchez, hermano mayor de la Cofradía del Clavo Ardiendo, superviviente profesional, sabe que su única baza para rebajar la distancia perdida y recuperar el paso es el debate cara a cara con el líder de la oposición. El motivo es bien sencillo; no hay más que ver las ocasiones en que se han cruzado en el Senado para darse cuenta. El presidente ha pedido 6, pero si por él fuera, serían una docena. Es consciente que en el cara a cara tiene todas las de ganar. Y Feijoo no quiere perder ni un ápice de su ventaja. Por eso, toda la maquinaria mediática y palmera se ha lanzado a manifestarse en los mismos términos que el portavoz genovés.


Todos tiran de hemeroteca para recordar lo que se decía en una situación como ésta en comicios anteriores. Es evidente que las opiniones cambian, porque un cara a cara sirve de muleta para el que va por detrás, que no tiene nada que perder y mucho por ganar. De ahí a que se le haya dado la vuelta a la tortilla y lo que antes eran reniegos, ahora son peticiones, y viceversa.

Lo triste de todo esto es que, elección tras elección, volvamos a darle vueltas al mismo asunto. Los debates, ya sea cara a cara o en grupo, deben ser obligatorios para todos, sea cual sea su circunstancia. Porque los mítines no son más que una llamada a los propios; donde se les ven las costuras a los candidatos, sus renuncios y su falta de conocimiento es debatiendo. Pero en un debate real, no en esta especie de pantomima medida, limitada y encorsetada que nos ofrecen las televisiones cada cuatro años.

Cultura democrática no es saberse todos los nombres del Consejo de Ministros como si fuera la alineación del Gobierno Fútbol Club. No es darse golpes de pecho, autoproclamándose más constitucionales que la Constitución, señalando a todos los que no tienen una visión igual a la suya como poco más que traidores. Consiste en no poner pegas para a dar a conocer tu programa y tus medidas, y si alguien habla de debates, que la única respuesta sea la de preguntar dónde, qué día y a qué hora.

¿Saben lo que sí sería una excentricidad? Volver a ver a Tamames por esos estudios de televisión. Aunque, la verdad, no me extrañaría.

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