“Hora y media de reproches, de críticas a una medida que aún no se ha adoptado por parte de un candidato que aún no ha sido elegido para su investidura”
OPINIÓN. Boquerón en vinagre. Por Francisco Palacios Chaves
Programador informático
28/09/23. Opinión. El programador informático Francisco Palacios escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre la sesión de investidura de Feijóo: “Uno tras otro, los portavoces de los grupos parlamentarios, excepto su pareja de baile, han señalado que su voto para la investidura será negativo. Lo esperado. Aunque al candidato pareciera molestarle, siempre buscando la manera...
...de ningunear al portavoz de turno con referencia a sus resultados electorales. Como si el tener más votos y escaños te permitiera estar por encima de los demás”.
Sesión de ‘Embestidura’
O la memoria me falla, o las cosas no son como deben ser. Porque, que yo recuerde, una sesión de investidura está basada en la presentación de un programa de gobierno por parte del candidato nombrado por el jefe del Estado, y una sucesiva y repetida ronda de respuestas por parte del resto de grupos del Parlamento con las consiguientes réplicas del candidato.
Pues no. Ahora no va así. Las modas cambian, y en política, al parecer, también. Porque hemos asistido a una moción de censura dentro de una investidura. O una investidura basada en la censura al gobierno en funciones.
Al cabo de hora y media de discurso por parte del candidato, hemos aprendido algo: que él no es Sánchez. Algo de agradecer, pues si no lo llega a decir, no seríamos capaces de diferenciar a uno del otro. Hora y media de reproches, de críticas a una medida que aún no se ha adoptado por parte de un candidato que aún no ha sido elegido para su investidura, trufada de algún atisbo de lo que podría ser una medida en un posible programa de gobierno.
Llega la hora del almuerzo y sus señorías se retiran para continuar con la sesión tras el receso. Y cuando todo el mundo esperaba la aparición del presidente del Gobierno en funciones, o si acaso, la de su portavoz parlamentario, Sánchez sorprende a toda la bancada de la derecha y pone a un diputado por Valladolid al timón de la respuesta al candidato Feijóo. Como suele ser habitual cuando las cosas no son como ellos desean, toda la parte diestra del hemiciclo entra en cólera, patalea y brama, ruborizando a cualquier televidente con un mínimo de educación y poniendo al Parlamento a la altura de un bareto de Magaluf a las 4 de la mañana. Hoy, la presidenta del Congreso se ha ganado el sueldo, llamando al orden a esos díscolos y revoltosos diputados, que vuelven a dejar a las claras que un traje de Armani no te hace educado.
Uno tras otro, los portavoces de los grupos parlamentarios, excepto su pareja de baile, han señalado que su voto para la investidura será negativo. Lo esperado. Aunque al candidato pareciera molestarle, siempre buscando la manera de ningunear al portavoz de turno con referencia a sus resultados electorales. Como si el tener más votos y escaños te permitiera estar por encima de los demás.
No termino de ver la ganancia de esta estrategia por parte del Partido Popular. A no ser que nos encontremos un tamayazo histórico, no alcanzo a comprender el someter al más que probable líder de la oposición a semejante sarta de mandobles por parte del resto de la cámara. Porque si lo hace con la esperanza de que unos cuantos diputados socialistas le apoyen, lo veo complicado. Y si lo hacía con el afán de poder censurar al gobierno actual, creo que se equivoca, dejando en muy mal lugar al jefe del Estado, que lo nominó para que elaborara una candidatura ganadora, y no para usar la investidura como un mitin contra Sánchez.
No comprendo esa entrada en olor de beatitud, respaldado por casi todos los presidentes autonómicos, el alcalde de Madrid, la presidenta de la FEMP, como si fueran las grupies de los Beatles, chillando y tirándose de los pelos ante cada frase del amado líder. Creo que aún no han entendido el artículo 99 de esa Constitución a la que tanto dicen defender. En este país, el presidente del Gobierno lo decide la mayoría parlamentaria, y toda la milonga del ganador de las elecciones, la coalición de perdedores y la lista más votada es una píldora gorda y áspera que sólo se tragan sus votantes más fieles.
En fin, nos quedan unos días más de este teatro con spoiler incluido, de película con poco argumento y mucho extra, de discursos más repetidos que un capítulo de La que se avecina. Lo que más me jode es que, como en otras ocasiones, se hable de todo y de todos. Hasta de Guerra, de González, de Aznar, de M. Rajoy, sea quien sea, de Galicia, De Euskadi, de Cataluña. Pero, como en todas las ocasiones, nadie se ha acordado de nosotros. Andalucía sigue sin existir. Pero que nadie se queje. Tenemos lo que nos buscamos.
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