“Votaré andalucismo en defensa propia, contra todos los que siguen vilipendiando mi acento, contra los que señalan a nuestros estudiantes, contra los que quieren mantenernos a la cola del tren del progreso y del avance”
OPINIÓN. Boquerón en vinagre. Por Francisco Palacios Chaves
Programador informático
06/06/24. Opinión. El programador informático Francisco Palacios escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre las elecciones europeas: “Votaré andalucismo porque quien nos representa es la viva imagen del andaluz exiliado de su tierra por motivos económicos. El andaluz, afortunadamente, no tiene un mar que le separe del resto, porque si no, seríamos carne...
...de patera, muerto en la valla, negro entre blancos. Pero, a pesar de ello, tenemos que buscarnos la vida fuera, desplegar nuestro talento allá donde se nos permite hacerlo, cuando aquí se nos empuja y se nos desprecia”.
Mi por qué
No creo que haya que dar demasiadas explicaciones sobre el por qué cada uno vota a una determinada opción electoral. Pero siempre es bueno que la gente sepa la causa o causas que nos llevan a dar nuestra confianza a unas siglas, a una forma de pensar y de hacer.
La Historia siempre nos recordará esa vez que hicimos el ridículo, y mandamos a un tipo que se disfrazaba de Superman, y a su cuñado, a Bruselas. No nos escandalicemos si, en estas elecciones europeas, mandamos a cualquier indocumentado a convertirse en imagen de este país en el Parlamento Europeo. Porque otra cosa no, pero el español es ese animal que, de tanto tropezar con la piedra, hasta se casa con ella.
Yo tengo muy clara cual es mi opción, y nadie se llevará una sorpresa si mi papeleta apoyará a la única formación de plena soberanía andaluza, a la única que no tiene que rendirle cuentas a nadie, más allá de sus electores. Las razones son evidentes, al menos para mí y el resto de andalucistas. Un inciso: cuando me refiero a andalucistas, hablo de los de verdad, no a los que Juanma Moreno etiqueta con el mismo apelativo y tienen de andalucistas lo que yo de monje cartujo. Porque para ser andalucista no basta con haber nacido aquí, ni con cantar el himno una vez al año, y encima mal. De la misma manera que yo, por comprarme un balón Mikasa y decir oui no voy a cobrar 30 millones al año.
Estas elecciones europeas son una muestra más del colonialismo del que hacen uso todas las formaciones políticas al respecto de Andalucía. Volvemos a representar el papel de granero de votos, pero el beneficio de ese sufragio no se queda aquí, no lo disfruta el andaluz, no redunda en nuestro aprovechamiento. Porque la política nacional viene marcada por otros nacionalismos periféricos que, haciendo uso de su legítimo poder, exigen y exigirán todo lo que les plazca, a cuenta de determinados apoyos en momentos clave, como puede ser el de los Presupuestos Generales del Estado. Nosotros, los andaluces, meros espectadores del mercadeo político que se desarrolla en la capital del reino, no tenemos nada que pinchar ni que cortar. Tan sólo podremos optar por la recogida de alguna migaja que se haya extraviado por el camino, pero poco más.
Si no cree en lo que le digo, sólo tiene que ver cuántos representantes andaluces van en las listas de todos los partidos a estas elecciones. Tenga en cuenta que Andalucía representa el 18% de toda la población del Estado; no se sorprenda si algún partido no tiene ni siquiera a un andaluz en su lista a las Europeas. Tampoco me extraña; vejando como hacen a todo lo andaluz, a sus señas de identidad y a sus referentes históricos, no es rara esa ausencia.
Yo votaré andalucismo porque es la única fuerza que tiene en su mente un papel distinto al que nos han colgado. Es la única opción que antepone nuestros intereses a los del resto. Lo hago porque amo mi tierra, aunque otros digan que lo hacen mientras permiten que se la llene de basura radioactiva, mientras desecan Doñana, mientras venden a trozos mi ciudad al turista, mientras cierran camas en los hospitales, mientras no son capaces de contratar más profesores universitarios, mientras permiten que se llenen piscinas para el visitante pero te recuerdan que tienes que bañarte a lametones, como los gatos.
Votaré al andalucismo porque no es el títere de nadie que busque una poltrona o un ministerio en Madrid, por mi propia autoestima, para defenderme de todos los mequetrefes que siguen mirándonos por encima del hombro, señalándonos como subsidiados, cuando son ellos los que no paran de sacarnos la sangre y soltarnos una limosna, cuando ellos son los que reciben la paguita, en forma de tributos fiscales de unas ganancias obtenidas aquí, o de subvenciones a las farmacéuticas o a la industria automovilística. Porque no quiero que los Fondos de Cohesión vayan a pagar otra pista de Barajas, sino a acabar con esa peste negra del paro que mata la esperanza de tantos jóvenes andaluces.
Votaré andalucismo en defensa propia, contra todos los que siguen vilipendiando mi acento, contra los que señalan a nuestros estudiantes, contra los que quieren mantenernos a la cola del tren del progreso y del avance, porque en sus mesetarias mentes, nuestro papel no ha de cambiar. Votaré andalucismo como señal de lo que se les viene encima, del temblor de piernas que produce la simple idea de un Poder Andaluz fuerte y rocoso, un malecón de piedra ostionera que retenga el oleaje en Madrid y en Bruselas, que mantenga alejados de aquí a toda esa reata de advenedizos para los que Andalucía no es más que un pin, un mollete con aceite y un día de Febrero.
Votaré andalucismo porque quien nos representa es la viva imagen del andaluz exiliado de su tierra por motivos económicos. El andaluz, afortunadamente, no tiene un mar que le separe del resto, porque si no, seríamos carne de patera, muerto en la valla, negro entre blancos. Pero, a pesar de ello, tenemos que buscarnos la vida fuera, desplegar nuestro talento allá donde se nos permite hacerlo, cuando aquí se nos empuja y se nos desprecia.
Votaré andalucismo porque me lo piden las tripas. Porque me hierve la sangre ante tanta injusticia. Porque ser andalucista es la mejor manera de ser andaluz.
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