“Somos capaces de lo mejor y de lo peor, de dar cal y arena a partes iguales. Somos la tierra que vio nacer al Padre de la Patria Andaluza y, a la vez, responsables, en buena parte, de poner una ardilla en Bruselas”
OPINIÓN. Boquerón en vinagre. Por Francisco Palacios Chaves
Programador informático
13/06/24. Opinión. El programador informático Francisco Palacios escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre los resultados de las elecciones europeas: “El remate de estas elecciones ha sido la aparición de Se Acabó la Fiesta, una nueva muestra de que el español vota con las tripas, en lugar de con la cabeza. Una agrupación de electores sin programa, cuyo...
...cabeza de lista va buscando el aforamiento y la inviolabilidad que proporciona el ser diputado de la Eurocámara, un tipo condenado en múltiples ocasiones por sembrar bulos y falsificar noticias”.
Ardillas en Bruselas
Bueno, pues ya dejamos atrás las elecciones europeas, enmarcadas en un verano plagado de urnas y comicios. Los resultados han sido bastante esclarecedores del rumbo que está tomando la UE y sus socios. No todos, afortunadamente.
El auge de la extrema derecha en Francia, Alemania y Bélgica es para hacérselo mirar. El caso de Francia no es más que otro episodio protagonizado por el apellido Le Pen, una constante en cualquier elección que se lleve en el país galo. Tan fuerte ha sido la subida de su partido que Macron se ha visto obligado a adelantar elecciones. Aunque, por el método francés de doble vuelta, una cohabitación con la extrema derecha se presenta complicada, aunque cada vez más factible.
En este ámbito de cosas, es de extrañar la ovación cerrada hasta con las orejas de su homónimo patrio, VOX, a los resultados de Agrupación Nacional, el partido liderado por Le Pen. Me extraña sobremanera, porque de todos es conocido el proteccionismo a ultranza que defiende la extrema derecha francesa, un proteccionismo que, entre sus puntos, defiende la defensa de la agricultura francesa frente a las importaciones españolas. Creo que deberían de explicárselo a todos los agricultores y ganaderos, para que luego no haya sorpresas el día que, Dios no lo quiera, Le Pen sea Presidenta y empiecen a caer desmayados los camiones a la altura del paso fronterizo de La Junquera. Aunque ya sabemos que la culpa la va a tener Sánchez.
El plebiscito a Sánchez quedó en un empate técnico que, si la campaña dura una semana más, habría dejado visibles secuelas entre los genoveses. Ninguna de las campañas impulsadas y auspiciadas por la derecha parece dar los frutos deseados, aunque ahora intenten comparar los resultados en España con los de Francia o Bélgica, asunto difícilmente mantenible para cualquiera que sepa sumar. Si desde la derecha esperaban un batacazo del PSOE, parece que no han entendido que el Manual de Resistencia no es otra cosa que un modus vivendi del Presidente del Gobierno. Siguen con el mantra del ganador de las elecciones; no es mala época ésta para, aprovechando las vacaciones veraniegas, le peguen un repaso a la Constitución. Sobre todo, para que sepan de qué están hablando cuando dicen que la defienden.
Por otra parte, el nacionalismo andaluz ha cosechado unos resultados que no son para sentirse orgulloso de ellos pero que dejan entrever una ligera ascensión en muchos territorios. Se hace palpable la necesidad imperiosa de que todo el andalucismo político deje atrás las luchas intestinas, el personalismo y las mínimas diferencias ideológicas, para abrazar lo que a todos nos une y crear, de una vez por todas, un proyecto unificador, que enarbole la bandera del andalucismo, que conquiste al andaluz y que sea capaz de bajar a la calle, de hablarle a la gente de tú a tú de las cosas de comer, del precio de la vivienda, de la cesta de la compra, del médico de cabecera, de las plazas universitarias, todo siempre desde una perspectiva andaluza y mirando hacia un horizonte de soberanía andaluza. Nos hacemos mucho daño, escupiéndonos a la cara viejas rencillas, antiguas disputas y remarcando la nimia disparidad, en lugar de centrarnos en lo que nos une, en el objetivo de nuestra lucha política. Todo aquel que esté dispuesto a ello, que se acerque y sume. El resto, ya sabe que en el PP tiene las puertas abiertas.
El remate de estas elecciones ha sido la aparición de Se Acabó la Fiesta, una nueva muestra de que el español vota con las tripas, en lugar de con la cabeza. Una agrupación de electores sin programa, cuyo cabeza de lista va buscando el aforamiento y la inviolabilidad que proporciona el ser diputado de la Eurocámara, un tipo condenado en múltiples ocasiones por sembrar bulos y falsificar noticias. Ese es el que dice que va a acabar con la fiesta de no se sabe quién, cuando en realidad ha comenzado la suya. Concretamente, nada más conocerse los resultados, en una conocida discoteca madrileña, rodeado de lo más granado de la política y la economía española, entre ellos el pequeño Nicolás.
El individuo de marras ha prometido sortear su sueldo como eurodiputado entre todos los españoles, algo que es ilegal, pero que sus votantes y simpatizantes defienden a capa y espada, levantando su voto como el que enarbola el décimo de la lotería de Navidad. Yo tengo claro que el sorteo, en caso de que se realice, va a premiar a Lasive Répez, Visela Zepre y Sivela Preze. Si no, al tiempo.
Lo que más me fastidia de todo esto no es el ascenso de la ultra derecha en Europa, ni la falta de representantes andalucistas en el Parlamento Europeo. Lo peor de todo es que la segunda provincia donde más votos ha sacado este personaje ha sido Málaga.
Somos capaces de lo mejor y de lo peor, de dar cal y arena a partes iguales. Somos la tierra que vio nacer al Padre de la Patria Andaluza y, a la vez, responsables, en buena parte, de poner una ardilla en Bruselas. No sólo somos un buen trozo del granero de votos del centralismo sino que, además, somos la punta de lanza de la extrema derecha, capaces de encumbrar a cualquier inepto.
Pónganse como deberes para las vacaciones el leerse el lema del escudo de la ciudad. A ver si así…
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