“Los griegos, gente muy sabia, llamaban idiotas a la gente que se desentendía de los asuntos públicos o que sólo velaba por los suyos propios”

OPINIÓN. Boquerón en vinagre. Por Francisco Palacios Chaves
Programador informático


20/06/24. Opinión. El programador informático Francisco Palacios escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre la política: “Hay un buen número de personas que dicen no entender de política, que son asuntos que se escapan de su conocimiento. Pero se equivocan de raíz, porque todo es política. Desde las relaciones con otros estados hasta el precio del tomate, desde...

...la política energética hasta el número de alumnos por clase en un colegio público. Todo depende de nuestra acción, de nuestra postura, de nuestra participación. De no ser idiotas”.

Los idiotas

Los griegos, gente muy sabia, llamaban idiotas a la gente que se desentendía de los asuntos públicos o que sólo velaba por los suyos propios. Nota cultureta: proviene de la palabra idios, propio, de la que deriva, entre otras, la palabra idiosincrasia. Es decir, el idiota es aquel que se encarga únicamente de los asuntos que le conciernen, y piensa que el resto no le afectan.


Hay un buen número de personas que dicen no entender de política, que son asuntos que se escapan de su conocimiento. Pero se equivocan de raíz, porque todo es política. Desde las relaciones con otros estados hasta el precio del tomate, desde la política energética hasta el número de alumnos por clase en un colegio público. Todo depende de nuestra acción, de nuestra postura, de nuestra participación. De no ser idiotas.

Por otra parte, están los que te dicen que no debes opinar, porque no te toca, porque no puedes por tu estatus social, tu trabajo, tu cuenta corriente o por cien excusas más. Ellos no quieren que des tu opinión para que sólo se escuche la suya, para que tu silencio deje paso a su posicionamiento, siempre contrario al tuyo. Faltaría más.

Si eres de izquierdas, por ejemplo, no puedes tener vivienda propia, ni llevar determinada ropa o conducir un coche de una marca en concreta. Porque, por tu ideología, esos que mandan callar han decidido que debes vivir debajo de un puente, comer restos de la basura, beber agua de lluvia y dar gracias por la humedad de un escupitajo que te permita lavarte la cara. Las únicas personas que tienen derecho a los adelantos de la sociedad y a los beneficios de ganarte la vida honradamente son ellos, los que deciden quién puede, qué puede, cuándo se puede y dónde.


Ahí los tenemos, bramando a los cuatro vientos porque Mbappé, quien no necesita presentación, se ha atrevido a dar su opinión sobre las futuras elecciones francesas, pidiendo que el voto joven se enfrente a la ultra derecha de Le Pen. Para empezar, están los más atrevidos, que proclaman que cómo se atreve ese negro a opinar, si no es francés. Esta gente sigue viviendo en el Medievo, y lleva grabado a fuego en la piedra pómez que tienen por corazón que todo aquel que no sea blanquito de piel no puede ser europeo. El día que abran un libro y lean que, tal y como marcan los paleontólogos, todos provenimos de África, van a sufrir un berrinche descomunal. Ya sé que tienen que darse demasiadas condiciones: abrir un libro, leerlo, entender lo que leen… Pero todo es posible.

Esos son los mismos que mandan a Ana Peleteiro, una de nuestras mejores atletas, a África, cuando es más española que la mayoría de esos seres bramantes. Son los que rezuman odio hacia los niños que cantan la lotería de Navidad, los que sudan bilis cuando un atleta español gana una medalla o un campeonato sin ser rubio y de ojos claros. Como si los españoles lo fuésemos.

No tiene derecho a opinar, como proclama uno de los líderes de la ultra derecha francesa, porque tiene dinero, y no es igual que los jóvenes franceses pobres. Hipócritas. Hace 22 años, Zinedine Zidane dio la misma opinión sobre el mismo partido en los mismos términos, y nadie le dijo que no podía opinar porque era millonario, o porque estaba calvo. La diferencia entre un caso y otro es patente.

Ambos, Mbappe y Zidane, no quieren que su país lo gobierne un partido que se encuentra en las antípodas de los valores de Francia. No quieren que aquello de Libertad, Igualdad, Fraternidad se convierta en un papel mojado, aplastado bajo la bota de una ultraderecha xenófoba y racista, que señala al que es distinto como la única causa de sus problemas, dignos alumnos de Joseph Goebbels.

No puedes opinar. Nunca te dejarán opinar, si los dejas. Si está en su mano, callarán tu boca, atarán tus manos, sellarán tus labios. Porque ellos, lo único que desean, es convertirte en otro idiota.

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