Es mucho más sencillo no tener que hacer nada, dejarte llevar por cuatro iluminados que se llaman entre sí despiertos y repetir que el resto de la Humanidad está aborregada. No tú, el resto

OPINIÓN. Boquerón en vinagre. Por Francisco Palacios Chaves
Programador informático


19/09/24. Opinión. El programador informático Francisco Palacios escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre los conspiranoicos: “Los hay que juran y perjuran que la Luna es poco más que una película de Cinexin y que, obviamente, el hombre no la ha pisado. Otros maldicen mirando a los cielos cada vez que una estela de vapor aparece sobre sus cabezas, bajo la firme...

...convicción de que nos fumigan para hacer descender la natalidad, cambiar el clima y provocar enfermedades”.

Eureka

Hay días en los que uno se siente como un griego en su baño, asombrado ante la súbita aparición en su mente del por qué se sale el agua al sumergirse en ella. Normalmente, la solución a un problema suele aparecer por si sola, como una enorme pompa de jabón que explota dentro de tu cabeza y que te deja con esa sensación de ridículo, preguntándote por qué no se te ocurrió antes.


Eso me ha pasado con los conspiranoicos y los negacionistas de lo que haga falta. Ahí los tenemos, viviendo con nosotros, respirando nuestro mismo aire y con el mismo derecho al voto que nosotros. Son indistinguibles del resto. Puede ser tu panadero, tu vecino del segundo, tu esclavo de Glovo preferido.

Los hay que juran y perjuran que la Luna es poco más que una película de Cinexin y que, obviamente, el hombre no la ha pisado. Otros maldicen mirando a los cielos cada vez que una estela de vapor aparece sobre sus cabezas, bajo la firme convicción de que nos fumigan para hacer descender la natalidad, cambiar el clima y provocar enfermedades. Algunos han decidido que lo de la Tierra plana se les quedaba muy corto y han ido más allá, afirmando que, en realidad, está hueca que, incluso, podría haber civilizaciones avanzadas viviendo dentro.


Ya conocemos a los que evitaban las vacunas, ante la certeza de que las jeringuillas no eran más que el vehículo usado para inyectar microchips en nuestros cuerpos. Afamados cantantes y algún que otro politicastro se hicieron eco de estas sospechas, intentando despertar a la población para que no se vacunara y, de esta forma, no estar controlados por las antenas 5G, un monstruo que, además, se usa para controlar las mentes.

Otra conspiración, de reciente aparición, es la del gran reemplazo, una elaborada teoría que afirma que la izquierda y las organizaciones sin ánimo de lucro trabajan conjuntamente para reemplazar a la población blanca de origen cristiano y europeo, por pueblos no europeos y musulmanes, a través de la inmigración masiva y descontrolada.

Esto no es más que un puñado de botones que sirven de muestra. Y uno no deja de preguntarse por qué en la época de la Historia donde la información es más accesible y en la que cualquier persona tiene a su disposición todo el Conocimiento que durante siglos nos ha hecho avanzar, aparece con tanta fuerza y pujanza semejante cantidad de conspiranoicos. Hasta la gravedad es puesta en duda. Con lo fácil que sería para estos negacionistas abrir la ventana, dejarse caer a través de ella y comprobar empíricamente sus efectos.

Algo que también me llamó la atención es la firme correlación que existe entre el negacionismo y el ser de derechas. No suele fallar. Mientras más ruge contra las estelas de vapor de los aviones, más a la derecha en el espectro político se encuentra. Si se hace fotos con cucharas y tenedores pegados a su cuerpo, es prácticamente seguro que lleva una foto de Feijoo en la cartera. Y todos los discos de Jose Manuel Soto en su Spotify.

La inspiración me llegó de pronto, con fuerza inusitada, como un balón Mikasa que te da en toda la cara en el patio del colegio, como una caricia de Topuria. El por qué de semejante auge se me presentó con claridad, un fogonazo en medio de los ojos. Mis dudas quedaron disueltas, como los cubitos de hielo de Sabina. La causa del negacionismo y las teorías de la conspiración es la flojera.

Sí, es así de sencillo. Piénsenlo durante un instante. ¿Qué es más fácil, estudiar, leer libros de divulgación científica, buscar datos o ver dos videos de Youtube? ¿Qué requiere menos esfuerzo, comprender una teoría científica, darle vueltas hasta que, por fin, consigues entenderla, o escuchar el podcast de tu cuñado que afirma que, detrás de los glaciares polares, hay un mundo al que no nos dejan acceder?

Es mucho más sencillo no tener que hacer nada, dejarte llevar por cuatro iluminados que se llaman entre sí despiertos y repetir que el resto de la Humanidad está aborregada. No tú, el resto.

Yo, sinceramente, seguiré perteneciendo al rebaño de los vacunados, fervientes conocedores de la esfericidad de la Tierra, que no creyentes. Continuaré confiando en la Ciencia que ha hecho que la esperanza de vida llegue hasta los 80 años, en la que nos ha dado Internet, los ordenadores, el motor de hidrógeno y Ironman.

Ya saben: los libros, los paracaídas y las mentes, si no se abren, no sirven para nada.

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