Isabel Natividad se ha pasado el interés de los madrileños y la política de Estado por los bajos, haciendo caso omiso a su presidente, a sus compañeros de filas y al sentido común

OPINIÓN. Boquerón en vinagre. Por Francisco Palacios Chaves
Programador informático


24/10/24. Opinión. El programador informático Francisco Palacios escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre la negativa de Isabel Díaz Ayuso a reunirse con Pedro Sánchez: “La invitación se hizo a todos los presidentes de comunidades autónomas, fuesen del partido que fuesen. Y lo lógico, lo que demanda la razón, es acudir en representación de aquellos que...

...están bajo tu tutela como presidente autonómico. Porque la confrontación política debe quedar en un segundo plano, cuando se trata del bienestar del ciudadano”.

Dos telediarios

Si un presidente autonómico no acude al Palacio de la Moncloa, creo que comete un error”. No lo digo yo, aunque esté completamente de acuerdo, por una vez y sin que sirva de precedente, con el presidente de los populares. Porque, cuando el presidente del Gobierno te llama para una reunión, uno debe acudir a ella, porque no se le invita a título personal, sino por el cargo que uno ocupa. En este caso, la invitación se hizo a todos los presidentes de comunidades autónomas, fuesen del partido que fuesen. Y lo lógico, lo que demanda la razón, es acudir en representación de aquellos que están bajo tu tutela como presidente autonómico. Porque la confrontación política debe quedar en un segundo plano, cuando se trata del bienestar del ciudadano. Y allá que están yendo todos. O casi todos. Porque, como la aldea gala que resistía la dominación romana, Ayuso ha declinado la oferta, siendo la única presidenta autonómica que no va a acercarse a La Moncloa. Esperemos que sea así para siempre.


Según el propio Feijoo, “la presidenta Ayuso sabe muy bien que su responsabilidad es defender los intereses de los madrileños y practicar una política de Estado, y es lo que ha venido a hacer siempre”. Pues, qué quieren que les diga, Isabel Natividad se ha pasado el interés de los madrileños y la política de Estado por los bajos, haciendo caso omiso a su presidente, a sus compañeros de filas y al sentido común.

Creo que lo que tiene más gracia del asunto es el motivo que ha alegado la presidenta para no acudir: la cacería política que se está haciendo contra ella. Hombre, si cacería política es llamar a su pareja delincuente confeso, después de haber confesado un delito, pues sea. Pero que esa acusación salga de los labios de quien ha llamado hijo de puta al presidente del gobierno es, cuando menos, de chiste. Pero de los malos.


También me resulta evidente que el pulso no se lo echa a Sánchez. Sería estúpido pensar eso, como si en algún momento ambos se hubiesen llevado bien. Es un claro movimiento contra Feijoo, al que desautoriza en cada ocasión en la que tiene la oportunidad de hacerlo. No es que sea un verso libre, es que hace lo que le sale del Paseo del Prado. Hace lo que le viene en gana, o lo que le viene en gana a MAR, que es lo mismo. No hay situación política en la que se ponga detrás del presidente de su partido sin añadir o quitar una coma; siempre lo hace, si es que lo hace, añadiendo sus particulares razones, que no tienen por qué coincidir con las de la cúpula de su partido.

Feijoo será el presidente del Partido Popular, pero no es su líder. Siempre a remolque del ideario de la extrema derecha, aplaudiendo y blanqueando las políticas más reaccionarias, esperando, de esa manera, al votante más radicalizado. Da bandazos, según tenga que contentar a unos o a otros, consiguiendo, al fin y a la postre, dejar descontentos a ambos. Por eso no es presidente del Gobierno: porque no quiere, y porque no le quieren. Para colmo, no es capaz de doblegar a la indomable lideresa de los madrileños, apostada en la Puerta del Sol, esperando su momento, mientras se rebela una y otra vez contra los mensajes que manda el partido.

Feijoo habla de acabar con la corrupción. Habría que recordarle que aquel que intentó acabar con la de su propio partido acabó siendo apuñalado por los que un día lo aplaudieron. Curiosamente, murió políticamente señalando las prácticas de algún familiar de Isabel Natividad durante la pandemia. Por eso, Alberto no quiere mirar de puertas para adentro, por si las moscas. Alberto es el mismo sin gafas que con gafas, el mismo que un día afirma algo con rotundidad para renegar de ello al día siguiente. El que sienta las bases de un discurso firme para demolerlo al día siguiente si Ayuso lo cree oportuno. Alberto va pasando los días, sin saber si el de hoy será su último telediario.

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