“Todo lo que toca la fachosfera, aunque sea de refilón y sin querer, se acaba convirtiendo en una maqueta a gran escala de sus propios procesos mentales: un vertedero de insultos, amenazas, falta de sesera y criadero de salvapatrias”

OPINIÓN. Boquerón en vinagre. Por Francisco Palacios Chaves
Programador informático


21/11/24. Opinión. El programador informático Francisco Palacios escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre las redes sociales y los medios de comunicación: “El problema se resuelve señalando a los farsantes, y haciendo que, de nuevo, la vergüenza la pase el mentiroso y el falsario. La solución está en que se toque el bolsillo del que miente a propósito,...

...del que siembra odio esperando recibir alguna futura prebenda a cambio”.

La factoría del fango

Pues yo también me he apuntado al carro de la diáspora zurda. He recogido mi petate y he dejado en X lo mínimo para ir de visita de vez en cuando, lo justo para que no perder mi hueco, y he migrado a Bluesky.


La primera impresión es exactamente la misma que cuando aterricé en Twitter: un paraíso de creadores, más preocupados en escribir brillantes frases con un número limitado de caracteres que en desmentir la última chorrada del bebelejías de turno, o señalar la estupidez del que clama a todo el que le presta oidos que Joe Biden es un lagarto disfrazado. En resumen, lo que viene siendo, un sitio tranquilo, alejado del frenopático facha en el que se ha convertido el juguetito de Elon Musk. Especialmente desde que fue adquirido por el conocido aliado de Trump.


Y es que todo lo que toca la fachosfera, aunque sea de refilón y sin querer, se acaba convirtiendo en una maqueta a gran escala de sus propios procesos mentales: un vertedero de insultos, amenazas, falta de sesera y criadero de salvapatrias. Afortunadamente, siempre nos quedará un hueco al que emigrar, un lugar a buen recaudo de la oleada bárbara que intenta hacer callar cualquier mensaje que suene a posterior al Medievo.

Sin embargo, y aunque sea algo meramente anecdótico en un océano de mal gusto, algunas cosas parecen estar cambiando. Sin ir más lejos, días atrás vimos como un banco retiraba la publicidad que emitía en los intermedios de uno de esos programas que han mutado del simple divertimento a escombrera mental. Como no, sus más fieles seguidores reaccionaron con furia, que es lo único que parecen dominar al parecer, y han amenazado con cerrar sus cuentas en ese banco, una especie de corralito patriótico que ha tenido, como resultado, que las acciones de dicho banco hayan subido su cotización en bolsa. A veces, perder según qué clientes es hasta beneficioso. Incluso aquellos que han amenazado con llevarse sus cuentas de empresa, sin caer en la cuenta de que dicho banco no tiene ese tipo de cuentas. Si es que no le dicen la verdad ni al médico.

Además, las desgracias, o las gracias en este caso, no vienen nunca solas, y a la tragedia de la deserción del anunciante se une el cierre del canal de dicho programa en Youtube. Sé que algunos pensarán que no se merece semejante castigo, o que la ocultación de según qué opiniones no es la solución a ningún problema. Que, si no te gusta el programa, no lo veas, ni veas sus vídeos colgados en Internet. Ese razonamiento me puede parecer correcto, si no fuese porque los contenidos de ese programa son, en su mayoría, bulos, medias verdades o insultos a determinados colectivos, por parte de sus colaboradores. Todo estaría genial si dichos colaboradores no distorsionaran la verdad, igual que ensucian sus pantalones  para parecer lo que no son o lo que nunca serán.

Ignorar el problema no lo resuelve, de la misma manera que esconder el polvo bajo la alfombra no limpia la habitación. El problema se resuelve señalando a los farsantes, y haciendo que, de nuevo, la vergüenza la pase el mentiroso y el falsario. La solución está en que se toque el bolsillo del que miente a propósito, del que siembra odio esperando recibir alguna futura prebenda a cambio. Estoy completamente seguro que los que financian a toda esta turba malvada, retorcida y agria, se lo pensarían dos veces cuando se les tocara la cartera, que es la única patria que conocen y admiran.

Y se puede, claro que se puede. Todos sabemos que se coge antes a un colaborador de Iker Jiménez que a un cojo.

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