“Bajo la apariencia de amor y compromiso con Andalucía, prioriza intereses particulares sobre el bienestar de la ciudadanía, comprometiendo la calidad de servicios esenciales como la salud y la educación”
OPINIÓN. Boquerón en vinagre. Por Francisco Palacios Chaves
Programador informático
05/12/24. Opinión. El programador informático Francisco Palacios escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre amores que matan: “En el escenario político andaluz, ciertos individuos se envuelven en la bandera del andalucismo, proclamando un amor ferviente por la tierra que dicen representar. Sin embargo, sus acciones revelan una realidad distinta, donde...
...el interés personal y la explotación de los recursos prevalecen sobre el bienestar de Andalucía y su gente”.
No me quieras tanto
Hay amores que matan, quereres que son un peligro para la integridad física y psíquica del ser amado. Y no me refiero ya a esas personas tóxicas, lo que toda la vida de Dios hemos llamado hijos de la gran puta, que todo lo que tocan lo cargan de negatividad y oscuros pensamientos. No, hay más. Y peores.
Todos habremos oído en alguna ocasión que el torero ama al toro; que, en su búsqueda de gloria y reconocimiento, se enfrenta a un animal indefenso, encerrado y estresado, en una suerte de arte extraño y sangriento, que culmina, las más de las veces, con la muerte del animal al que tanto ama su asesino. La tauromaquia es defendida como una forma de arte que honra al toro, cuando en realidad no es más que el sacrificio del animal para satisfacer las ambiciones del torero y la sed de sangre del espectador. Y los hay que dicen que “[lo hacemos] por un sentimiento de amor hacia el toro. Ese es el hilo conductor del toreo. Si no fuera así, la tauromaquia habría desaparecido hace tiempo”. En realidad, desaparecerán cuando se les deje de subvencionar. Pero esa es otra cuestión.
De manera similar, el cazador persigue a su presa bajo la premisa de una conexión ancestral con la naturaleza, por amor a los animales. Sin embargo, esta relación se basa en la dominación y la muerte de la presa para satisfacer deseos personales, ya sea por deporte, trofeos, o posturear con los amigos del Barrio de Salamanca. Ellos también se dicen amantes de aquello que matan, incluso llegando a afirmar que su actividad ayuda a que esos animales no se extingan. El Premio Princesa de Asturias, en la rama de Humanidades, ya debería tener dueño.
En el escenario político andaluz, ciertos individuos se envuelven en la bandera del andalucismo, proclamando un amor ferviente por la tierra que dicen representar. Sin embargo, sus acciones revelan una realidad distinta, donde el interés personal y la explotación de los recursos prevalecen sobre el bienestar de Andalucía y su gente.
Así, el amor profesado por estos falsos andalucistas hacia Andalucía se asemeja al de los toreros hacia los toros o al de los cazadores hacia sus presas: una relación desequilibrada donde la explotación y el beneficio propio eclipsan cualquier genuino afecto o respeto por la tierra y su gente. Es esencial discernir entre quienes verdaderamente aman y protegen Andalucía y quienes, bajo la máscara del andalucismo, buscan únicamente su propio interés.
La gestión de los servicios públicos en Andalucía enfrenta desafíos significativos que afectan áreas esenciales como la sanidad y la educación. Paralelamente, las políticas fiscales implementadas han suscitado debates sobre su equidad y eficacia.
El sistema sanitario andaluz se enfrenta a una sobrecarga considerable, evidenciada por largas listas de espera y dificultades en el acceso a servicios médicos básicos. La escasez de personal y recursos limita la capacidad de respuesta ante las necesidades de la población, generando insatisfacción y desconfianza en la sanidad pública. Colas en los ambulatorios, salas cerradas y camas vacías son el sino de la salud pública andaluza, mientras que se riega con dinero de todos los andaluces a la sanidad privada, adjudicando contratos para la realización de operaciones quirúrgicas, consultas y pruebas diagnósticas.
En el ámbito educativo, se observan carencias en infraestructuras y recursos humanos, lo que repercute en la calidad de la enseñanza. La falta de inversión adecuada y una gestión ineficiente contribuyen a un entorno educativo que no siempre garantiza igualdad de oportunidades ni fomenta el desarrollo integral de los estudiantes. Mientras tanto, la Junta ha mantenido y renovado conciertos con centros privados que ofrecen enseñanzas declaradas gratuitas y satisfacen necesidades de escolarización, bajo la engañifa de buscar ampliar la oferta educativa y garantizar la libertad de elección de las familias, un subterfugio que alimenta las arcas de empresas privadas en detrimento de la educación pública.
Y todo eso, implementando reducciones fiscales que, según algunos análisis, benefician en mayor medida a las rentas más altas. Por ejemplo, se ha bonificado el 99% del Impuesto de Sucesiones y Donaciones, extendiendo los beneficiarios a hermanos, tíos y sobrinos. La combinación de una gestión deficiente y políticas fiscales que reducen los ingresos públicos comprometen la calidad y sostenibilidad de los servicios esenciales. Es fundamental evaluar el equilibrio entre la carga fiscal y la financiación adecuada de la sanidad y la educación para garantizar el bienestar de la ciudadanía andaluza.
Estas situaciones reflejan una gestión que, bajo la apariencia de amor y compromiso con Andalucía, prioriza intereses particulares sobre el bienestar de la ciudadanía, comprometiendo la calidad de servicios esenciales como la salud y la educación.
De verdad, no nos quieran tanto.
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