“¿Por qué seguimos manteniendo a esta familia en nómina cuando no solo no da beneficios, sino que además nos cuesta pasta?”

OPINIÓN. Boquerón en vinagre. Por Francisco Palacios Chaves
Programador informático


03/07/25. Opinión. El programador informático Francisco Palacios escribe en su colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre la Casa Real: “No es solo una cuestión de cifras. Es de coherencia. De vergüenza. Porque al mismo tiempo que se recorta en salud mental, se desmantela la dependencia, se recargan las aulas con 32 críos y se condena a la juventud a vivir de alquiler...

...hasta los 50, seguimos soltando millones para mantener un decorado anacrónico con balcones y Ferrero Rocher”.

Apretarse la Corona

La Zarzuela acaba de presentar sus cuentas de 2024… y ¡oh, sorpresa!: un déficit de 99.591 euros. Apenas nada, vamos, lo que se gasta un yate real entre mojito y mojito. El año pasado, mira tú, cerraron con un superávit de casi 380.000. Pero este fatídico 2024 han ido a números rojos, quizá para ligar con el pueblo llano… o porque Letizia tuvo que recortar el presupuesto de Zara Kids.


En tiempos de inflación, bocatas de calamares a 9 pavos y hamburguesas gourmet a 20 euros con más florituras que un discurso de Feijóo intentando parecer moderno, nuestros monarcas también sufren. Parece ser que tener una familia real cuesta más de lo que pensaban. Sobre todo cuando hay que mantener trajes planchados, discursos sin sentido, escoltas, residencias múltiples, vehículos oficiales, y coches blindados para ir a cortar la cinta de una pasarela peatonal. A ver, que reinar en chándal aún no lo han puesto de moda. Pero todo llega. Que Felipe ya tiene cara de Decathlon.

Me los imagino perfectamente: Felipe apagando las luces habitación por habitación, al grito de “¿os creéis que yo trabajo en Endesa?”, mientras Letizia le cose parches con escudo borbónico a los vaqueros de Leonor para que los herede Sofía. Las infantas, estudiando en la pública con bolsa del Primark y empanada de ayer. Y Froilán, bueno… A Froilán lo cuido el yayo.

Ahora me gustaría ver a todos esos liberales vocacionales, que espuman si un camarero pide un contrato fijo, o si un funcionario respira con tranquilidad. Esos que gritan ineficiencia”, gasto”, ruina” cada vez que una empresa pública no da beneficios, y exigen su cierre, su desmantelamiento o, mejor aún, su más que placentera privatización para algún amiguete del consejo de administración. Pues venga: la Casa Real ha dado pérdidas. Pérdidas puras y duras. Según esa lógica empresarial que tanto os excita, habría que aplicarle el mismo tratamiento: o se privatiza (igual Elon Musk quiere un rey europeo para X.com), o se liquida como una caja rural con agujeros. Lo que den por ella. Es el mercado, amigo.


Porque vamos a ver: si se cierra una línea de tren porque no es rentable”, si se privatiza un hospital porque no optimiza recursos”, ¿por qué seguimos manteniendo a esta familia en nómina cuando no solo no da beneficios, sino que además nos cuesta pasta? Igual que con cualquier ente público con déficit, habría que sacar el Excel de los liberales de pulsera tricolor y aplicarlo con cariño: ¿Qué retorno de inversión ofrece la Corona? ¿Qué KPI cumplen? ¿Dónde están los beneficios, más allá de los saludos al aire y las fotos de Letizia en la portada del ¡Hola!?

No es solo una cuestión de cifras. Es de coherencia. De vergüenza. Porque al mismo tiempo que se recorta en salud mental, se desmantela la dependencia, se recargan las aulas con 32 críos y se condena a la juventud a vivir de alquiler hasta los 50, seguimos soltando millones para mantener un decorado anacrónico con balcones y Ferrero Rocher.

Tras esta pequeña crisis institucional” de saldo negativo —tan leve que ni Ayuso podría culpar al PSOE—, uno se pregunta si veremos a sus Majestades echando currículum en InfoJobs. Aunque dudo que encuentren algo: Felipe lleva toda su vida en la empresa familiar, y Letizia dejó de ejercer de periodista antes de que existiera TikTok. Pero quién sabe. Lo mismo los vemos haciendo podcasts reales: De monarquía y otros traumas”. Patrocinado por Burger King.

Quizá así mejorarían su imagen ante un pueblo que les paga hasta las vacaciones. Porque esa es otra: cada agosto, los telediarios se llenan de titulares que nos informan —con fingido boato— de que “la Familia Real inicia sus vacaciones”, como si el resto del año hubiera estado picando piedra en una oficina del SEPE. Su única función visible es no molestar demasiado y poner cara de moderación” mientras el país se incendia por dentro. Y encima nos cuesta dinero.

Y ojo, que aún no estamos en crisis. Pero ya sabemos cómo va esto: cuando llegue la siguiente hostia económica, la culpa será de los pensionistas, los maestros y las bajas laborales. Nunca de una institución medieval que, encima, ahora da pérdidas.

Así que sí: toca apretarse el cinturón. Pero que se lo aprieten ellos primero. Que se bajen del Falcon, que vendan una tiara, que empiecen por freírse un huevo. Que prueben el menú del día, la subida de hipoteca, el metro a las 8 de la mañana. Y si no les gusta, ya saben lo que hay que hacer en una empresa pública que no funciona.

Cerrarla.

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