“Hay libros que nunca leerás, porque fueron dados a la tea o al gusano, ni aquellos otros libros sofocados por los edictos del poder; ni esos que, ocultos en las ringleras de los estantes -como en un turbio fondo marino-, ganaron la batalla a tu tiempo tasado; tampoco leerás los libros soñados…”
OPINIÓN. El lector vago. Por Miguel A. Moreta-Lara
Escritor a veces20/01/21. Opinión. El escritor Miguel A. Moreta en su colaboración con EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com de esta semana escribe ‘Libros que nunca leerás’: “El peligro de leer también lo suscribió en el siglo XX Mao-Zedong, quien, olvidado ya de sus juveniles épocas de bibliotecario y empecinado lector, pronunció esta frase librífuga: “Leer demasiados libros es peligroso”, un consejo que se...
...aplican fervorosos los neoestalinistas de ahora, los chicuelos de Vox y anejos, predicadores de la pradera amnésica y asnalfabeta”.
Libros que nunca leerás
Los libros hicieron enloquecer al famoso y valiente hidalgo don Quijote: “y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el celebro de manera que vino a perder el juicio”. El peligro de leer también lo suscribió en el siglo XX Mao-Zedong*, quien, olvidado ya de sus juveniles épocas de bibliotecario y empecinado lector, pronunció esta frase librífuga: “Leer demasiados libros es peligroso”, un consejo que se aplican fervorosos los neoestalinistas de ahora, los chicuelos de Vox y anejos, predicadores de la pradera amnésica y asnalfabeta. Y, luego está el mercado: siempre se escribe demasiado, se publica en exceso, hay desmesura de libros y tu propia biblioteca, ay, ya es inabordable, como se lamentó Borges:
Hay una línea de Verlaine que no volveré a recordar.
Hay una calle próxima que está vedada a mis pasos,
hay un espejo que me ha visto por última vez,
hay una puerta que he cerrado hasta el fin del mundo.
Entre los libros de mi biblioteca (estoy viéndolos)
hay alguno que ya nunca abriré.
Manera de aligerar las ansias lectoras es leer libros de libros (esos que contienen dentro muchos otros libros) o que te cuenten Las mil y una noches cada noche (recuerda que toda noche es lujuriosa por definición: tú y tu cama, tú y tus sábanas de seda, tú y tú sueño, tú y tu sombra, tú y tu yo, tú y tú, tú y tu libro). También es posible que te lleguen noticias de libros que nunca leerás.
El ensayo You better watch yourself (titulado en español Mañana es hoy), escrito por el filósofo, politólogo y activista uzbeko Adrheím Mamdl, discípulo de Deirdre McCloskey, mantiene que la vía para traer paz, justicia y equilibrio duraderos a Europa y al mundo pasa por la desaparición de la OTAN, la integración en la UE de Rusia y de todos los países ribereños del Mediterráneo (de Marruecos a Turquía) para constituir la federación euromediterránea (FEM), la instauración del euro como única moneda (incluidas las transacciones extraeuropeas) y la creación del tribunal penal universal (justicia mundial). Partidario de la economía minimalista, el profesor Mamdl aboga por la desaparición de la deuda pública, de los paraísos fiscales y de algunas instituciones obsoletas (Fondo Monetario Internacional, ONU y OMS son algunas), así como por la protección del medio ambiente (prohibición de combustibles fósiles), la sanidad universal, la ralentización de la producción, el posfeminismo ultragénerico, el desarme, la investigación y el animalismo. Dice Mamdl que nadie pediría cuentas al fascismo financiero y menos ahora que, tras apoderarse de los medios de comunicación, se apoderó del poder, por lo que -asegura- solo una democracia social y económica (DACA, democracia anticapitalista cultural ácrata, en su terminología), a través de estrictas medidas legislativas y políticas, podrá poner fin al infierno actual. Finalmente, asevera que “los economistas no irán al paraíso”, evidente guiño de retórica de la economía que dirige a su mentora, la doctora McCloskey.
Lolailo. Rock’n’roll pro Baader-Meinhof es un texto anarcoparanoico. Se trata de un libelo, tal como reza en su dedicatoria inicial, “contra los periodistas, esos misoneístas del carajo” [sic]. Este libro, de muy difícil clasificación, también se dirige contra el ascenso de los universitarios al poder, lo que el escritor mexicano Gabriel Zaid llamó “el capitalismo curricular”. Otra idea recurrente es la de erre contra erre: “contra régimen, renacimiento; contra religión, reforma; contra reacción, revolución; contra realidad, república”. Su autor fue el poeta y cartógrafo Afrodisio Anduaga (1965-2009). En su escasa obra publicada destaca una plaquette con catorce poemas, El orinal del Dalai Lama (Londres, 1983), y una traducción al euskera del opúsculo de Oscar Wilde The Soul of Man Under Socialism para una editorial de Ondarribia. De su profusa obra inédita, además del libelo indicado anteriormente, mencionaré un poemario erótico, El manuscrito eibarrés, y un epistolario antimilitarista, El soldado de Septimia, donde aborda, con tanta facundia como heterodoxia, la cuestión de Ceuta, Melilla y los islotes.
Otro libro delicioso que nunca leerás es Ensueño malagueño, la madre de todos los poemanfletos, prologado por el productor de cine Carlos Taillefer y de autor anónimo. Es un texto, entre épico y surrealista, denunciador de modas estrafalarias con respecto al uso del suelo urbano, a la construcción y a otras costumbres malacitanas. No me resisto a resumirles uno de sus capítulos, en el que Rafael Pérez Estrada, con salacot, carabina y loro al hombro, patrulla el Parque, la Alameda, el Paseo de los Curas, el Cementerio Inglés y el paseo marítimo desde los Baños del Carmen hasta la Playa del Deo. Fue convocado por el alcalde de Málaga para la operación exterminio de las cacatúas glaucas y chillonas que han vaciado de palomas, tórtolas y gaviotas los cielos verdes de la ciudad. Pero Rafael, inspector nacarado de nubes y prefecto mayor de los carabineros angelicales, sometido a la voluntad de Curro, su loro, atisba las copas de palmeras y plátanos, y contra las cacatúas vocingleras dispara peines, poemas y pamelas de fabricación malagueña. El alcalde está llorando. ¡Ay, cómo llora y llora!
En mi frenesí lector suelo hacerle caso al maestro Italo Calvino y recaer permanentemente en los clásicos, buscando en ellos tanto consuelo como origen y cura a mi insania. Los otros días estaba uno ocupado en el Fedro y leía en este diálogo platónico que el viejo Sócrates venía a decir que la retórica es la medicina del alma. (La retórica -me digo- lo cura todo, desde la economía hasta el alma: es como el relato para la política). El sabio también afirma que hay dos clases de locura, la provocada por enfermedades humanas y las provocadas por los dioses: locura profética (Apolo), locura mística (Dioniso), locura poética (Musas) y locura erótica (Venus). El Fedro acaba con esta plegaria de Sócrates:
Oh querido Pan, y todos los otros dioses que aquí habitéis, concededme que llegue a ser bello por dentro, y todo lo que tengo por fuera se enlace en amistad con lo de dentro; que considere rico al sabio; que todo el dinero que tenga solo sea el que puede llevar y transportar consigo un hombre sensato, y no otro.
*Recordé a Mao Zedong en estos tiempos de pandemia por un poema que escribió, en una noche de alegre insomnio de 1958, titulado “Despedida al dios de la plaga”, para celebrar la lucha contra la esquistosomiasis de las provincias del sur. El poema acaba así:
-¿A dónde quieres huir, oh dios pestilencial?
Los cirios y los barcos de papel encienden el cielo.
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