“Por la televisión rusa ha sabido que, en una región del sur de Moscú, incontables serpientes han abandonado el bosque, sedientas, para invadir zonas urbanas”

OPINIÓN. El lector vago. Por 
Miguel A. Moreta-Lara
Escritor a veces


02/03/22. Opinión. El escritor Miguel A. Moreta en su colaboración con EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com de esta semana comnparte un texto que se publicó en su libro Contar las cuarenta (El Desvelo Ediciones, 2019): “La historia de esa pequeña ciudad de Kaniw es el resumen de la sangrienta historia de Europa. Es, también, la compleja y rica historia de Ukraína, una tierra molida por...

...escitas, godos, hunos, búlgaros, jázaros, lituanos, polacos, cosacos, austríacos, rusos, tártaros, amasada con sufrimien­to, expolio y violencia”.

‘Crimea Blue’

A Juan Gelman, in memoriam

Nadja viene a esta casa azul para trabajar dos veces en semana. Anoche fue luna llena y me cuenta que fue muy impresionante ver despertar detrás de los montes de Málaga esa estrella (qué grande, qué amarilla) redonda como una naranja y, poco más tarde, brillar sobre el mar. Nadja tiene cincuentaisiete años y una hija profesora en la universidad de Kiev. Mientras tomo, de pie en la cocina, un té matinal no deja de comentarme la actualidad. Por la televisión rusa ha sabido que, en una región del sur de Moscú, inconta­bles serpientes han abandonado el bosque, sedientas, para invadir zonas urbanas. Le preocupa el cambio climático más que la crisis. En el último eclipse el sol no estaba aureolado por un anillo de fuego, solo era un círculo negro. Aunque Nadja tiene una mente científica, señala que es un fenóme­no inexplicado y que no deja de ser un mal presagio, porque ese comportamiento solar durante el eclipse no ha ocurrido en los últimos doscientos años. Quizá el sol está preparándo­se para una gran explosión, es una teoría, puede ser, monolo­ga conmigo. Súbitamente cambia de tema y, ante mi mirada atenta, me sigue platicando de que, con motivo del triunfo de España en el mundial de fútbol, se emitieron monedas conmemorativas de 50, 60 y 100 euros. Está pensando en comprar una para regalársela al marido de su hija. ¿Es colec­cionista su yerno?, le pregunto. No, pero es un buen hombre, explica lo inexplicable.

Saco del frigorífico el melón y corto una generosa raja. Sin pretenderlo, he perdido el hilo de las palabras de Nadja y, como me pareció oír el nombre de Evtuchenko, evoco los poemas juveniles de Evgueni Evtuchenko, así que se me escapa en voz alta: ¿El poeta? Y ella, abriendo mucho los ojos, me dice que está enterrado en su pueblo. He creído percibir un acento de orgullo en su frase, y ahora sí le pre­gunto desconcertado: ¿El poeta ruso Evtuchenko está ente­rrado en el pueblo de usted, en Ukraína? No, no Evtuchenko, Schevchenko, ¡Taras Schevchenko! Entonces, levanta los brazos, y casi me grita: más grande poeta de Ucrania.


Después de desayunar me voy a mi biblioteca. Sigo viendo los grandes ojos azules de Nadja, abiertos al asombro, sus manos apuntando a lo alto mientras trata de definir a su poeta nacional con un susurro: ruiseñor de la poesía. Y me pongo a viajar, desde el azul de esta casa, azul tunecí/azul coyoacán/azul majorelle/azul añil, a través de Taras Schev­chenko (1814-1861), notable pintor y poeta romántico, que nació siervo y fue perseguido por el gobierno zarista. En su exilio escribió su famoso poema «Testamento» (Заповіт, 1845), donde expresa su deseo de descansar definitivamen­te en la colina Chemecha, donde pensó construir su casa y ahora está su tumba, desde la que tiene una buena vista sobre el río Dniéper, en Kaniw, la localidad natal de Nadja.

La historia de esa pequeña ciudad de Kaniw es el resumen de la sangrienta historia de Europa. Es, también, la compleja y rica historia de Ukraína, una tierra molida por escitas, godos, hunos, búlgaros, jázaros, lituanos, polacos, cosacos, austríacos, rusos, tártaros, amasada con sufrimien­to, expolio y violencia. ¡La mala suerte de tener unos vecinos belicosos que la quisieron convertir en su despensa particu­lar! Luego vendrían, comenzado el siglo XX, los bolchevi­ques para acabar de arreglarlo. Releo, como una metáfora de la resistencia del pueblo ucraniano, el libro de Pedro Archin­of, Historia del movimiento macknovista, donde se da noticia de la epopeya del líder anarquista Néstor Mackno, su victo­ria frente al Ejército Blanco y su derrota a manos del Ejército Rojo. Y esto, que es otra historia, es parte de la misma histo­ria, la de siempre, la de ahora.

Заповіт

Testament

(Trad. John Weir)

Testamento

(Trad. Andriy Kryvenkov)

Як умру, то поховайте

Мене на могилі,

Серед степу широкого,

На Вкраїні милій,

Щоб лани широкополі,

І Дніпро, і кручі

Було видно, було чути,

Як реве ревучий.

Як понесе з України

У синєє море

Кров ворожу... отойді я

І лани,і гори —

Все покину і полину

До самого бога

Молитися... а до того

Я не знаю бога.

Поховайте та [вставайте,

Кайдани порвіте

І вражою злою кров’ю

Волю окропіте.

І мене в сем’ї виликій,

В сем’ї вольній, новій,

Не забудьте пом’янути

Незлим тихим словом.

When I am dead, bury me

In my beloved Ukraine,

My tomb upon a grave mound high

Amid the spreading plain,

So that the fields, the boundless steppes,

The Dnieper’s plunging shore

My eyes could see, my ears could hear

The mighty river roar.

When from Ukraine the Dnieper bears

Into the deep blue sea

The blood of foes... then will I leave

These hills and fertile fields —-

I’ll leave them all and fly away

To the abode of God,

And then I’ll pray... But till that day

I nothing know of God.

Oh bury me, then rise ye up

And break your heavy chains

And water with the tyrants’ blood

The freedom you have gained.

And in the great new family,

The family of the free,

With softly spoken, kindly word

Remember also me.

Cuando yo muera, enterradme

en una tumba allá arriba,

sobre un cerro que domine

toda mi Ucrania querida.

Que inmensos campos se vean,

y al Dniéper con sus colinas

que se le vea y que se oiga

como ruge y como grita.

Cuando el Dniéper desde Ucrania

al mar azul lleve en clamor,

de todos sus enemigos

la sangre, entonces yo

dejaré campos y montes

y he de volar hasta Dios

para rezar. Y antes de esto

a Dios no conozco yo.

Y después de sepultarme

alzaos, romped las cadenas,

rociad con sangre enemiga

la libertad, que es tan vuestra.

Y a mí, en la familia nueva

no me olvidéis, acordaos

con palabras dulces, buenas.


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