“Este Boletín fue el órgano de expresión del Comité Técnico de Ayuda a los Refugiados Españoles, el CTARE, creado por el Servicio de Evacuación de los Republicanos Españoles, SERE, que fundó el presidente de la República Juan Negrín”

OPINIÓN. El lector vago. Por 
Miguel A. Moreta-Lara
Escritor a veces


09/11/22. Opinión. El escritor Miguel A. Moreta en su colaboración con EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com de esta semana escribe sobre una recopilación de unos boletines de los refugiados españoles en México: “Leídos y vistos 82 años después, estos boletines causan asombro por varios motivos. En primer lugar -y de ahí que fueran muy manejados por investigadores e historiadores-...

...porque constituyen una auténtica radiografía del sentir del exilio republicano en su conjunto o, por mejor decir, de la orientación que desde los responsables republicanos se quiso dar al exilio”.

Un Boletín del exilio republicano en México (I)

Me llega de México una edición facsimilar del Boletín al servicio de la emigración española (2021), coordinada por el doctor Fernando Serrano Migallón y editada por tres instituciones vinculadas de diversa manera al exilio republicano: el Ateneo Español de México, la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México) y el Colmex (Colegio de México). Se trata de un volumen de 40x30 que ha conseguido agavillar los 49 números de un folleto (de dos hojas: cuatro páginas) que se publicó semanalmente entre el 15 de agosto de 1939 y el 17 de agosto de 1940, como instrumento de comunicación entre los refugiados españoles arribados al México acogedor del presidente Lázaro Cárdenas. Este Boletín fue el órgano de expresión del Comité Técnico de Ayuda a los Refugiados Españoles, el CTARE, creado por el Servicio de Evacuación de los Republicanos Españoles, SERE, que fundó el presidente de la República Juan Negrín.



Además de la imprescindible introducción del eximio jurista Fernando Serrano Migallón, académico y estudioso de los exilios en México, descendiente ejemplar él mismo de exiliados republicanos, la edición viene acompañada por cuatro textos explicativos que ayudan a entender la relevancia histórica, el contexto y el contenido icónico del Boletín: “El Comité Técnico de Ayuda a los Republicanos Españoles en México” (Aurelio Velázquez), “El significado histórico del Boletín al servicio de la emigración española” (Jorge de Hoyos), “Narrativas de los Hermanos Mayo: registro y creación” (Guadalupe Tolosa y María Luisa Hernández) y “Los emigrados españoles vistos por los Hermanos Mayo en el Boletín” (Valeria Sánchez).

Leídos y vistos 82 años después, estos boletines causan asombro por varios motivos. En primer lugar -y de ahí que fueran muy manejados por investigadores e historiadores- porque constituyen una auténtica radiografía del sentir del exilio republicano en su conjunto o, por mejor decir, de la orientación que desde los responsables republicanos se quiso dar al exilio: en el Boletín, dirigido por Paulino Masip, escritor de la Generación del 27, ninguna de las noticias, informaciones y artículos aparecen firmados. Masip es uno de los intelectuales republicanos que más contribuyera a la formulación de la conciencia moral del exiliado. En una de sus Cartas a un español emigrado, que escribió durante la travesía hacia México en junio de 1939, expuso:


¿Cómo haremos para contribuir a que los facciosos se pudran y caigan y con su caída nos abran las puertas de España, pacíficamente? Ofreciendo frente a sus lacras nuestra sanidad moral; nuestra limpieza a su cochambre; nuestra dignidad frente a su envilecimiento; nuestra obra frente a sus destrucciones; siendo ejemplo de las virtudes de nuestra raza como ellos lo son de sus vicios; consiguiendo que ser emigrado, que siempre fue, como dije, una categoría española, se convierta por la honestidad de nuestra vida y la eficacia de nuestro esfuerzo, en la más alta categoría española, de tal modo que, cuando llegue allá el eco de nuestras actividades, los españoles se digan unos a otros en voz baja y estremecida de respeto: “Es de un emigrado, lo dice un emigrado, lo ha hecho un emigrado”. Y que tus hermanos y los míos, tu padre y mi padre exalten como el honor más preclaro de familia: “También mi hermano, también mi hijo es emigrado”.

Aunque este Boletín tuviera como cometido principal orientar e informar a los exiliados recién llegados a un país desconocido, como se proponía el CTARE, que estaba dirigido por el doctor José Puche, discípulo de Negrín y exrector de la Universidad de Valencia, no hay que despreciar otras funciones vitalísimas, sentimentales y consoladoras, como señala Serrano Migallón, que recuerda una frase de la malagueña María Zambrano para describir este escenario de desarraigo brutal: “si yo soy yo y mi circunstancia y mi circunstancia es modificada de golpe, yo dejo de ser quien era”.

Los lemas, eslóganes y consejos que aparecen encuadrados en la cabecera de cada número son curiosos, incluso sorprendentes, como el del número 4 (“El escepticismo es siempre una enfermedad; ahora es, además, un crimen. Si te corroe, que sea en silencio”), aunque hay otros muy significativos:

-La guerra nunca; ni por Gibraltar.
-El odio dio unidad al franquismo; el hambre la destruye.
-Nuestro pensamiento para España; nuestro esfuerzo para México.
-Frente al adversario esgrime el argumento de la obra bien hecha.
-No estaría de más que diéramos un visto a nuestro alrededor para saber qué es, qué ha sido, de la emigración judía y de la alemana y de la checa y de la austríaca. Y recordar, aunque sólo sea ligeramente, lo que fue la emigración rusa blanca, con sus duques porteros y sus generales choferes de taxis y sus princesas vendedoras de flores, etc., etc.


Las noticias referentes a la situación, movimiento y vaivenes de los refugiados en toda América llenan las páginas de los boletines. Citaré tres casos: en el número 8 viene un ‘Emocionante Relato de la Partida de 2.500 Refugiados Españoles para la República de Chile’ (un poco más adelante, en el número 11, se da el listado de los que llegaron a Chile a bordo del “Winnipeg”), en el 22 se anota otra nómina de los que arribaron en el viaje del “Degrasse” desde El Havre a Nueva York, y en el 45, 47 y 48 se recoge todo lo concerniente al vapor “Cuba” que, fletado por el SERE, arribó a Santo Domingo con 1.500 republicanos españoles, que fueron desviados, admitidos y desembarcados finalmente en el puerto mexicano de la esperanza, el veracruzano Coatzacoalcos. Hay además noticias por doquier de los refugiados y de sus vicisitudes, sus trabajos y sus reuniones en varios Estados de México, en Colombia, en Cuba, en Argentina, en Uruguay, en Brasil, en Santo Domingo, en Venezuela, en Managua, en USA… Pero no solo constituyen estas páginas el escaparate de un legado colectivo, sino que también es un territorio donde salta la liebre de la microhistoria, como, por ejemplo, en una esquina del número 16 (que se reitera en el número siguiente) que ofrece esta nota sobre dos luchadores republicanos malagueños:

José Cano García, refugiado español, natural de Almargen (Málaga), desea saber el paradero de su sobrino Pascual Prieto [Pinto] Cano, también de Málaga, que vino a México en el vapor “Sinaia”. Dirigirse a José Cano.-Colonia de Jeitepec, Viesca (Coahuila).

[Continuará]

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