“Como ya se acabó la fiebre que ataca a las gentes del libro en los finales de año, me atrevo a compartirles mi listado de los libros que más me hicieron gozar durante el 2024”

OPINIÓN. El lector vago. Por 
Miguel A. Moreta-Lara
Escritor a veces

20/01/25. 
Opinión. El escritor Miguel A. Moreta en su colaboración con EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com de esta semana escribe sobre libros que recomienda: “De ese listado entresaco estas veinte: El Quijote de Cervantes, Moby-Dick de Herman Melville, Larva de Julián Ríos, Ulises de James Joyce, 2666 de Roberto Bolaño, El cuarteto de Alejandría de Lawrence Durrell, Adam Buenosayres de...

...Leopoldo Marechal, Los novios de Alejandro Manzoni, Las benévolas de Jonathan Littell, Bajo el volcán de Malcolm Lowry, Bomarzo de Manuel Mújica Laínez, Tristram Shandy de Laurence Sterne, La Regenta de Clarín, Karnaval de Juan Francisco Ferré, La Habana para un infante difunto de Guillermo Cabrera Infante, En busca del tiempo perdido de Marcel Proust, Gógol en el Palacio de El Pardo de Antonio Pérez-Ramos, La guerra del fin del mundo de Mario Vargas-Llosa, La montaña mágica de Thomas Mann, El mar de la fertilidad de Yukio Mishima”.

Una lista del 2024

A propósito de mi anterior entrega una lectriz me recriminó que hablara mal del gran Robert Musil, autor de El hombre sin atributos esa novela que tiene más admiradores que lectores, que uno había admirado y leído en la vieja edición de Seix-Barral en tres tomitos. El reto de una tertulia literaria en México despertó mi admiración retro hasta el punto de volver a leerla (solo el tomazo 1, aunque tengo pendiente el 2) en la definitiva y revisada que sacó la misma editorial en 2004. Como mi ejemplar es de la reimpresión de 2006, deduzco que también tuvo éxito de compradores y/o lectores y/o admiradores. Otras obras menores –de tamaño- de Musil también atrajeron mi voracidad juvenil como Las tribulaciones del joven Torless, los relatos de Tres mujeres y la conferencia editada en Cuadernos Ínfimos de Tusquets titulada Sobre la estupidez (1974).

Pero la admiración, ay, no marcha al mismo ritmo que el placer lector y, por eso, en mi listado de obras de grandes novelas que me depararon largas temporadas de feliz lectura no aparece el señor Musil. De ese listado entresaco estas veinte: El Quijote de Cervantes, Moby-Dick de Herman Melville, Larva de Julián Ríos, Ulises de James Joyce, 2666 de Roberto Bolaño, El cuarteto de Alejandría de Lawrence Durrell, Adam Buenosayres de Leopoldo Marechal, Los novios de Alejandro Manzoni, Las benévolas de Jonathan Littell, Bajo el volcán de Malcolm Lowry, Bomarzo de Manuel Mújica Laínez, Tristram Shandy de Laurence Sterne, La Regenta de Clarín, Karnaval de Juan Francisco Ferré, La Habana para un infante difunto de Guillermo Cabrera Infante, En busca del tiempo perdido de Marcel Proust, Gógol en el Palacio de El Pardo de Antonio Pérez-Ramos, La guerra del fin del mundo de Mario Vargas-Llosa, La montaña mágica de Thomas Mann, El mar de la fertilidad de Yukio Mishima. No se me escapa que es un listado muy patriarcal, reflejo de la cultura en la que chapoteamos -cual chanchos en un lodazal- los de mi generación. A esa nómina he añadido otro título gordo, quizá la mejor novela leída por servidor en el finiquitado 2024, aunque publicada hace unos años: El Arcángel (La canción del hijoputa) de Cristóbal Ruiz.


Como ya se acabó la fiebre que ataca a las gentes del libro en los finales de año, me atrevo a compartirles mi listado de los libros que más me hicieron gozar durante el 2024:

Par Dieu, cette histoire est mon histoire! de Abdelfattah Kilito.
El mar interior de Philip Hoare.
Formas breves de Ricardo Piglia.
Écrire de Marguerite Duras.
Diarios. A ratos perdidos 5 y 6 de Rafael Chirbes.
Sonetos del portugués de Elizabeth Barrett Browning.
Soñar despierto de Lydie Salvayre.
Caminar hasta el anochecer de Lydie Salvayre.
¿Sueñan los androides con tarifas eléctricas? de Jesús Ortiz.
Al sur de Tánger de Gonzalo Fernández Parrilla.
X de Percival Everett.
La buena voluntad de Ingmar Bergman.
Una mexicana en la guerra de España de Carlota O’Neill.
Orient-Express, el tren de Europa de Mauricio Wisenthal.
Espejos de la nada de Marifé Santiago.
El tejido de los sueños de Remedios Varo.
El ruido del mundo de Julian Barnes.
Alexis o el tratado del inútil combate de Marguerite Yourcenar.
Moura Budberg de Nina Berberova.
Paradero desconocido de Kathrine Kressmann Taylor.
Memorias de un nómada de Paul Bowles.
La escritura indómita de Mary Oliver.
La cuna de Judas. Aforismos 2005-2020 de José Miguel Lecumberri.
[Un libro de artículos cuyo título olvidé] de Wislawa Szymborska.

A esta lista debo sumar varios poemarios releídos de Francisco Castaño, Francisco Taboada, Aurora Luque, Pilar Salamanca y Salvador López Becerra.

Y recuerden lo que le escribía el maestro Flaubert a su amiga Chantepie: “La vida es una cosa tan espantosa que la única manera de soportarla es evitándola. Y la evitamos viviendo en el Arte, en la búsqueda incesante de la Verdad que transmite lo Bello”.

Puede leer aquí los anteriores artículos de Miguel A. Moreta Lara