OPINIÓN. Relatos torpes. Por Dela Uvedoble
Hilvanadora de historias
08/05/20. Opinión. La escritora Dela Uvedoble continúa su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com con dos relatos acompañados de una imagen cada uno. Esta hilvanadora de historias nos regala todas las semanas dos textos con su imagen correspondiente dentro de la sección Relatos torpes. Hoy nos ofrece ‘La Gurrita’ y ‘Dora menguante’...
La Gurrita
Piaba de una forma que partía el corazón pero nadie se atrevía a recogerlo del suelo. Sobre el polluelo caído del nido revoloteaban sus padres con desesperación. Cuando comprobaron que sus esfuerzos eran baldíos desistieron, sacrificando al desdichado en aras de las tres bocas hambrientas que les exigían vivir.
Según dicho si se toca una golondrina será rechazada por los suyos, siendo aves que mueren en cautividad.
Aún así una vecina tomó el rubio plumoncillo envolviéndolo en un pañuelo para calentarlo entre sus senos.
Puso a sus hijos a cazar moscas, el aburrimiento los había hecho hábiles en su captura por lo que no faltó pitanza al nuevo hermanito.
Con mucha paciencia abría las boqueras del bebé empujando el insecto al buche.
Pronto la pelusilla cayó metamorfoseándose en una pizpireta golondrina de jaula. Solo la soltaba un rato en el patinillo interior donde estaban los lebrillos de lavar.
Allí cerraba la desvencijada puerta para que los muchos gatos residentes en el corralón no la tomaran de almuerzo.
Remedios quería enseñarla a volar, el pajarillo daba bandazos para después volver al hombro de quien creía haberle dado la vida, buscando la abertura de la blusa para sentir los latidos con los que se arrullaba.
Con un cordoncillo de seda roja le hizo un collar, estaba guapa la Gurrita, que así le pusieron los niños, con él.
Era consciente de que debía conseguir que se uniera a su bandada por mucho que le doliera la separación.
Un día levantó el vuelo, la vieron bailar y charlar con las demás viajeras. Antes de irse giró en círculos sobre su familia humana que la despidió llorando de pena y alegría.
Domingo de Resurrección, preludio de primavera.
Está Remedios en el patio desgranando chícharos cuando una voz familiar le hace alzar la vista.
Allí estaba la Gurrita sobre el alambre donde secan las sábanas, componiendo partitura musical junto a sus hermanas, llevando aún el cintillo rojo.
Ese verano docenas de golondrinas anidaron en el Corralón para admiración de Málaga entera.
La Gurrita engoró sobre el dintel de Remedios haciéndola abuela de dos puestas.
Milagro de la vida que se renueva.
Dora menguante
Llegó por fin el día que la dejaron levantarse tras un mes postrada por el colorín. La enfermedad se había cebado con Dorita pero a cambio le aumentó la estatura.
“¡Cuánto has crecido!” le dijeron su familia y en el colegio.
Cada vez que le dolían las piernas su abuela le daba friegas con alcohol de romero, era lo único que la aliviaba. El pediatra decía que eran “molestias del crecimiento”, músculos que se expandían causando dolor.
Dorita se quejaba de que para hacerse grande hubiera que padecer tanto sobre todo porque a sus amigas no les pasaba.
Las punzadas se fueron espaciando pero nunca la dejaron. Aunque se daba unturas con el remedio de su abuela ya no surtía efecto y cayó en la cuenta que las sanadoras eran las manos queridas que sabían desmenuzar el dolor.
Desde la madurez cambiaron las tornas y mengua cada vez que sale de un achaque. Ya mide cinco centímetros menos que en su plena juventud, “la columna, que la tienes un poco doblá”, confirma el médico ladrón de estatura que además le ha recortado los tacones.
Hasta su nombre ha perdido dos letras, Dora va más con su edad.
Otro síntoma de encogimiento son las líneas de expresión. Supone que no se marcan de la noche a la mañana pero ella se las ve de repente cuando usa el espejo lupa para depilarse pelos faciales impertinentes.
Las últimas descubiertas son tres rayitas verticales en el entrecejo. Las primeras fueron los arcos nasolabiales, paréntesis permanentes que le dan una expresión triste. Dicen los tutoriales de belleza que lo mejor para disimularlos es sonreír y ella cree que es precisamente por eso por lo que le han salido.
Mañana y noche desde que tenía trece años se aplica crema en rostro, cuello y escote para prevenirlos así que se siente estafada. El tiempo es tan insensible como el tatuador de un campo de exterminio.
Teme que si sigue así, reduciéndose, llegará el día que sus allegados encuentren en su cama solo el camisón.
Y denunciaran su secuestro sin saber que, simplemente, se ha liofilizado.
Puede leer aquí anteriores entregas de Dela Uvedoble:
- 30/04/20 ‘Mamá’ y ‘Croquetas’
- 24/04/20 ‘De segunda mano’ y ‘Benditas letras’
- 17/04/20 ‘Antoñito busca novia (1949)’ y ‘Tita Concha (1960)’
- 03/04/20 ‘Ardiente fe’ y ‘Aprovechando’
- 27/03/20 ‘Raro domingo’ y ‘Hilo’
- 20/03/20 ‘El tiro por la culata’ y ‘Amantes de papel’
- 13/03/20 ‘Simple future’ y ‘De negros y fetiches’
- 06/03/20 ‘Primera y última (1950)’ y ‘Error de embalaje’
- 02/03/20 ‘Blas Infante’ y ‘Amo’
- 21/02/20 ‘Morado y carnal (1932)’ y ‘Carnestolendas (2020)’
- 14/02/20 ‘Amor memorable (1950)’ y ‘Sexo, autoengaño y Tinder’
- 07/02/20 ‘Medio médium’ y ‘Abierto por obras’
- 31/01/20 ‘Graduación’ y ‘Los miauserables’
- 24/01/20 ‘Pedro Pan’ y ‘Ataduras’
- 17/01/20 ‘La sota de bastos (1905)’ y ‘Todo calculado’
- 10/01/20 ‘Sueño oriental’ y ‘Donde las dan...’
- 20/12/19 ‘Cifras y letras gordas (1985)’ y ‘Buenanoche (Un corralón de Málaga, 1910)’
- 13/12/19 ‘Ojos apropiados’ y ‘Aquellas navidades (1973)’
- 10/12/19 ‘Dientes, dientes’ y ‘Transición (1978)’
- 29/11/19 ‘Purísimo’ y ‘Genio y figura’
- 22/11/19 ‘El mote’ y ‘Templada sabe mejor’