OPINIÓN. Relatos torpes. Por Dela Uvedoble
Hilvanadora de historias

22/05/20. Opinión. La escritora Dela Uvedoble continúa su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com con dos relatos acompañados de una imagen cada uno. Esta hilvanadora de historias nos regala todas las semanas dos textos con su imagen correspondiente dentro de la sección Relatos torpes. Hoy nos ofrece ‘Maestro lencero’ y ‘Gamberrada’...

Maestro lencero 


Levantaba muy temprano la corredera de la mercería y volvía a echarla quedándose ahora del otro lado, ataviando seductoramente a las maniquíes del escaparate.


Después pasaba revista al probador entelado, con tres espejos y sus correspondientes focos para que la clienta se viera en cinemascope. Completaban la bombonera un sillón tapizado en terciopelo, un velador y un perchero dorado donde dejar la ropa.

Por último fregaba el suelo con un detergente discretamente perfumado.

Solo cuando se volvía a poner el pantalón de pinzas y la camisa bajo una rebeca sin una sola bolita, abría al público.

Su madre llegaba a media mañana, hecha ya la compra y el almuerzo común.

Había heredado de ella la habilidad de manejar a la clientela, superándola con creces pues además amaba el oficio.

La sección de mercería era un gran mueble constituido por docenas de cajoncitos preñados de botones, cremalleras y cintas, cuyo orden se sabía ya desde niño aunque lo suyo era atender el mostrador de lencería. Acertaba la talla de sujetador de cualquier mujer al primer vistazo, con una mirada tan profesional que a ninguna molestaba, antes bien, agradecían pues solía añadir: “si me lo permite creo que este modelo sentará mejor a su constitución”, ahorrándoles pruebas inútiles.

Después sacaba los catálogos con las piezas más atrevidas dejando caer: “los recibí anteayer y están volando, si quiere probarse alguno sin compromiso...”.

Salían todas de allí gastando más de lo pensado pero encantadas.

Su madre le alababa la pericia: “¡Ay hijo, si tuvieras esa labia para procurarte novia...”.

Él hubiese cambiado su verborrea por poder lucir esas prendas en público sin que le costara un disgusto.

Hubo un tiempo en el que los sábados noche peregrinaba hasta Torremolinos, un Camelot donde los caballeros podían ser damas con desparpajo.

Hasta que llegó el dragón.

Unos borrachos al percatarse del encaje bajo su blazer le pusieron los pies en el suelo del hospital.

Dijo a su madre que se había resbalado.

Cuando la mujer lo contó en el mercado el carnicero se río: 
-“¡Naturaca, perdiendo tanto aceite...!”.

Ella, que siempre se hizo la tonta, le soltó: 
-“¡Má vale perdé que engañá!” y remató a voz en grito:
-“¡Matagatos, vendiendo micifús por conejo!”.

Gamberrada 


“Anoche decidí tomarme la justicia por mi mano. Ya está bien de tragarme reguetones hasta las tantas de la noche, de ruido de motos desbocás a la hora de la siesta y de carbonizá sardinas llenándome el patio de peste. Llevo dos meses encerrá porque lo dice la gente que sale en la tele y ni abrí las ventanas puedo.

A eso de la medianoche aún estaban dando la murga. Salí a la terraza, me pegue lo que pude a la barandilla y escondiéndome detrás de las pilitras que están mú hermosas me puse a toser.

Para que se oyera más me hice un megáfono con el catálogo del LIDL. También simulé gargajos con un pompero. Yo es que no sé escupir profesionalmente, no soy furbolista.

Poco a poco se empezaron a encender las luces y alzar los visillos tratando de localizar al “infectado”.

Entonces saqué el tarrillo de pimienta blanca molía y lo aspiré como si fueran sales para el vahído.

Estornudé como una loca, tanto que me dio hipo. Para entonces ya tenía escamada a toda la vecindad.

De balcón a balcón se espiaban, como cuando salen a aplaudir pero sin esa guasa, oye, con la cara más larga que un confinamiento.

Yo lo pasé requetebién.

Hubo quien dijo: “¡Que poco civismo, si tiene síntomas que avise y la metan en el arca de Noé!”, supongo que se referirá al crucero ese que no dejaron atracar en ningún puerto, y por ahí seguirá como el holandé errante...

Tengo unos vecinos mú lindos. Esta mañana me echaron un cartelón por debajo la puerta escrito con retuladó gordo.

       SI ESTÁ CONTAGIADA SU OBLIGACIÓN ES COMUNICARLO
                           O LLAMAMOS A LA POLICÍA.

Pues eso mismo hará servidora y sin mala conciencia. Cada vez que den por culo o incumplan llamaré yo, que para eso tengo el medallón de asistencia siempre colgáo y un móvil de números grandes y pre marcáos.

Que tengo 90 años y me he chupao una guerra, la dictadura y tó los años la derrota en Eurovisión menos cuando fueron la Massié y la Salomé.

Y ya no trago má.

Palabra de cuarta edad”.

Puede leer aquí anteriores entregas de Dela Uvedoble:
- 15/05/20 ‘El escote (1958)’ y ‘El rabúo’
- 08/05/20 ‘La Gurrita’ y ‘Dora menguante’
- 30/04/20 ‘Mamá’ y ‘Croquetas’
- 24/04/20 ‘De segunda mano’ y ‘Benditas letras’
- 17/04/20 ‘Antoñito busca novia (1949)’ y ‘Tita Concha (1960)’
- 03/04/20 ‘Ardiente fe’ y ‘Aprovechando’
- 27/03/20 ‘Raro domingo’ y ‘Hilo’
- 20/03/20 ‘El tiro por la culata’ y ‘Amantes de papel’
- 13/03/20 ‘Simple future’ y ‘De negros y fetiches’
- 06/03/20 ‘Primera y última (1950)’ y ‘Error de embalaje’
- 02/03/20 ‘Blas Infante’ y ‘Amo’
- 21/02/20 ‘Morado y carnal (1932)’ y ‘Carnestolendas (2020)’
- 14/02/20 ‘Amor memorable (1950)’ y ‘Sexo, autoengaño y Tinder’
- 07/02/20 ‘Medio médium’ y ‘Abierto por obras’
- 31/01/20 ‘Graduación’ y ‘Los miauserables’
- 24/01/20 ‘Pedro Pan’ y ‘Ataduras’
- 17/01/20 ‘La sota de bastos (1905)’ y ‘Todo calculado’
- 10/01/20 ‘Sueño oriental’ y ‘Donde las dan...’
- 20/12/19 ‘Cifras y letras gordas (1985)’ y ‘Buenanoche (Un corralón de Málaga, 1910)’
- 13/12/19 ‘Ojos apropiados’ y ‘Aquellas navidades (1973)’
- 10/12/19 ‘Dientes, dientes’ y ‘Transición (1978)’
- 29/11/19 ‘Purísimo’ y ‘Genio y figura’
- 22/11/19 ‘El mote’ y ‘Templada sabe mejor’