OPINIÓN. Relatos torpes. Por Dela Uvedoble
Hilvanadora de historias
13/11/20. Opinión. La escritora Dela Uvedoble continúa su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com con dos relatos acompañados de una imagen cada uno. Esta hilvanadora de historias nos regala todas las semanas dos textos con su imagen correspondiente dentro de la sección Relatos torpes. Hoy nos ofrece ‘Abuelito, dime tú’ y ‘Pura belleza’...
Abuelito, dime tú
—¡Nene, tíralo ar suelo así le damo trabao a loh barrendero!, -así educaba el abuelo al nieto-, que hay muncho paráo.
La hija de uno y madre del otro no pudo callar su enfado.
—¡Papá, no le digas eso al niño! -con la mirada invitó al hijo a llevar el celofán del caramelo en la mano hasta encontrar papelera donde tirarlo. “Y si no hay ninguna, te lo guardas en el bolsillo para dejarla en la basura de la casa”.
—Estás amariconando ar niño...
—Por favor, no desbarres.
—¡Po no vé como está er suelo de mierda... eso é curpa de ello que no limpian... pero si que cobran.
La mujer, ya harta, le cortó:
—Si está sucio es por gente como tú que empuerca.
Una señora que pasaba la aplaudió, “¡muy bien dicho hija!”.
El entrañable abuelito bramó: “otra chalá perdía, y tú vaya boquita llamando puerco a tu padre”.
—Vale ya, mejor nos vamos que no quiero discutir, ven hijo, despídete del abuelo.
El chavalillo trotó como un gamo, meneando graciosamente el culo abultado aún por el pañal. Paró en seco al ver una cáscara de plátano cuyo amarillo resaltaba impúdico sobre el gris de la acera, muy cerca de una papelera. Recogiéndola y poniéndose de puntillas, la arrojó dentro.
—¡Niño, no coja ná der suelo! - vociferó el patriarca-.
El chavea, con cara de tener cuarenta años, respondió muy serio:
—Abuelito é para que tú no la pise y te caiga.
El orgullo que sintió la mujer le hizo abrazarlo, llenándolo de besos maternalmente caníbales, “Ay hijo, ¡que te quiero!”.
Y se fueron los dos hechos uno, el inocente en brazos diciéndole adiós a su abuelo moviendo una manita, aferrado al cuello de su madre con la otra.
El viejo buscó un banco, sacando de la riñonera los Ducados y el encendedor. Cuando terminó el pitillo tiró al suelo la colilla, el paquete vacío y después de un repulsivo sonido gutural, un gargajo verde.
Luego se puso a chamullar: “Cría cuerva en colegio pago pá que te deje malamente delante er nieto. Este sale cáscara amarga”.
Y volvió a escupir.
Pura belleza
¿Existen las casualidades o es el destino? Una se cree un ser raro, porque vive para adentro y su undécimo es “no molestar”. Que su imaginación es demasiado alocada y debe ponerle riendas, anteponiendo deberes a expansiones del alma, ignorando que son tan necesarias... y un día navegando por las eclécticas aguas de las redes encuentra extraños peces transparentes que resultan sernos pares.
Y se crea un cardumen perfecto. Y una es feliz hallando, por fin, su hábitat.
Segundo domingo de noviembre, feria del libro parido por malagueños. Luce un sol perfecto cuando acudo a la Alameda buscando con la mirada a mi compañera en una Antología de cuentos seleccionados entre narradores de veintitrés países. Únicamente treinta autores y dos somos de Málaga. Si eso no es milagroso... Solo hemos compartido un zoom, hablado un poco y leído mutuamente mucho. “¡Hola, Puri, soy Dela!”.
Alegría en sus ojos y humedad de emoción en los míos. Las circunstancias nos prohíben los abrazos pero no el gozo. Charlamos mientras ella firma su novela “Actrices secundarias”, sonriendo con los ojos a sus lectores. Recibo mi ejemplar llevándome sus letras de cariño azul. Me llama “compañera de letras y viaje” y muero de timidez y orgullo. Con ganas de que nazca su nueva novela, ya coronando, “La raíz de la memoria” para disfrutarla.
Me he desayunado con “Actrices...”, suelo empezar el día escribiendo mas hoy lo he hecho engullendo golosamente las letras de Puri García Díaz. Me han llenado de fuerza en una jornada agria por las nuevas medidas de contención del virus. Por eso digo que no sé si es casualidad o destino encontrarnos con ciertos seres en el momento preciso, ángeles que te prestan sus gafas para ver lo que tú no ves.
Decir simplemente que el libro me ha gustado sería imperdonable. Su trabajo induce a pensar, traspasa y llega como un dardo perforando las más remotas emociones; es la grandeza de la cotidianidad de la mujer planteando, con dulce maestría, circunstancias difíciles de abordar, casi tabúes aún.
Me quedo con una frase del microrelato “Política del agua”:
“...Y es que no llueve igual cuando una está sola. Eso dice mi amiga”.
*Para Puri García Díaz, con toda mi admiración.
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