“Lleno el vientre de la copa con el licor; a contraluz tiene los tonos de su pelo. Bebo un sorbo y otro, mis venas son alambique del tiempo destilando ausencia”
OPINIÓN. Relatos torpes. Por Dela Uvedoble
Hilvanadora de historias
12/03/21. Opinión. La conocida escritora malagueña, Dela Uvedoble, es colaboradora habitual del EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com semanalmente. Esta hilvanadora de historias nos regala dos textos originales con dos imágenes, de las que también es autora, dentro de su sección Relatos torpes. Hoy nos ofrece ‘Sexploradores sin fronteras’ y ‘Rebobinar’...
Sexploradores sin fronteras
Al grupito se le veía contento, merendar brownies en un Coffe Shop es lo que tiene.
Habían aparcado la inhibición en las puertas del Barrio Rojo.
—¿Serán reales estas tías? -se preguntaban sobre las muchachas tras los vidrios, boquiabiertos y babosos como aquel “Rey pasmado”.
—Estarán operás, las “normales” no son así.
Para calentar motores decidieron entrar a un Sex Shop, “le llevaría esto a mi novia - dijo un rubito, rozando un picardías casi invisible -pero, ¿cómo le explico...?”.
“¡Calzonazos! -corearon- y lo arrastraron hasta una vitrina repleta de arreos y consoladores, ensuciándola con los dedazos, bromeando sobre agujeros gloriosos. Mil relámpagos cayeron sobre ellos a pesar de estar bajo techo. La propietaria, harta de tanto mirón insolvente, la tenía electrificada y mandaba calambrazos a los acaparadores.
Ante las protestas, una mole cuatridimensional salió de la trastienda látigo en mano, dispuesto a restaurar el orden. A pesar del cuelgue, los turistas corrieron como liebres hasta un local de “Live Sex Show”, refugiándose en las cabinas, quedando hipnotizados por una pareja acoplada en un tetris que les hizo la boca agua.
Envalentonados, pasearon la calle roja, escogiendo cada uno la maniquí viva que más le puso. Contrataron el servicio siguiendo los consejos de los veteranos que ya habían puesto su pica en Flandes.
Salieron ufanos, en Amsterdam se folla y se droga uno, ¡que cojones!
El rubio optó por asignatura única y se quedó fuera, tomándose una tapa de hongos que lo alentaron a bucear por el canal, buscando quesos de bola. Tuvieron que llevarlo, chorreando cual torrija, hasta el apartamento.
Aprovechando la bronca, dos de los sexploradores “se despistaron” y acabaron ante el Sex Shop de los dildos.
En inglés macarrónico pidieron a la Dómina : “can you show us...?” señalando los rabos.
Ella, larga por demás, puso sobre el mostrador todo el surtido.
Relamiéndose, comentaban:
—Uno igual que este me acaba de llevar al paraíso. ¡Como lo manejaba la tía!
—¡Estas sí que saben!, y sin mariconeo.
—Hay que trajinarse a “las caris” para que acepten al “amiguito”.
—Les decimos que son para darles doble gusto y entrarán al juego.
Con un gesto indicaron dos para que los cobrara, silabeando en voz alta: “It’s ONLY for our wives, for PA RI EN TAS no for us” y señalaban el esternón propio con el índice y luego lo movían de izquierda a derecha.
La holandesa, que era de la Barceloneta, les contestó socarrona:
—Molt bé, senyors, ¿los envuelvo o se los llevan puestos?
Rebobinar
Se fue; espero que para siempre, ya no soportaba su vulgaridad.
Confieso, con rabia, que la discusión quebró mis nervios, aunque con los años aprendí a ensamblarlos con un buen coñac.
Lleno el vientre de la copa con el licor; a contraluz tiene los tonos de su pelo. Bebo un sorbo y otro, mis venas son alambique del tiempo destilando ausencia.
Con mano febril, abrazo las curvas del cristal y poco tarda el contenido en desplegar sus aromas, igual que su cuerpo al rozarlo respondía abriéndoseme.
No quiero recordar lo bueno, que lo hubo, mas apuro de un trago el resto y pulso su nombre en el teléfono:
“Ven”.
Después; me cuenta que a ciruelas, madera y fuego le supieron mis besos.
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