“Esas puertas de cristal, rotas y tiznadas, volverán a abrirse. Las viejas piedras que amorosamente quisieron preservar, permanecen inmutables. Son símbolo de fortaleza, cultura e historia de Málaga, igual que la librería”
OPINIÓN. Relatos torpes. Por Dela Uvedoble
Hilvanadora de historias
14/05/21. Opinión. La conocida escritora malagueña, Dela Uvedoble, es colaboradora habitual del EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com semanalmente. Esta hilvanadora de historias nos regala dos textos originales con dos imágenes, de las que también es autora, dentro de su sección Relatos torpes. Hoy nos ofrece ‘Hormigas’ y ‘Gotas’...
Hormigas
No sabe la de veces que se hizo la encontradiza hasta entablar conversación. En el ascensor, en la máquina de café. Adelantaba un hombro para dar al botón o tomar el vaso, en la postura que resaltaba sus pechos, intentando que sus feromonas anularan a la hueste que ansiaba ser apresada por esos brazos nervudos, de David florentino.
Una mañana la miró a ella, solo a ella, y quedaron en ir juntos por la tarde a la feria del libro.
También era aficionado a flirtear con letras.
Corrió a la peluquería, suplicando para entremeterse entre dos citas, y mientras el estilista podaba y coloreaba pensaba que “no tenía nada digno de él que ponerse”.
Oliendo aún a laca buceó en la boutique más cara del centro, emergiendo con dos bolsas y un socavón en la tarjeta.
Se saludaron con dos besos que la dejaron deslumbrada, como una presa por los focos de un cazador. Él, sin embargo, ni se fijó en su nueva apariencia.
Entre libros y junto a tal ejemplar se sentía en la gloria, no había autor ni novela que no comentara, haciéndola enmudecer. De admiración y porque no la dejaba meter baza; a él le gustaba escucharse.
Tras huronear la última caseta decidieron sentarse en un merendero, bajo una araucaria. Sobre el albero pajizo destacaba una columna de hormigas, avanzando en su éxodo de sisifos. La mujer comentó que parecían renglones caídos de un libro.
El David, en un gesto desconcertante, las pisoteó con saña, mancillándose los mocasines con polvo y cadáveres, terminando la metáfora con la frase: “ahí llevan el punto final”.
Ella percibió los gritos insectiles entre los crujidos de la arena y se le enfriaron los huesos: “¿Por qué lo has hecho?”.
“¡Porque son feas!” respondió a carcajadas, abriendo la boca, exhibiendo los dientes blanco nupcial que casi disculpan cierta halitosis.
Comprobó así que su ídolo estaba podrido por dentro.
Gotas
“Arde el bosque y los animales huyen despavoridos; pero el colibrí va y viene del riachuelo vertiendo gotas sobre las llamas. La imponente águila le grita: ¡sálvate, loco, ¿crees que vas a apagar así el incendio?
La diminuta ave contesta sin dejar de afanarse: “Sé que solo es imposible, pero hago mi parte”
Leyenda anónima.
Málaga sufrió hace una semana la pérdida de su librería emblemática. Cincuenta y dos años cumplía Proteo, medio siglo que el fuego consumió en media hora.
Pero las llamaradas no consiguieron matar su espíritu. Tras el shock de aquella noche, en la que el magnífico edificio se hizo una tea y el llanto rompió la mañana ante la carbonilla que fue libro, sus padres empezaron a reconstruirla.
Y no se vieron solos. Una bandada de colibríes empezó a llegar con sus gotas en el pico. Cada uno con las que podía cargar, esta vez no de agua sino bálsamo para las quemaduras. Los autores que vivieron un día la magia de ver sus libros en el escaparate y se sentaron a firmarlos junto a la Muralla Andalusí, han donado sus regalías del mes. Los lectores vamos a seguir comprando online. Se ha abierto una cuenta para donativos y hay en marcha un recital solidario para recaudar fondos*. Porque ni se merecen menos ni puede ser de otra manera.
Esas puertas de cristal, rotas y tiznadas, volverán a abrirse. Las viejas piedras que amorosamente quisieron preservar, permanecen inmutables. Son símbolo de fortaleza, cultura e historia de Málaga, igual que la librería.
Autores de peso ofrecen su apoyo viajando hasta aquí para firmar, delante de la fachada herida, sus libros. María Dueñas el jueves 13 de mayo. Irene Vallejo también ha manifestado su voluntad de hacerlo. Su ensayo “El infinito en un junco” lo compré allí y, casualidades, en él cita a los libros perdidos en incendios, narra el dolor que sentimos los amantes de la lectura ante la desaparición de textos, aunque esa muerte ocurriera 2000 años atrás.
En este fuego, desde el colibrí hasta el águila, haremos de bomberos. Resurgirá Proteo aún más bonita. Y toda su gente, más preciosa aún, seguirá trabajando en el noble oficio de extender el conocimiento deleitando.
*http://www.maynake.es/programacion/ver/id/5159/titulo/oye-escuchahttp://www.maynake.es/programacion/ver/id/5163/titulo/gala-solidaria-libreria-proteohttp://www.maynake.es/programacion/ver/id/5163/titu
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